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LOS INVERECUNDOS DE CHILE

Ejecutores inverecundos

INVERECUNDOS PEDRO BARRIENTOS NUÑEZ y HUGO SANCHEZ MARMONTI, ASESINOS DE VICTOR JARA

Justicia identifica al asesino de Víctor Jara y ordena su captura internacional

Se trata del ex teniente del Ejército Pedro Barrientos Núñez

Fuente: El Mostrador  http://recorta.com/81f572

por CHRISTIAN BUSCAGLIA

El ministro en visita de la Corte de Apelaciones de Santiago Miguel Vázquez Plaza dictó este viernes procesamiento en la investigación por el homicidio del cantautor Víctor Jara Martínez, ejecutado el 16 de septiembre de 1973, en el Estadio Chile.

El magistrado encausó como autor de homicidio calificado a Pedro Barrientos Núñez y Hugo Sánchez Marmonti; como cómplice de homicidio calificado a Roberto Souper Onfray, Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Hasse Mazzei y Luis Bethke Wulf.

Asimismo, ordenó la captura internacional del procesado Barrientos Núñez, quien se encuentra residiendo fuera del país (Estados Unidos desde 1990), y el ingreso de los demás imputados al Batallón de Policía Militar Nº1.

“De acuerdo a la descripción de hechos:

A) Que, el día 11 de septiembre de 1973, a raíz de la asunción del Gobierno Militar de facto, la entonces Universidad Técnica del Estado, fue sitiada por efectivos del Regimiento “Arica” del Ejército de Chile, provenientes de la ciudad de La Serena.

B) Que dichas tropas procedieron, el día 12 de septiembre de 1973, previo disparos de proyectiles de diversa naturaleza, a ocupar sus dependencias y a la detención masiva de docentes, alumnos y personal administrativo que se encontraban en el establecimiento educacional; personas que luego fueron trasladadas en buses de locomoción colectiva hasta el entonces Estadio Chile (actual Estadio Víctor Jara), recinto que previamente había sido habilitado como centro de detención, con la coordinación del Comando de Apoyo Administrativo del Ejército de Chile y cuyo resguardo interior fue efectuado igualmente por efectivos provenientes de distintas Unidades Militares, entre ellos: el Regimiento “Tejas Verdes” de la ciudad de San Antonio, el Regimiento “Blindados N°2” de Santiago, Regimiento “Esmeralda” de la ciudad de Antofagasta y el Regimiento “Maipo” de Valparaíso.

C) Que, entre los docentes aprehendidos, se encontraba el cantante popular y también investigador de dicha Universidad, Víctor Lidio Jara Martínez, quien ingresó al Estadio Chile junto con el referido grupo de detenidos, para posteriormente ser ubicado con éstos en las graderías de dicho recinto deportivo.

D) Que, durante su detención, Víctor Jara Martínez fue reconocido por el personal militar instalado al interior del Estadio Chile, siendo separado del resto de los prisioneros, para ser llevado a otras dependencias ubicadas en los camarines, ocupadas como salas de interrogatorios y apremios, donde fuera agredido físicamente en forma permanente, por varios Oficiales.

E) Que, entre los días 13 y 16 de septiembre de 1973 se desarrollaron interrogatorios a detenidos al interior del Estado Chile, sin que ellos obedecieran a procedimientos judiciales y/o administrativos previos, algunos de los cuales fueron practicados por personal de la Segunda Fiscalía Militar de la época; y, entre otros, fue interrogado Víctor Lidio Jara Martínez.

F) Que, el día 16 de septiembre de 1973, se procedió al traslado de todos los detenidos del Estadio Chile, con excepción de Víctor Lidio Jara Martínez y de Littré Quiroga Carvajal, oportunidad en que se dio muerte a Víctor Lidio Jara Martínez, hecho que se produjo a consecuencia de, al menos, 44 impactos de bala, según se precisa en el respectivo informe de autopsia.

G) Que, el cadáver de Víctor Lidio Jara Martínez, junto con los cadáveres de otras tres personas más, fue encontrado por pobladores en los días posteriores, en las inmediaciones del Cementerio Metropolitano, en un terreno baldío cercano a la línea férrea, con signos evidentes de haber recibido golpes en el cuerpo y los impactos de bala detallados en el informe de autopsia.

Cabe recordar que en el programa “En la Mira” de Chilevisión, el ex conscripto José Paredes Márquez había revelado ese mismo nombre. “Le disparó a quemarropa casi, porque el hombre no le respondía, para mí que ahí lo sacó de quicio y le disparó”, dijo en aquella ocasión Paredes.

El ex teniente Barrientos se defendió señalando: “Realmente eso no es cierto, yo nunca he estado en el Estadio Chile, no conozco el Estadio Chile y no sabía lo que era el cantante Jara (…) no tengo que enfrentar a la justicia porque yo no he matado a nadie”.

Artículo relacionado: http://inverecundos.blogia.com/2008/052601-el-inverecundo-ejercito-de-chile-todavia-no-confiesa-quienes-fueron-los-asesinos.php

 

UDI, Colonia Dignidad, Dictadura, Pederastas y Torturadores, unidos para siempre

 

John Campos B
El sexo oral reduce el riesgo de padecer cáncer, según científicos de EE.UU. http://actualidad.rt.com/view/80971   

Será está la RAZÓN DE FONDO por la que @JCBCHILE obligaba a los niños del Hogar de Vida Familiar "Padre Alberto Hurtado" del Hogar de Cristo de Parral en 1995-97 a practicarle sexo oral bajo la amenaza de darles golpes de corriente con la antena de su radio a pilas "arreglada" y conectada a los 220 volts como figura en el proceso judicial iniciado por 11 denuncias del Sename y en la crónica nunca desmentida ni querellada- del Diario EL CENTRO de Talca del 11 de junio de 1997?
http://issuu.com/elperiodista/docs/ep208b
10 de esas 11 denuncias,todas las de contenido o motivación sexual, fueron retiradas en el trascurso de los 9 años que duró el proceso, en sus tres instancias 
(Juzgado de Letras de Parral 1997-2000, Corte de Apelaciones de Talca 2001-2004 y Corte Suprema 2004-06) particularmente después del cuantioso robo de especies (y valores en bonos al portador del US por US$1.000.000 y US$ billetes por 80.000-120.000 nunca denunciados por Kreiman debido a su origen ilegal) realizado por dos desconocidos, aún impunes, en junio de 2000 y por el que Campos fue acusado un año después en el proceso del 19º Juzgado del Crimen, por el entonces abogado de Kreiman, colocado por la Fiscalía Anti Delincuencia de la Municipalidad de Providencia, el UDI y 2º del Alcalde Labbé, Sr. Christián Espejo Muñoz, y del que "zafó" en la elegante forma que bien se describe en el reportaje de LND del 15.12.2002. 
ver:
En esos 9 año la defensa del ex SS y "sapo" de los SS de la dictadura y seminarista expulsado por sodomía en 1993 John del Tránsito Campos Benavides, la tuvo el abogado del ex cabo nazi de la 2ª GM, pederasta condenado y capo de la Colonia Dignidad en 1961-2001, Paul Schaeffer, Sr. César Valero Nader, también militante UDI y desde 2002 Juez de Policía Local de la comuna de Retiro, muy cercana a Colonia Dignidad, en la parte sur de la Región del Maule. 
Otros de sus abogados, en sus causas judiciales de 2002-04, fueron:
-  Humberto Neumann, abogado de planta del Min. del Interior en dictadura y hasta 1991 y abogado en los 90`s del condenado ex Jefe de la DINA Manuel Contreras, a quien John  del Tránsito visitó en varias ocasiones , utilizando el lujoso automóvil Daewoo Prince Súper Salon 2.0i automático, blanco con vidrios polarizados, del rabino Kreiman, en 1999-2001, en sus lugares de detención de Punta Peuco (Til Til) y Peñalolén y 
- por un corto período del 2º semestre de 2002, dos abogados de la Fiscalía de la Municipalidad de Las Condes, que le suministró el entonces concejal Carlos Larraín Peña,  hoy senador designado por Valdivia y Presidente del partido derechista RN, en cuya oficina de abogado trabajó después de ser alejado del PRSD en julio-agosto de 2002 y hasta mediados de 2004.

ver:

El pederasta Campos se ha infiltrado en muchos organismos con el objeto de hacer "contactos" que le permitan seguir embaucando. Sus favoritos son aquellos plagados de ex militares y fascistas nostálgicos de la dictadura como este, donde funge de miembro Nº 150.
http://www.institutoohigginiano.cl/index.php/instituto/nuestros-integrantes
150.-JOHN CAMPOS BENAVIDESAsesor Político

En la lista abundan personajes ligados a violaciones de DDHH, como el Nº180, Edwin Dimter Bianchi, sospechoso de ser uno de los asesinos del cantante Víctor Jara y "funado" como tal en sus oficinas de la División de AFPs del  Ministerio del Trabajo, del que fue exonerado, después de los hechos de mayo de 2006.


http://www.generacion80.cl/noticias/noticiacompleta.php?varbajada=447
También Campos ha escrito en su blog wordpress un ensayo jurídico para justificar la impunidad de los violadores de DDHH 1973-78, lo que es jurídicamente ilegal de acuerdo a los tratados firmados por el Estado de Chile y a los convenios de Ginebra de 1949.

JPMG

 

 

La historia familiar de Moren Brito y el sobrino al que asesinó y torturó en Villa Grimaldi

13 DE DICIEMBRE DE 2012

Fuente: http://recorta.com/445f8b

por ALEJANDRA CARMONA

Nadie recuerda muy bien qué día comenzó la manda, pero por muchos años Carmen Catalán no se cortó el pelo.

—Me lo voy a cortar el día que Alan entre caminando por esa puerta —decía, apuntando hacia la entrada del número #6683 de Avenida Colón, Las Condes, desde donde colgaba una campana que hacía las veces de timbre.

Hasta entonces, la casa era un lugar de encuentro, de puertas abiertas y celebraciones.

Quizás por eso, a Carmen le costaba entender que, de un momento a otro, de eso no quedaran más que recuerdos y el eco de conversaciones pasadas chocando contra los muros de concreto.

—Me voy a cortar el pelo sólo cuando Alan vuelva —repetía Carmen—. Estaba segura que algún día iba a aparecer él, con los bigotes y su pelo negro, sus jeans y su más de metro 80.

Hace pocos años habían tenido la última de las más grandes fiestas familiares: el matrimonio de Alan con su polola por más de 5 años, Mónica Gana. En la casa de los padres de la novia —unas cuadras más al norte, en Colón #6571— se había instalado una orquesta y un banquete tan grande, que nadie pudo distinguir al final del día cuál era el menú. De lo que sobró del festejo comieron los tres días siguientes. Ese 17 de septiembre de 1971 de fiesta, es uno de los recuerdos que más atesora la familia. Entonces, en medio de las risas y el baile, nadie intuía que sería esa foto en blanco y negro, con Alan vestido con un terno negro y una flor blanca en la solapa, la que después daría vueltas y pasaría por muchas manos pidiendo justicia con la frase: “¿Dónde están?”

Alan Bruce fue detenido en febrero de 1975. Tenía 24 años, estudiaba Ingeniería Civil en la Universidad Católica y tenía un hijo de un año y medio que llevaba su mismo nombre. La semana pasada, el ministro en visita para causas de derechos humanos, Alejandro Solís, procesó a 13 ex agentes de la DINA, entre ellos a su ex director, general (R) Manuel Contreras, y el coronel (R) Marcelo Moren Brito, por el homicidio y secuestro calificado de 20 personas en los primeros meses de 1975.

Entre las víctimas está Alan. Y a la historia de terror y muerte que fraguó la dictadura, se suma otra, más íntima, que está en la acusación del juez Solís, pero que además ha dado vueltas en la familia Bruce por más de 37 años: los testimonios que señalan que Moren Brito —tío de Alan—, lo torturó y asesinó, haciendo gala de su maldad en Villa Grimaldi, atravesando a parte de su familia materna en dos. Para siempre.

MARCELITO

En diciembre de 2007, en el penal Cordillera, donde cumplen condenas los ex jefes de la DINA, el coronel (R) Maximiliano Ferrer Lima se peleó con Moren Brito y según el informe que quedó como testimonio —elaborado por las autoridades carcelarias— Ferrer encaró a Moren diciéndole que había “ahorcado a su propio sobrino con un alambre y para asegurarse le introdujo enseguida la cabeza en una bolsa de plástico”, según consignó una nota del diario La Nación.

Esta era una versión que la familia ya conocía y que apretó el pecho de Carmen Catalán y Roberto Bruce hasta el día que murieron. “Mi abuelo era una caballero, no iba a decir jamás una mala palabra, pero a él le dolía haber dado cobijo a un criminal. Siempre decía que había sido un error”, cuenta Alan Bruce (40), ingeniero ambiental y comercial, quien dejó de ver a su papá cuando tenía menos de dos años de vida.

El trato amable con Marcelo Moren Brito existió desde que el ex DINA nació. Su mamá, María Elena Brito, era hermana de Inés Recabarren Brito, abuela del asesinado dirigente del MIR. A Moren lo recibieron con los brazos abiertos en la casa de Colón cuando tuvo que dejar Temuco, la ciudad donde vivía, para venir a estudiar a la Escuela Militar. “Mis abuelos lo querían, incluso mi abuelo Roberto fue su tutor en la Escuela Militar. Era él quien firmaba sus papeles. Le hicieron un buen espacio en la casa”, cuenta Alan. De hecho, en uno de los dormitorios de la casona de Las Condes sumaron una cama al lado de la de Alan, que entonces era un adolescente, para instalar otra para el nuevo inquilino. Mientras Moren Brito vivió en la casa de los Bruce, su cama estuvo pegada a la de su “sobrino”. Compartieron el mismo dormitorio, fiestas familiares, comidas y varias tardes.

Cuando la dictadura entró con sangre en Chile, don Roberto decía que Moren Brito había sido un niño golpeado, intentando una explicación para el comportamiento criminal que adoptaría después, pero él, que también había sido militar, que llegó hasta teniente (después se retiró de la institución) también sabía cómo era la situación por dentro. De hecho, antes de morir, lo comentó en una entrevista: “Yo sabía la formación que tienen los milicos, por eso le decía (a Alan) que cuando salieran a la calle, sería una matanza. Él no me escuchaba, todo lo contrario, me decía que los estaban formando para eso. Fue como yo le dije”.

A Alan ya lo habían detenido una vez antes de su desaparición. En abril de 1974 un grupo de militares llegó hasta su casa. Aunque Alan no estaba; encañonaron a su esposa y a su hijo de un año y medio que dormía en la cuna.

—Si su esposo no está, entonces nos llevamos al niño —dijo un militar, antes de tomar violentamente al pequeño en los brazos.

Mientras los militares esperaban en el jardín, Mónica llamó a su esposo que trabajaba haciendo fletes y estaba en la casa de su abuela en Recoleta.

—Diles que dejen al niño. Si me buscan a mí, me voy a entregar —contestó Alan del otro lado del teléfono.

Después de ese episodio, estuvo alrededor de cuatro días desaparecido. A su regreso contó que fue llevado al Regimiento Buin, luego a la Escuela Militar y después a Londres 38.

“Cuando volvió me dijo que le habían pegado y que Moren Brito lo había tenido varios días en Londres tratando de bajarle los moretones porque le daba vergüenza que sus tíos lo vieran así”.

Pero la vergüenza le duró poco y todos entendieron que los militares no estaban jugando. Pocos meses después de ese episodio, en octubre de 1974, después que Miguel Enríquez cayera acribillado en San Miguel, la familia recuerda un hecho que les congeló el habla y que Mónica Gana detalla como si fuera ayer. Moren Brito llegó hasta la misma casa donde le habían dado cobijo cuando estaba en la Escuela Militar. “Con las manos ensangrentadas, gritaba que había matado a Enríquez, mientras tocaba la campana de la puerta de entrada. Gritaba como si estuviera desquiciado, estaba como loco”, cuenta Mónica.

—¡El próximo va a ser tu hijo! ¡Va a ser tu hijo! —vociferaba, mientras la señora Carmen Catalán y parte de su familia esperaban dentro de la casa.

A Mónica —y a los demás— les quedó claro: “Entonces todos supimos que no podíamos apelar a que era un familiar o a la cercanía de tantos años. Era imposible tratar con un monstruo”.

VILLA GRIMALDI

El 13 de febrero de 1975, cerca de las 11 de la mañana, Alan Bruce fue detenido por segunda vez. Esta vez en una casa de Las Condes. Fue llevado a Villa Grimaldi.

El sitio Memoria Viva consigna que entre los testimonios posteriores, se escuchó el de Luz Arce “ex detenida por la DINA del año 1974 y que luego de ser presionada y sometida a graves torturas se transformara en colaboradora de ese organismo. Recuerda haber visto a Alan Bruce Catalán en Villa Grimaldi, y que Marcelo Moren estaba furioso porque era su sobrino y tenía un resentimiento en su contra por ello. También recuerda haber visto el nombre de Alan Bruce en las nóminas de detenidos de ese recinto y a las cuales ella tenía acceso”.

El director del Servicio Médico Legal, Dr. Patricio Bustos, quien también pasó por ese campo de tortura, cuenta que no coincidió con Alan Bruce, pero que era un comentario frecuente entre los prisioneros. “Todos decían que el Ronco, como llamaban a Moren Brito por su voz, había sido capaz de torturar a su propio sobrino en la parrilla. Eso nos daba cuenta en las manos de quién estábamos”, narra Bustos.

La familia comenzó un peregrinaje por la justicia desde 1975, con diversas querellas.

“Un día incluso mi abuela encaró a Moren Brito”, cuenta Alan Bruce Gana, hoy, a días del procesamiento del Juez Solís y dice que después de todo lo vivido ella cerró las puertas de su casa en Las Condes. “Ya no quiso recibir a nadie. No se podía confiar en nadie. Nunca dejó de usar ropa negra y solo al final, años antes de que ella muriera, entendió que mi papá jamás cruzaría la puerta de nuevo. Entonces decía que se conformaba con que le entregaran algo; cualquier cosa que le permitiera enterrarlo y tener a quien rezarle”, comenta Alan, quien después de la desaparición de su padre y una breve estadía en Buenos Aires con su madre, volvió a Chile en los brazos de su abuelo que lo fue a buscar para que creciera con ellos, mientras su madre hacía un periplo por Argentina y Estados Unidos, que la trajo de vuelta a fines de los ’80.

Alan Bruce con su hijo meses antes de su desaparición. 

“Para nosotros la herida no se cierra mientras no exista un papel que diga que Moren Brito torturó y mató a mi papá en tal fecha y se fije una condena”, dice Alan lagrimeando una historia que tendría ese cierre en lo formal, pero que en la familia difícilmente tendrá un punto final. “Hay gente que cree que el tema de los desaparecidos es una lucha de pocos, una historia antigua, pero no es así. Yo siempre me hago la misma pregunta: cómo sería todo si él estuviera; seguiría casado con mi mamá, cuántas cosas en mi vida habrían cambiado. Esa es una pregunta de todos los días, no es de otra era”, dice.

Su abuela, la señora Carmen, se fue esperando que se hiciera justicia. Cuando murió de un derrame cerebral a fines de los ’90, tenía 75 años y aún vestía de luto.

A mediados de los ’80, Carmen Catalán dejó de esperar un milagro. Entonces terminó su manda. El pelo le había crecido hasta las rodillas.

 

 

 


HERMANA DE INVERECUNDO ORGANIZADOR DE HOMENAJE Al DICTADOR PINOCHET FUE TORTURADA POR SUS COMPAÑEROS DE ARMAS

http://www.chileinforma.com/noticias/8875.shtml

 

INSOLITO! Hermana de organizador de homenaje a Pinochet fue torturada durante la dictadura.

 

Increíble pero cierto. Luego de las cruentas declaraciones del Tte. (r) Juan González en un canal de televisión, donde niega que en Chile haya existido violaciones a los DD.HH durante la dictadura de Augusto Pinochet, concurrió a CNN Chile la hermana de González. La señora Francisca que vive en una pieza sola como ella cuenta, declara haber quedado en gran shock al ver las declaraciones de su familiar: "Fue tan tremendo para mi ver a mi hermano decir las cosas que dijo que me sacudió, llegue ...

 

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http://www.dawson2000.com/kika.htm

 

TESTIMONIO DE KIKA GONZALEZ DE ZANZI

 

HOMBRES Y RATAS

 

Francisca González Fernández, más conocida por Kika de Zanzi, es una ex prisionera política socialista. Durante el gobierno de la Unidad Popular fue la directora de la Corporación de Centros de Madres (COCEMA) en Magallanes. Estuvo detenida por nueve meses en la Cárcel Publica, Regimiento Blindado Rene Schneider y en el Hospital Naval en Punta Arenas. Fue torturada en el Palacio de la Risa y en las frías aguas del estrecho. Salió del Hospital Naval en silla de ruedas y fue puesta bajo arresto domiciliario en Julio de 1974. En Septiembre de 1974 viajó con su esposo, Carlos Zanzi a su relegación en Ovalle, posteriormente salieron al exilio a España. Regresaron a Punta Arenas en 1984, donde residen.

 

A continuación reproducimos en su totalidad el artículo testimonio de Kika de Zanzi que fue publicado una década atrás por Aristóteles España en El Sur de la Memoria (1992) Divina Ediciones, RCT, Dinamarca.

 

 

Las notas, fotos y subtítulos son de la editorial de Dawson 2000.

 

Marzo 2002

 

Trabajo y aporte durante la Unidad Popular (UP).

 

Cuando asumimos la tarea de coordinar el trabajo de COCEMA en la región, lo primero que se hizo fue cambiarle el rostro, que no sea una institución que entregue dádivas, que regalara las cosas en forma maternalista, lo que hicimos fue educar a las pobladoras para integrarlas al conjunto de la sociedad, a través de charlas sobre el tema de la salud, para que sepan aprovechar sus capacidades. Por ejemplo, hacer uso del famoso medio litro de leche que en ese tiempo fue tan criticado y que, sin embargo, tanto ayudo a la gente.

Trabajamos con las mujeres capacitándolas en diversos cursos que realizamos.

Recuerdo que integramos a la mujer campesina que estaba completamente abandonada, en resumen, nuestra labor social estuvo muy ligada a la educación y el grado de participación era bueno. Además, teníamos un negocio para vender las cosas a precio de costo a las mujeres y el grupo familiar. Se notaba un afán de saber, de cada día descubrir cosas nuevas.

 

Una vez, llegué a un asentamiento campesino y los hombres no querían que yo hablara con las mujeres. Ante mi insistencia logré conversar con un grupo de ellas y pude percatarme, porque ellas se fueron soltando, que vivían sometidas al hombre. Entonces, vislumbraban un despertar con nuestras iniciativas y estaban contentas de poder hacer algo. En el campo se da mucho esa forma de relación, la mujer en la cocina, el hombre, afuera; pero también es un fenómeno que ocurre en todos nuestros países. Nosotros formamos varios Centros en el campo y las mujeres se integraron. No fue tarea fácil, de por si la mujer campesina es muy callada y costaba que se integrara en forma rápida, era un proceso lento.

 

Recuerdo la época de la UP porque el pueblo vivió esperanzado y pudo concretar esas esperanzas. Afirmo que nuestro pueblo nunca vivió mejor que en esa época. Había salarios dignos. Allende siempre venia a la región a pelear por los intereses de los trabajadores y decía con cariño que él quería a Magallanes porque aquí había empezado su carrera política. Durante
muchos años mi marido y yo fuimos sus leales colaboradores. Hacia un culto de la amistad y nosotros siempre le respondimos.

 

 

Militares durante la Unidad Popular en Magallanes: General Torres de la Cruz (1) y Allende

 

Durante su gobierno tuvimos una excelente relación con los miitares, especialmente con el Intendente, General Manuel Torres de la Cruz,(1) ya que mi marido era Vicepresidente de CORMAG y trabajaba directamente con él. Nosotros creímos que era leal al gobierno porque siempre hablaba muy bien de Allende. Recuerdo que asistimos juntos a las bodas de nuestros hijos, con frecuencia comíamos con nuestras familias. Existía un vinculo estrecho que nos hacia confiar en él como persona.

 

Es más, cuando llego de visita Fidel Castro, me pidió que atendiera a la delegación cubana y que habilitara la residencia que para estos fines protocolares tenía el gobierno regional. Todos esos días el general estuvo al lado de Fidel, en las cenas que di en mi casa, en la Intendencia, se mostró como una persona muy leal al gobierno.

 

Lo mismo cuando íbamos a Santiago. Almorzábamos en La Moneda, ahí le decía a Salvador Allende, Presidente estamos con usted, y eran fechas en que ya se hablaba de un golpe. Allendista no era, creo, dicen que era de tendencia demócrata cristiana.

 

Con Fidel hablamos de todo, recorrió los asentamientos, gran parte de la provincia, Fidel es una persona muy inquieta, tiene una gran personalidad, converso con los campesinos, con la CUT, con todos los sectores. Fidel sabía perfectamente que llegaba al fin del mundo y quedo encantado con Punta Arenas.

Converse mucho con él porque ambos somos descendientes de gallegos e hicimos comentarios sobre la tierra de nuestros antepasados. Una noche en mi casa con un grupo de dirigentes nos quedamos hasta las cuatro de la madrugada y después de charlar sobre los más diversos temas a Fidel se le ocurrió ir a Fuerte Bulnes. No pudo ir a Puerto Natales pero prometió que para una próxima visita no dejaría de ir a Ultima Esperanza.

 

Cuando el tema de un posible golpe comenzó a comentarse con bastante insistencia nosotros no creímos posible una acción así pues los mismos generales Berdichevski (2) o Torres de la Cruz, (1) nos decían que no podía ser, que ellos eran constitucionalistas, además, el general de la Fuerza Aérea habla sido piloto del Presidente cuando era un joven oficial y lo unían lazos de cierta amistad y consideración.

 

Ahora pienso que fuimos muy ingenuos.

 

 

Golpe de Estado y Arresto de Esposo Carlos Zanzi (3)

 

El día 10 tuvimos una conversación con el Presidente por teléfono y nos dijo que estemos tranquilos, que si bien es cierto las cosas no estaban bien, y había rumores de un posible golpe, él confiaba en poder mantener tranquila la situación. Dormí con cierta tranquilidad y al día siguiente tenía varias cosas pendientes en mi trabajo. Al levantarme me llevé el susto de ml vida pues al mirar por la ventana de mi departamento en calle Roca veo que estaba rodeado de uniformados con cascos y armas.

 

Eran como las nueve de la mañana. Yo miraba con cierta incredulidad, era algo inesperado, entonces ml marido me retiró de ahí porque empezaron a apuntar hacia nosotros. Prendimos la radio y escuchamos las últimas palabras de Salvador Allende. Vi llorar a mi esposo. Ambos lloramos. Pensamos en Tencha, en sus hijas, en nuestro país. De todas formas empezamos a alistarnos para ir a trabajar cuando llegó un amigo a decirnos que habían detenido a Alberto Marangunic. (4)

 

Esa noche salieron los bandos y en uno de ellos salía Carlos. No dormimos.

Se había comunicado con nosotros gente del Partido para ver la posibilidad de que saliéramos hacia Argentina pues temían represalias por las responsabilidades que teníamos en el gobierno y por nuestra amistad con el Presidente.

 

Carlos me dijo que no tuviéramos miedo. Que él tenía las cuentas claras en su gestión, y que yo por ser mujer difícilmente iba a ser detenida. Hemos actuado con honradez, dijo, no hay que temer. Finalmente, él se presenta a Carabineros acompañado del abogado René Bobadilla, lo llevan a un regimiento y después lo devuelven a casa. El 15 de ese mes lo llevan definitivamente con un gran operativo militar (Septiembre 1973).

 

Yo seguí trabajando en mi negocio y la gran preocupación era saber algo de nuestros hijos que estaban en Santiago. Por lo menos sabia que Carlos estaba detenido aquí. Hasta llegó el rumor que mis hijos estaban muertos. A las horas me dicen que no, creo que fue mi hermana quien me llamó para decirme que les había vistos y que estaban escondidos.

 

 

Detención e Incomunicación en la Cárcel Publica (5)

 

Una tarde, había ido a dejarle comida a mi esposo a su lugar de detención cuando veo que el edificio estaba rodeado por efectivos militares. Le pregunto a un reservista y éste dice que andan buscando a un tipo del MIR. Tuve el presentimiento que era para mí, ya que en ese lugar la única familia de izquierda éramos nosotros. Instruyo a mi empleada para que abran el negocio al otro día, que mantengan la casa, etc. cuando tocan el timbre. Era un coronel a quien yo conocía, y éste me dice, doña Kika, me tiene que acompañar para un interrogatorio. Puse mi abrigo. No, me dice, lleve una maleta. Ahí me di cuenta que no era un simple interrogatorio, sino que me llevaban por un tiempo.

 

-¿Qué van a hacer conmigo? ?pregunto.

 

¡Silencio! -grita el coronel.

 

Llegamos a la cárcel. Dice que siente mucho tener que hacer ésto, pero son órdenes. Yo lo conocía a través de reuniones sociales y por amistades en común.

 

-¿Cómo viene esta señora? -pregunta el Alcaide.

 

-Incomunicada.

 

Fui llevada a un calabozo. Esa noche pasé frío porque estaba sin frazadas ni cama. Recuerdo que pasaban los ratones a mi lado. Estaba aterrada. Al otro día me llevan comida, era un preso cubierto con un pasamontañas, se le veía nada más que los ojos. Cada hora pasaba un gendarme, levantaba la mirilla y alumbraba con una linterna. Perdí la noción del tiempo y no sé cuántos días estuve en esa celda.

 

Después supe que al séptimo día me desmayé. Yo sufría del corazón. Llamaron al medico de prisiones y éste dijo que él no se hacía responsable. Que tenían que convocar a mí medico. Este llegó. Era el Dr. Araneda (6). De inmediato dio orden de trasladarme a la enfermería. Tres gendarmes me llevaron. El doctor indicó medicamentos y se inició mi tratamiento. Estaba totalmente alejada del resto de la población penal. Estuve ocho días hasta que ordenaron que me vistiera porque tenían que trasladarme. A la salida me encontré con dos compañeras que estaban en las mismas que yo: Ema Osorio (7) y Gladys Pozo (8).

Nos abrazamos, pero un guardia dio la orden de no conversar. Abrieron las puertas y nos hacen subir a una tanqueta.

 

- ¿Qué te sucede? -dijo Ema.

 

- ¡Silencio, o disparamos! -contestó un soldado.

 

Estábamos sujetas a lo que ellos determinen. Anduvimos harto rato hasta que la máquina se detuvo y bajamos.

 

 

Regimiento Blindado Rene Schneider en Ojo Bueno: (9) Reclusión y Recibimiento.

 

Es Ojo Bueno -dijo Ema al oído. Yo lo conocía como el regimiento René Schneider. (10) Paradojalmente lo había entregado el Presidente unos meses atrás.

 

Llegamos a un espacio amplio. Como 30 camas para tres personas. Por primera vez comí una sopa que ayudó a recomponerme. Estuvimos cuatro días a la espera.

Unos conscriptos nos daban cigarros a escondidas. Una mañana dicen que tenemos que prepararnos porque nos van a interrogar. La primera en salir engrillada fue Gladys. Después me tocó a mí. Llegamos a una sala donde había mucha gente y olor a cigarro. Tenia una venda, así que no veía.

 

- Te vai a sacar las esposas y los grilletes y te vai a desnudar? dijeron.

 

Por pudor, por decencia, me negué. A tirones sacaron mi ropa. Hicieron preguntas relacionadas con mi cargo, con mi familia. Fue algo tan vejatorio que difícilmente podré olvidar. Tiritaba, tenia frío, miedo. Era mucha gente.

 

- Aquí está el Mayor Hernández -dijo alguien.

 

-Que bueno, dije yo. Mayor Hernández no permita que sigan vejándome. Ud. tiene familia, mujer, madre.

 

Yo lo conocía en las reuniones sociales de la región.

 

-Tú no eres ni mujer, ni madre, ni esposa. Eres una puta allendista –respondió un oficial.

 

Ese fue el recibimiento que tuve.

 

 

Ex Hospital Naval, Palacio de la Sonrisa: (11) Interrogatorios y Torturas con presencia de General Torres de la Cruz

 

Por noviembre empezaron de nuevo. En una oportunidad me llevaron al ex-hospital naval de la calle Colon. Después de la antesala típica hicieron que beba un líquido muy amargo, espeso. Le he preguntado a muchos médicos estos años pero nadie tiene idea qué pudo ser.

 

Me amarraron en una cama, desnuda y perdí el conocimiento. Cuando regresé a Ojo Bueno las chicas dijeron que estuve fuera tres días. Recuerdo que antes de hacerme efecto él liquido en forma total pedía permiso para ir al baño.

Como no me dejaban y era tanta mi desesperación hice mis necesidades ahí mismo. Cuando llegaron los tipos decían, mira la puta allendista lo que se hizo. Apenas lleva unos días y mira lo que pasó. Con una manguera de agua fría me pusieron contra la pared y así me limpiaron. Era difícil determinar el tiempo. Estaba muy confundida.

 

- ¿Qué sabis del Plan Z? (12)

 

-No tengo idea

 

Seguía desnuda y mojada. Pude percatarme que estaba presente el general Torres de La Cruz, mi viejo amigo.

 

- ¿Por qué todo esto, general?

 

-Si habla no le va a pasar nada -respondió.

 

- ¿Pero de qué voy a hablar?

 

-Encontraron la correspondencia suya con Allende, en Santiago? dijo un agente.

 

-¿ Qué tiene de malo? -respondí.

 

Yo me escribo con el Presidente desde hace muchos años. Es amigo de mi familia. Carlos y él me ayudaron a entrar a los centros femeninos de la masonería. Como mi marido es malo para escribir hasta los días de hoy, siempre me dictaba su correspondencia con Salvador Allende. Además, uno de mis hijos vivía en su casa. También nos escribíamos con Tencha.

 

-Cuando lleguen las cartas las vamos a publicar porque son muy comprometedoras, -amenazaron.

 

-Por mí, pueden publicarlas, -dije.

 

Golpeaban mis piernas con una manopla. Colocaban ratas en mi cuerpo, hasta me quisieron hipnotizar. Había un hipnotizador que utilizaban para sacar información. Cuente hasta tres me decía el hombre, pero le dije que no sabía nada, que todo lo había dicho y que no tenía idea de armas. Mientras tanto, a mis compañeras les dijeron que me habían matado, así que cuando llegué se alegraron.

 

Cuando se deshincharon mis piernas de nuevo me llevan a interrogatorio. Como esos días había llegado a vernos el capellán yo iba con un rosario en la mano. En la patrulla que me llego a buscar iba el Mayor Bisquert, que era masón. Fue muy cariñoso, me trato de hermana. Fuimos conversando en la camioneta.

 

-Mire hermana -me dijo? aquí los interrogatorios son muy fuertes, pero si Ud. habla no le va a pasar nada. Yo quisiera que hable, así la voy a defender como hermano, no se preocupe. Antes de llegar me vendó y todo fue igual.

El mismo Mayor Bisquert se transformó en un torturador tremendo.

 

Uno de los agentes dice, tengo ganas de fumar, convidémosle a esta puta también.
El cigarro me mareo y yo escuchaba sus voces y risas.

 

-Así que ahora vienes católica?.

 

-A lo mejor me ha vuelto la fe que me enseñó mi madre desde niña, por eso ando con el rosario -dije.

 

Pescaron el rosario, lo pusieron en el suelo y lo pisaron.

 

?No creas que un rosario te va a salvar, hoy vas a hablar o si no veremos qué hacemos contigo.

 

Uno de los tipos dijo sigamos fumando, pero no hay ceniceros, dijo otro, pero si tenemos cenicero aquí, y empezaron a apagar los puchos en mi cuerpo. Hasta hoy tengo las marcas. En los pechos, en los brazos. Es terrible sentir el dolor cuando varias personas apagan objetos encendidos en tu piel.
No sab{ia que hacer. Yo atinaba a gritar nada más, bien fuerte, pero no hacia ningún efecto en ellos. Estaban como inmunizados al sufrimiento.

 

-Ahora te vamos a conectar con el detector de mentiras, para ver si sabes o no del Plan Z.

 

Me conectaron con unos alambres y los agentes decían que el detector indicaba lo contrario de mis afirmaciones. Estuve toda la noche sometida a sus arbitrariedades. Dormía desnuda en una cama y por la noche entraban a tirarme agua con baldes. Al otro día era domingo y traen a Gladys Pozo.

Querían seguir divirtiéndose.

 

-No pudimos ir al cine por culpa de ustedes, pero las dos van a protagonizar algunas escenas como de película. Una de amor.

 

Ellos querían que Gladys hiciera el rol de hombre y yo de mujer y que hagamos el amor ahí. Parecía divertirlos mucho y reían a carcajadas.

 

-Como toda las upelientas son lesbianas, esto no es ninguna novedad para ustedes.

 

Las dos nos resistimos. Gladys los trató muy mal, ella tenía un carácter muy fuerte. Así que nos dieron una paliza del porte de un buque. Conmigo se les ocurrió jugar a la pelota y pateaban todo mi cuerpo obligándome a subir y bajar una escala. Arriba y abajo había jóvenes esperando. ¡Imagínate cómo quedaron nuestros cuerpos!.

 

 

Amarrada y vendada a las aguas del Estrecho13 por ordenes del Capitán Zamora.

 

Esa noche nos llevan con Gladys a Ojo Bueno. Faltaba poco para llegar cuando detienen el jeep y el Capitán Zamora (14) me hizo bajar.

 

-Vamos a hacer un jueguito muy entretenido -dijo. Esto es una pistola y como no has confesado, tu vida ya no vale mucho. Vamos a jugar a la ruleta rusa.

 

Yo tenia que colocar la pistola en la sien y dispararme. Así lo hice, pero no estaba cargada el arma. Yo pensé que lo estaba y era consciente de que podía morir. Pero en esos momentos uno piensa solo en terminar de una vez con tanto sufrimiento. No pensaba en otra cosa. El Capitán Zamora estaba serio y muy altanero.

 

-Ahora te vamos a dar un baño en el Estrecho -dijo.

 

La Gladys gritó desde el jeep para defenderme y decirles que estaba enferma.

Nunca me olvido de eso.

 

-No sean sinvergüenzas, son unos maricones, dejen a esa mujer que está delicada de salud, ya tiene sus años.

 

Después me contó que la tiraron contra el jeep a culatazos, mientras me internaban en el Estrecho de Magallanes con una soga amarrada al cuello. Ahí supe en carne propia lo que es el agua fría en esta parte del mundo.

 

Iba amarrada por las axilas y el cuello y me hicieron entrar unas ocho veces al mar. No pude ver los rostros de los agentes que hicieron esto porque iba vendada. Yo solo reconocía la voz del Capitán Zamora. Cuando ellos veían que el agua estaba a punto de cubrirme entera tiraban la soga para que saliera a la playa y así sucesivamente.

 

En Ojo Bueno me tuvieron que hacer masajes varios días para recuperarme y bebía agüita caliente. Una vez que me recuperaba, otra vez al ruedo.

 

Mas Torturas en el Palacio de la Sonrisa:

 

Llegaron las cartas de Santiago -dijeron.

 

Otra vez lo mismo. Leyeron todas las cartas de Salvador Allende, las mías, de mi familia. Fueron sesiones larguísimas. De a poco fueron entendiendo que en las cartas no había nada de malo.

 

Pero aquí solo habla de sus hijos -dijeron. Del negocio, de la CORMAG. No hay nada para publicar. No hay nada sensacionalista como nosotros queríamos.

 

Igual leímos todas las cartas. De nuevo soy devuelta, hasta otro día, en que siguieron con sus métodos. Era algo de nunca acabar. A veces empezaban despacio y crecía el ritmo de la tortura vertiginosamente, en los genitales, en los tobillos, yo sentía que saltaba, que llegaba no sé dónde, porque la corriente te hace perder los sentidos.

 

-Esta puta se nos muere, está en las ultimas -dijo alguien.

 

Llegó un médico, tengo la impresión que era un falso médico, por sus modales; empezó a hacerme respiración boca a boca y estaba hediondo a pisco. Enseguida, colocan ratas en mis órganos genitales, las introducían y ellos gozaban haciéndolo, eran verdaderos degenerados sexuales.

 

Ahora pienso que esa gente no eran seres normales y siento angustia al pensar que andan sueltos por nuestras calles.

 

Yo estaba a punto de enloquecer, escuché que pensaban llevarme al hospital psiquiátrico. Cuando llegué a Ojo Bueno, la misma carcelera que antes había sido mala con nosotros se conmovió y les dijo a los militares que ella me iba a cuidar. Licha se llamaba la carcelera. Fue un gesto noble. Yo tenía la boca reventada y no me dejaba beber agua por indicaciones del enfermero de Ojo Bueno.

 

-Puede tener un schock -dijo. Le han colocado mucha corriente.

 

Pasaron muchos días. Cuando mostraba síntomas de recuperación de nuevo me llevaban a las sesiones acostumbradas. Una tarde de nuevo soy desnudada y me tienden en una cama. Me golpean con fuerza en las piernas, cuando veo a dos soldados en posición de violarme. Perdí el conocimiento de nuevo y siempre he quedado con la duda. Hasta los días de hoy tengo pesadillas con esa escena brutal. A esas alturas ya no requerían información, lo hacían por maldad, para saciar sus instintos bestiales.

 

Como, consecuencia de esto sufrí un ataque al corazón en el regimiento. Llegó el Dr. Araneda y dijo que tenían que llevarme a Punta Arenas, a un hospital, porque de lo contrario él no respondía por mi vida.

 

Estaba en muy mal estado, además me faltaban dos uñas de la mano izquierda que la noche anterior me habían sacado los agentes, con un palito hacían palanca para forzar la extracción.

 

-Cuéntanos qué opinaba Allende del general Torres, qué sabes de la masonería.

 

Tenían una verdadera obsesión por descubrir algo grande a través de mis declaraciones. No sabía de armas, las famosas cartas no tenían nada de interés, ¿qué querían ahora?. En la ciudad todo el mundo sabe que Carlos es masón, que éramos amigos de la familia Allende, todo era de dominio publico. Si querían desacreditarnos como personas difícilmente lo iban a lograr porque toda nuestra vida había sido intachable y ahora este absurdo interrogatorio con golpes, doblemente cobardes por abusar de una mujer atada y vendada y más encima enferma del
corazón, ¿qué clase de hombres eran? , ¿por qué tanta saña?.

 

Un día llegan con una grabación qué Fidel Castro hizo en nuestro hogar y con un disco o algo así de Carlos Altamirano. Debes imaginar como me pegaron por ambas cosas. De más está decir que saquearon mi casa, se llevaron objetos de valor. ¿Quién responderá por eso? Mi pelo estaba blanco. El encierro y la tortura estaban dejando sus huellas.

 

 

Inmovilizada durante Explosión del regimiento Blindado en Ojo Bueno:

Enero 1974. (15)

 

La explosión del regimiento me pilló totalmente inmovilizada. Quise salir, arrastrarme, pero no podía. Fueron dos conscriptos los que me sacaron.

 

-Abuelita, abuelita, apúrese, que nosotros la vamos a sacar - dijeron los muchachos.

 

Y me salvaron la vida. Yo había bajado como quince kilos y ellos me alejan del lugar hasta que, posteriormente, me reúno de con mis compañeras.

 

Nos llevan a la cárcel. El Capitán Figueroa, de la marina, nos llevó en un camión y me da una patada, a pesar de las condiciones en que me encontraba.

En la cárcel recibimos la solidaridad de las presas comunes, quienes, a pesar de las amenazas del SIM (16) de no acercase, nos regalaban faldas, hicieron una cazuela, lo que fue toda una fiesta pues estábamos cansadas de tanto comer porotos.

 

En tanqueta nos devuelven a Ojo Bueno. Habíamos perdido todas nuestras cosas. Estábamos en un lugar más reducido y sin comodidades. El Capitán Quiros (17) tuvo gestos amables. Se preocupo de conseguirnos ducha, recuerdo que ese oficial se destaco del resto y es bueno consignarlo en este relato.

 

 

Hospital Naval: (18) Prisioneros Políticos en mal estado.

 

Cuando llegué al hospital naval el Dr. Alejandro Babaic, director del establecimiento se portó muy bien, me dejaron aislada del resto y tuve una buena atención. El único problema que tenia era el aislamiento ya que no podía hablar con nadie. Todo el santo día estaba sola. A través de los biombos veía que era un sector destinado a prisioneros. Así supe que estuvo Ramón Lastra, (19) Abel Paillaman (20), el ex canciller Orlando Letelier (21) Este ultimo iba a mi pieza a conversar unos momentos. No le importaba la guardia y los cosacos le tenían respeto. No te preocupes, me decía, esto va a pasar, vamos a salir todos. Bueno, nosotros salimos y él fue asesinado en Washington. También estuvo Jaime Tohá (22) quien me fue a abrazar. Estaba muy triste por la muerte de su hermano José. Otra noche llegó al hospital el ex senador Aniceto Rodríguez, (23) iba de paso a Santiago. Después supimos que fue desterrado a Venezuela.

 

El daño psíquico fue tremendo. Yo me empecé a dar cuenta porque de repente me encontraba hablando a solas puras tonteras. Come no podía leer ni escuchar radio porque estaba prohibido, me entretenía contando las tablas del techo. De allá para acá y vice-versa. Y nada más. Además, como mi pieza daba a una cancha de tenis cercana sentía el pin-pon de la pelota como un sonido medio enloquecedor. Por esos meses tuve un problema ginecológico y en el sistema de interconsulta llegó a verme el Dr. Jorge Amárales. Como me vio en muy mal estado recomendó al Dr. Babaic que me liberaran.

 

-Estás a un paso de la locura -me dijo, voy a recomendar que te liberen.

 

-Ya me quisieron llevar al psiquiátrico -dije.

 

-No, yo voy a hablar a ver si conseguimos que te lleven aunque sea con arresto domiciliario.

 

A los quince días apareció el Director del Hospital Naval.

 

- Tengo una buena noticia para usted, se para su casa.

 

Me puse a llorar sobre el hombro del doctor. Tuve que irme en silla de ruedas, ya que no podía sostenerme en pie. Escondí en mi cuerpo unos escritos que tenia sobre mi experiencia ahí me subieron a una ambulancia. Era el mes de julio de 1974.

 

Váyase calladita -dijo Babaic.

 

Dos jeeps me fueron custodiando. Pensaba en Carlos, en mis hijos. De mi esposo, sabía que permanecía en Dawson, porque nos autorizaban a mantener comunicación escrita. ¿Qué iba a pasar? ¿Cómo estaban mis cosas, mi familia?

 

En el sector hubo una gran expectación cuando llegué al edificio. Estaban mis padres que eran muy viejitos. Entro Un pelotón y a mi padre le dicen que yo venia con arresto domiciliario, que no podía salir.

 

-A esta mujer no la pueden ver en Punta Arenas. La gente no la quiere, así que para evitar problemas va a estar aquí encerrada.

 

Así estuve esos meses. Hasta septiembre, cuando salió mi marido. Recibí la visita del psiquiatra José Valenzuela y del Padre Goic (25) Este me explicaba la mentalidad de esta gente, una mentalidad bárbara, decía. Pero yo escuchaba poco. Una amiga, Lily Descourvieres, dice que yo pasaba horas y horas sentada en una silla mirando un punto fijo. Ella había conseguido un permiso especial de los militares para irme a visitar.

 

Una mañana, la empleada estaba haciendo el aseo del departamento cuando grita:

 

-¡ Don Carlos baja de un camión!-

 

En ese momento todo cambió para mí. Fue una gran alegría. Cuando entró en el departamento pensé que había pasado un año sin vernos. El venia con mucho ánimo y más delgado, y con la orden de ser relegado a Ovalle. Ni siquiera alcanzó a ordenar sus asuntos comerciales en nuestra tienda, que estaba a cargo de unos primos y de mis padres.

 

Como yo estaba con arresto domiciliario le escribí a las autoridades para solicitarles autorización para acompañar a mi marido. La respuesta fue positiva.

 

Hicimos nuestras cosas y partimos. Había que empezar de nuevo, pensábamos en nuestros amigos, en la gente que seguía en los campos de concentración, pero había que sacar fuerzas porque no sabíamos lo que venía. Todo era incertidumbre. Y el temor a lo desconocido es siempre duro.

 

- Por lo menos, estamos juntos, -pensé.

 

 

Notas del Editor

 

1. General de Ejercito Manuel Torres de la Cruz. Fue intendente durante el gobierno de la Unidad Popular, y era considerado un militar constitucionalista. Formó y fue el jefe de la Junta Provincial de Gobierno. Durante su mando de la región dirigió el periodo m{as violento de la represión en Magallanes (Septiembre 1973 - Febrero 1974). Murió el 2001.

 

2. General de Brigada Aérea José Berdichevsky. Comandante en Jefe de la IV Brigada Aérea con asiento en Punta Arenas. Integró la Junta Provincial de Gobierno en Magallanes en 1973. Bajo su mandato la Fuerza Aérea se convirtió en una temida institución de represión en Magallanes.

 

3. Carlos Zanzi Cucuni. Fue dirigente socialista y vice-presidente de la Corporación de Magallanes durante el gobierno del UP. Estuvo prisionero en el Regimiento Pudeto e Isla Dawson. Posteriormente fue relegado a Ovalle y estuvo exiliado en España. Fue gobernador de la provincia de Magallanes durante el gobierno concertacionista del presidente Alwyn.

 

4. Alberto Marangunic. En 1973, Jefe de Corporación de Fomento (CORFO) en Magallanes. Estuvo prisionero en el campamento Río Chico, Barraca Charlie, en Isla Dawson. Falleció en 1981.

 

5. Cárcel Publica de Punta Arenas. Ubicada en Waldo Seguel entre Bories y Chiloe. En los primeros meses fue recinto de aislamiento temporal y de interrogación de prisioneros políticos. Desde 1974 se empezó a utilizar como recinto carcelario para prisioneros políticos condenados por consejos de guerra.

 

6. Dr. Guillermo Araneda. En 1973 era medico del Ejército con grado de Capitán. Araneda fue  identificado entre Septiembre y Diciembre 1973 dando apoyo médico a los torturadores en el Palacio de la Risa, y otros lugares donde hubo prisioneros torturados. Deja el Ejercito Diciembre de 1973 para seguir estudios en el extranjero. Reside en Punta Arenas.

 

7. Ema Osorio. Una de las primeras mujeres arrestadas en Magallanes. Estuvo prisionera en la cárcel pública y en el Regimiento Blindado.

 

8. Gladys Pozo Marchant era dirigente de la Federación de Mujeres Socialistas en Magallanes en 1973. Estuvo prisionera en la Cárcel Publica y en el Regimiento Blindado Rene Schneider. Condenada en el primer consejo del partido socialista en Magallanes (Noviembre 1973). Exiliada
a Francia, donde reside actualmente.

 

9. El Regimiento Blindado Rene Schneider está localizado en el área de Ojo Bueno de Punta Arenas. Este regimiento se utilizo para recluir a seleccionados grupos de prisioneros políticos. Fue el principal centro de detención de prisioneras políticas en Magallanes. Actualmente se llama Regimiento de Caballería Blindada No 6 Dragones.

 

10. René Schneider era Comandante en Jefe del Ejército. Fue asesinado en 1970 como parte de una conspiración destinada a impedir la asunción de Allende como presidente.

 

11. El Palacio de la Sonrisa o Palacio de la Risa fue el principal centro de interrogación y torturas en Magallanes. Era dirigido por el Servicio de Inteligencia Militar (SIM). Este centro funcionaba en el edificio de ex Hospital Naval, en Avenida Colon entre Bories  y Chiloe, en Punta Arenas. Ver sección  Centros de Torturas y Detenciones y El Palacio de la Sonrisa nos Recuerda el Delito de Tortura en Magallanes.

 

11. El Plan Z fue inventado y presentado por los propagandistas del gobierno militar como la justificación para el golpe militar y derrocar el gobierno democráticamente electo. Era según los militares un plan preparado por los partidos de la unidad popular para tomarse en forma violenta el poder.

 

12. El Estrecho de Magallanes tiene aguas muy frías durante todo el año.

 

13. Capitán de Ejército Mario Zamora Flores, Regimiento Blindado René Schneider. El capitán Zamora, además de torturador, fue Comandante del Campo de Concentración Río Chico en Isla Dawson. Estuvo a cargo del funcionamiento y la represión del campo por dos periodos de varias semanas en Enero y Abril de 1974.

 

14. La explosión del regimiento Blindado René Schneider en Ojo Bueno fue el 3 de Enero de 1974. Este regimiento explotó por negligencia militar. Una fogata de trabajadores cerca de un polvorín que estaba en el medio del recinto hizo explotar el regimiento. En esa fecha se encontraban encarcelados en el regimiento los condenados del primer consejo de guerra del partido socialista (PS) y las prisioneras políticas mujeres de Punta Arenas.

 

15. Servicio de Inteligencia Militar (SIM).

 

16. El capitán de ejército Carlos Quiroz ha sido reconocido por su trato decente a las prisioneras políticas en Regimiento Blindado.

 

17. El Hospital Naval Cirujano Guzmán de Punta Arenas está ubicado en Avenida Bulnes. Este hospital tenía un pabellón especial de aislamiento para prisioneros políticos (1973-1974). Fue utilizado para tratar a un reducido numero de prisioneros políticos en mal estado debido a las torturas. El director del hospital en esa época era el Dr. Alejandro Babaic. Ver articulo de Aristóteles España Hospital Naval.

 

18. Ramón Lastra. Como prisionero político también estuvo en el Hospital Naval. Era director regional de Impuestos Internos durante la Unidad Popular.

 

19. Abel Paillaman Tenorio era dirigente del PS en Puerto Natales y miembro del comité regional en 1973. Estuvo prisionero en el Regimiento Pudeto, Dawson y la Cárcel Publica. Condenado en el segundo consejo del PS en 1974. Exiliado en Holanda. Reside en Puerto Natales.

 

20. Orlando Letelier estuvo prisionero en Isla Dawson. Destacado socialista, fue ministro de exterior y defensa durante la UP. Fue asesinado en Washington, D.C. por la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) el 21 de Septiembre de 1976.

 

21. Jaime Tohá fue Ministro de Agricultura de la Unidad Popular en 1973. Estuvo prisionero en Isla Dawson.

 

22. Aniceto Rodríguez fue senador y ex secretario general del PS. Estuvo prisionero en Isla Dawson. Fue exiliado a Venezuela en Enero de 1974.

 

23. Alejandro Goic Karmelic era sacerdote católico y párroco de la Iglesia Nuestra Señora de Fá­tima en Punta Arenas en 1973. Es el actual Obispo de la Diócesis de Osorno.

 

 

Lugares y personas mencionadas en el Testimonio de Kika de Zanzi

 

Centros de Detención:

 

  • Cárcel Publica de Punta Arenas,
  • Regimiento Blindado ‘Rene Schneider’ en Ojo Bueno.
  • Hospital Naval

 

Centros y Lugares de Tortura:

 

  • Regimiento Blindado ‘Rene Schneider’ en Ojo Bueno.
  • Aguas del Estrecho de Magallanes, costanera norte, antes de llegar a Ojo
    Bueno.
  • Ex Hospital Naval en Avenida Colon

 

Torturadores y Participantes en Tortura:

 

  • Mayor de Ejercito Bisquert - Palacio del Sonrisa
  • Capitán Figueroa, de la Marina.
  • Mayor de Ejercito Hernández, Regimiento Blindado Rene Schneider.
  • Hipnotizador en el Palacio de la Sonrisa.
  • General de Ejercito Manuel Torres de la Cruz. (Presente en torturas en el
    Palacio de la Risa).
  • Capitán de Ejercito Mario Zamora, Regimiento Blindado Rene Schneider

 

Otros Militares y Agentes de Seguridad:

  • General de Brigada Aérea José Berdichevsky
  • Dr. Guillermo Araneda, Capitán de Ejercito.
  • Licha: nombre de carcelera en el Regimiento Blindado en Ojo Bueno.
  • Capitán Carlos Quiroz del Ejercito. Regimiento Blindado
  • Dr. Alejandro Babaic, Director del Hospital Naval Cirujano Guzmán

 

Otros prisioneros políticos:

 

  • Alberto Marangunic (Dawson)
  • Ema Osorio (Cárcel y Regimiento blindado)
  • Gladis Pozo ( Cárcel y Regimiento blindado)
  • Abel Paillaman ( Dawson, Hospital naval)
  • Ramón Lastra (Hospital naval)
  • Orlando Letelier (Dawson, Hospital naval)
  • Jaime Toha (Dawson, Hospital naval)
  • Aniceto Rodríguez (Dawson, Hospital naval)
  • Carlos Zanzi (Pudeto y Dawson)

 

Otros:

 

  • Dr. Jorge Amárales (ginecólogo).
  • Dr. José Valenzuela (psiquiatra).

 

 

Marzo 2002

http://www.dawson2000.com/ana1.htm

Mi memoria es mi verdad: testimonio de la represión

 

Largos años han pasado desde que ocurrieron los hechos... Generaciones de generaciones han vivenciado el dolor in situ de la represión o han recibido como herencia, una historia que no nos enorgullece como chilenos.

 

Hoy, a finales de octubre es la voz de una mujer la que rompe con su silencio para entregar el testimonio vivo de su propia historia: la represión hecha presidio, castigo sin razón, vejamen a la orden del día, muestra alienada de la bestialidad que imperó en tiempos de dictadura y que según sus propias palabras sometió a tantas mujeres como ella a ‘las torturas inhumanas de
estos seres sin compasión’, para después mostrarnos algunos ribetes de la relegación y su posterior exilio.

 

Es Quica de Zanzi (2) quien más allá de todo temor nos muestra su recuerdo en el libro ‘Mi memoria es mi verdad’ de la Editorial Atelí, terminado de imprimir justamente en septiembre de 2002, en la ciudad de Punta Arenas, tras 29 años de los sucesos atroces.

 

Sólo en 142 páginas ‘Mi memoria es mi verdad’ nos entrega nuevas pistas en la reconstrucción de esa historia que a muchos les gustaría sepultar en el olvido. Prologado por Sergio Bitar (2), quien expresa su admiración a la autora por el coraje de publicar sus vivencias, el libro es más allá de todo análisis literario, un mensaje dirigido a la conciencia de los chilenos y que como bien dice la propia Quica de Zanzi narra lo sucedido para que ‘nunca más en Chile se vivan los horrores de pasado’

 

Carlos Vega Delgado (3) nos dice en la reseña de contratapa del libro: ‘Hija de inmigrantes españoles, Francisca González Fernández, más conocida como Quica de Zanzi, vivió una niñez y juventud plena de satisfacciones en esa verdadera Torre de Babel que fue la Patagonia en los comienzos del siglo pasado’, haciendo referencia a parte de la historia familiar de la autora, a la cual nos introduce de inmediato en sus primeras páginas.

 

Un relato lineal y atrayente nos sumerge en sus andanzas de la niñez, la descripción física y psicológica de los personajes que pueblan esta historia familiar, los sentimientos de la adolescencia, el amor que va a llenar la vida de la autora hasta los días de hoy, de la mano de su eterno compañero, Carlos Zanzi. Todo un mundo en equilibrio que se verá truncado por el imperativo del miedo y la represión que vivió la familia Zanzi-González.

 

Comenzar a leerlo nos obliga a devorar cada letra, porque no deja otra alternativa. Sin embargo hay que decir, llegando al capítulo más crudo de la historia necesitaremos fuerza para continuar el viaje. Un sentimiento de impotencia y las ganas de cambiar la historia intervendrán nuestros sentidos.

Pero de eso se trata todo esto y nadie ha dicho que sea fácil recordarlo.

 

Nos quedamos con las palabras de Quica rondando en la cabeza: ‘Se valora a una persona por la fidelidad a sus ideas, por la entereza y valor de soportar lo insoportable. La tranquilidad de la conciencia llega al ser consecuente con los ideales’

 

Este 31 de octubre tendremos oportunidad de compartir con ella la Presentación Pública de ‘Mi memoria es mi verdad’, en el Salón Pacífico de la Corporación Municipal de Punta Arenas.

 

Para Quica no es fácil este momento, pues ha confesado ¿por qué yo he publicado habiendo tantas personas más que podrían hacerlo? Es cierto que son muchas, pero quizás esta sea una señal para que otras voces decidan concluir con su anonimato. La obra ya está hecha y es parte del patrimonio de la humanidad cuyo derecho es conocer la verdad y cuyo deber es entregarla
a sus hijos, para que nunca más se violen los derechos de las personas.

 

Ana M. Guerra

 

Punta Arenas, Octubre 2002.

 

 

Notas editoriales

 

1. Ana Marlen Guerra Encina es poeta, escritora y relacionadora publica. Es corresponsal de Dawson 2000 Derechos Humanos y miembro de la directiva de la Agrupación Cultural y de Derechos  Humanos Orlando Letelier en Magallanes. Es nieta del ex preso político magallánico Atilio Encina.

 

2. Quica de Zanzi recientemente presentó su libro ‘Mi memoria es mi Verdad’ en Punta Arenas. Quica es una ex prisionera política socialista. Fue cruelmente torturada durante sus nueve meses de detención. Fue liberada en Julio 1974 y después acompaño a su esposo a su relegación en Ovalle, posteriormente salieron al exilio a  España. Regresaron a Punta Arenas en 1986. Ver Testimonio Kika de Zanzi.

 

3. Sergio Bitar fue prisionero político en los campos de concentración de Compimgim (Sierra 22) y Río Chico (Isla 10) en Isla Dawson. Era ministro de minería en gobierno de la Unidad Popular en 1973, por el partido izquierda cristiana. Hasta hace poco (2002) era senador por el partido por la democracia.

 

4. Carlos Vega Delgado es un ex prisionero político magallánico. Estuvo preso en el Regimiento Pudeto, Estadio Fiscal e Isla Dawson (barraca Bravo). Es periodista y director de la Revista Impactos, dedicada al rescate el patrimonio antropológico y cultural de Magallanes.

 

 

Ver otros artículos relacionados:

 

  • La Mesa de honor.
  • Saludo a doña Quica.

Alejandro Ferrer y Hernán Biott.

 

 

Editorial Noviembre 2002.

 

Un momento solemne donde el espíritu se pone de fiesta

 

Presentación libro ‘Mi memoria es mi verdad’.

 

Rosa María Lizama.

31 Octubre 2002.

 

 

Quica de Zanzi: Todavia me cuesta perdonar.

Prensa Austral. 1 Noviembre 2002.

 

 

Quica de Zanzi lanza sus memorias.

Prensa Austral. 14 Octubre 2002.

 

Para que Nunca Más torturen a magallánicas.

Elie Valencia, Marzo 2002.

 

Testimonio Kika Gonzáles de Zanzi.

 

Reproducido Marzo 2002.

Kika de Zanzi: Mujer magallánica del año 2001

 

Febrero 2002.

 

Hospital naval.

Aristóteles España, Diciembre 2001.
Nuestras Historias

 

http://www.dawson2000.com/rosamaria1.htm

Fiscalía española pide procesar a siete ex jefes de la DINA por asesinato de Carmelo Soria

24 de Mayo de 2012

https://mail.google.com/mail/ca/?shva=1#inbox/1378021f16745b7a

El fiscal Carlos Bautista solicita también al juez Pablo Ruz que se dicten contra ellos órdenes de detención internacional, además de pedir a Chile la extradición de seis de los imputados y a Estados Unidos la del séptimo.

por EFE

La Fiscalía de la Audiencia Nacional española pidió este jueves el procesamiento de siete ex responsables de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) por su presunta participación en el secuestro y asesinato del diplomático español Carmelo Soria, ocurrido en 1976.

El fiscal Carlos Bautista solicita también al juez Pablo Ruz que se dicten contra ellos órdenes de detención internacional, además de pedir a Chile la extradición de seis de los imputados y a Estados Unidos la del séptimo.

Según el fiscal, que califica los hechos como constitutivos de un delito de genocidio, asesinato y otro de detención ilegal, la jurisdicción española es competente para investigar estos delitos porque su persecución en Chile “no ha sido efectiva”.

Bautista pide el procesamiento del exdirector delegado de la DINA, Juan Guillermo Manuel Contreras Sepúlveda, al considerar que fue quien ordenó “de forma directa” al jefe de la brigada Mulchen, el capitán Guillermo Humberto Salinas Torres, el secuestro y asesinato de Soria.

El resto de peticiones se refieren a los capitanes Jaime Lepe Orellana y Pablo Belmar Labbe, al teniente René Patricio Quiloth Palma y al sargento José Remigio Ríos Sanmartín, todos ellos miembros de esa brigada.

El jefe de la agrupación Quetropillán de la DINA, Michael Vernon Townley Welch, es el séptimo reclamado, ya que, según el fiscal, cedió la casa en la que fue torturado y asesinado el diplomático español porque funcionaba como centro clandestino de interrogatorios.

La Fiscalía sostiene que los hechos ocurrieron el 14 de julio de 1976, cuando Soria, que trabajaba para la Comisión Económica de la ONU para América Latina y el Caribe (CEPAL) en Santiago, regresaba a su casa en su coche y Ríos Sanmartín y Lepe Orellana -vestidos de carabineros- “pretextaron una infracción de tráfico”, lo detuvieron y se lo llevaron a la vivienda ocupada por Townley.

“Soria fue torturado -maniatado y con la cara vendada- durante varias horas, en las cuales le fracturaron todas las costillas (…) a fin de que les dijera si tenía relación con el Partido Comunista de Chile y cuál era su misión en el país, y ya con la idea de asesinarle y hacer pasar su muerte como un accidente de tráfico, le inyectaron (…) media botella de pisco”, detalla el escrito.

El interrogatorio fue dirigido por el capitán Lepe Orellana y en el participaron el capitán Juan Delmas (ya fallecido), Belmar, Quiloth, Ríos y Salinas, que fue el autor del “estrangulamiento manual” del diplomático español.

Para encubrir el asesinato, llevaron el vehículo de Soria y su cadáver hasta el Canal del Carmen y allí hicieron que se precipitara al vacío y tiraron el cuerpo al canal, que fue encontrado el día 16 con una nota -”simulada por sus captores”- en la que un supuesto amigo le contaba presuntas infidelidades de su esposa.

El relato del fiscal sostiene que este asesinato se produjo dentro del “proceso de represión sistemática y eliminación de opositores al régimen militar emprendido por la dictadura chilena”, en la que la DINA sólo obedecía y respondía ante la Junta Militar de Gobierno y más tarde, exclusivamente, ante el dictador fallecido Augusto Pinochet.

Bautista recuerda que este procedimiento fue archivado en Chile en 1996 por aplicación de la ley de amnistía, que, a su juicio, es un “acto material de autoamnistía” de la dictadura militar que “se camufló bajo la apariencia de norma jurídica, no obedeciendo a decisión alguna de un parlamento democrático en el ejercicio de la soberanía del país”.

“No fue una reivindicación considerada necesaria e indispensable para desmontar el entramado del régimen militar, sino una garantía de futuro autoconcedida por el régimen. No tuvo un sentido de reconciliación, sino de imposición”, señala el escrito.

El fiscal sostiene asimismo que el proceso fue cerrado en Chile por una amnistía que “no resulta aplicable en nuestro ordenamiento, a diferencia de lo que sucede con la Ley (de Amnistía) española”, y recalca que supone un “obstáculo que hace imposible la persecución eficaz del delito en el lugar de los hechos”.

Este procedimiento surge a raíz de una querella presentada por la Fundación Española Presidente Allende contra quince exmilitares a los que relaciona con la muerte de Soria y que el juez Baltasar Garzón admitió a trámite en 2001.

EL ÚLTIMO CUARTEL DE LOS QUE UN DÍA FUERON DUEÑOS DE LA MUERTE (3)

Punta Peuco III: El otro muro que divide a militares y carabineros

http://ciperchile.cl/2012/04/24/punta-peuco-iii-el-otro-muro-que-divide-a-militares-y-carabineros/

Por : Verónica Torres en Reportajes de investigación

Punta Peuco es, como toda cárcel, un botadero en que la sociedad esconde sus problemas y sus desechos. Pero aún en esos lugares olvidados el clasismo chileno se las arregla para establecer sus distinciones y un militar que ha matado se siente muy superior a un carabinero criminal. Y ambos se consideran algo muy distinto al gendarme que debe custodiarlos. Mañana se abrirá el testamento de Augusto Pinochet y tal vez haya claridad sobre el tamaño de su fortuna. En Punta Peuco está el otro legado del dictador.

Vea también: Punta Peuco II: Los cachureos del Guatón Romo

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Con su metro ochenta a cuestas, José Florentino Fuentes Castro se pasea por la cocina del módulo que habita en Punta Peuco con un paño en el hombro. Viste buzo y zapatillas. Cuando era joven, por su contextura gruesa le decían “El Buey”. Aunque usa audífonos, apenas escucha. Su esposa nos pide que le hablemos fuerte y “bien modulado para que él pueda leer los labios”.

Es el domingo 18 de diciembre. En la puerta de su celda Fuentes Castro colgó una imagen del Viejo Pascuero. Luego de estar más de 15 años encerrado, su celda es su verdadera casa. Está condenado a cadena perpetua y probablemente, como Osvaldo Guatón Romo, también muera en la cárcel. En 1985, cuando él tenía 35 años y era un suboficial de Carabineros, degolló a Santiago Nattino, militante comunista, publicista y pintor. Nattino tenía entonces 61 años, uno menos de los que Fuentes Castro tiene hoy.

“Recuerdo que Nattino no dijo nada, iba muy débil; se lo puso en el suelo de espalda. Sáez (el carabinero Alejandro Sáez) lo tomó de la cabeza y el Pegazo (el carabinero Claudio Salazar) le tomó los pies, estaba también el Fanta (el civil y ex dirigente comunista Miguel Estay). Yo le hago un corte”, confesó Fuentes finalmente ante un juez después de transcurridos nueve años del crimen.

En esa misma terrible jornada del 29 de marzo de 1985 fueron asesinados también los militantes comunistas José Manuel Parada, entonces jefe de documentación de la Vicaría de la Solidaridad; y Manuel Guerrero, dirigente gremial de los profesores. El triple crimen se conoció como el Caso de los Degollados. Su brutalidad heló la sangre de los opositores a Pinochet, precisamente lo que sus autores intelectuales buscaban.

“José Fuentes fue castigado a cuatro días de internación en celda solitaria por amenazar a otro carabinero, el coronel (r) Iván Quiroz, ex alto mando de la CNI y brazo derecho de Álvaro Corbalán”.

La crisis económica a partir de 1983 había provocado masivas protestas en Santiago y otras ciudades del país. Al comenzar el segundo semestre de 1984, la gente estaba ganando la calle y perdiendo el miedo. Era necesario hacérselos encontrar de nuevo. Paralizarlos de terror. A Fuentes sus superiores le dijeron que Nattino, Parada y Guerrero “eran responsables ideológicos de las muertes de varios carabineros y que, debido a que los tribunales eran inoperantes, había que buscar justicia propia”, contó Fuentes a Ciper.

La esposa de Fuentes agregó que a su marido lo picanearon con otro motivo más: “Le dijeron que tenía que mojarse el potito y demostrar que no era como su papá”. El padre de Fuentes era un comerciante aparentemente ligado al Partido Comunista.

Tras azuzar a los demonios, otros más arriba en la escala del poder pudieron usufructuar del pavor generado, sin mancharse las manos. Fuentes dice que sólo conoció a los oficiales que tenía inmediatamente sobre él. Son también carabineros y están presos en Punta Peuco. Al igual que un grupo de militares a los que tanto detesta.

-Ninguno de estos huevones son héroes. No merecen privilegios. Son todos asesinos. Se creen que son O’Higgins, pero son todos delincuentes –dice José Fuentes Castro respecto de los militares.

Las palabras de Fuentes no hacen más que evidenciar uno de los hechos de los que jamás se habla cuando se menciona a Punta Peuco: el profundo quiebre entre militares y carabineros y entre oficiales y suboficiales. Un muro invisible los separa y el transcurso del tiempo y la continuidad de ciertos privilegios no ha hecho más que reforzarlo.

APUNTEN AL MODULO 1

José Fuentes vive en el Modulo 4 de la cárcel especial. A los oficiales de Ejército de más alto grado los ubican en el Modulo 1. Están separados sólo por unos centenares de metros. Y aunque Punta Peuco es, como toda cárcel, un botadero en que la sociedad deja sus problemas y sus desechos, en su interior son otras las normas que rigen. Otros códigos que hacen que un militar que ha matado se sienta superior a un carabinero también criminal. Y ambos se sienten algo muy distinto al gendarme que debe custodiarlos.

El Módulo 4 tiene una reja como puerta de entrada y una caseta de vidrio desde la cual un gendarme armado los vigila. Pegada en el vidrio está la lista de libros del penal: “Quijote de la Mancha”, “Dulces Chilenos”, “Barrabas”, “Tarde he llegado a amarte”, “Adagio Confidencial”, “Historia de las Elecciones: Tomo I”, “La Quinta Montaña” de Paulo Coelho, “Mala Onda” y “Sobredosis” de Alberto Fuguet. También hay una hoja firmada por el alcaide que pide “que se eviten los garabatos y los gritos” durante los horarios de visita. Pero este domingo al menos casi no hay ruido, salvo por una radio que suena desde una de las celdas.

La celda de José Fuentes es una pieza individual. Pero debe compartir la ducha, la cocina y un hall, que los internos acondicionaron como living-comedor. Allí hay un gran ventanal que da a un patio donde se distinguen un par de árboles, una hilera de rosales rojos y amarillos, cultivos de ají y acelga y una gruta donde instalaron una figura de la Virgen del Carmen.

Estar allí en ese ambiente apacible, con José Fuentes Castro, uno de los criminales más conocidos de la dictadura, es como estar acompañando a un jubilado que pasa sus últimos días en una casa de reposo. Pero la percepción es un error, por supuesto, porque por esas habitaciones se pasean libremente César Palma, civil, ex miembro del Comando Conjunto; Rubén Barría, carabinero, condenado por el homicidio de un grupo de menores en Puente Alto; Maximiliano Ferrer Lima, ex alto mando de la DINA y ex jefe del grupo más secreto de la Brigada de Inteligencia del Ejército, BIE, entre otros.

De pronto, se abre la reja exterior del módulo y un gendarme ingresa a la carrera trayendo una encomienda. Tras él se asoma Basclay Zapata, El Troglo. Es flaco y de ojos pequeños y su tez morena hacen más notorias sus canas. Viste polera de fútbol y se inclina para decirle al gendarme: “mi cabo, ¿lo ayudo?”.

Por su físico a Zapata le resultaría difícil amedrentar a un curso de niños de octavo básico. Pero en el libro “119 de nosotros” Viviana Tamblay cuenta cómo en los ’70, Zapata sí provocaba terror cuando era uno de los más activos agentes operativos de la DINA. Viviana dice que su hermana Bárbara y el marido de ésta, Edwin van Yurik, fueron detenidos por la DINA y llevados a Londres 38. Viviana no supo más de sus parientes (ambos militantes del MIR) hasta que logró hablar con Cristián -hermano de Edwin- quien sobrevivió luego de ser detenido y torturado:

-Me dijo que jamás olvidará el dolor e impotencia que sintió en esos momentos de ingreso al infierno. Lo llevaron a una pieza a mirar primero la tortura de su hermano Edwin. En el recinto estaban Osvaldo Romo y Basclay Zapata. Luego trajeron a Bárbara y Zapata la violó. Edwin se levantó ensangrentado por los golpes recibidos y lo escupió con su propia sangre.

Hay decenas de otros testimonios que cuentan en detalle los horrores a los que sometía a los prisioneros Basclay Zapata. Nada de aquello se delata en el caminar del hombre empequeñecido que ahora acompaña al gendarme a la cocina. Fuentes lo mira pasar y dice en voz baja: “Este es el asesino más grande de la historia”. Viniendo de uno de los degolladores, la frase suena terrorífica.

Desde 2007 Basclay Zapata y José Fuentes Castro son compañeros de módulo en Punta Peuco. El problema es que Fuentes no lo soporta. Cuenta que apenas Zapata llegó, se apropió del taller de carpintería que está en el patio. Puso unos banderines que dicen “COMANDO” y dos fotos donde Basclay Zapata aparece posando junto a Augusto Pinochet. Así marcó la diferencia.

-Acá en Punta Peuco hay dos cárceles y los milicos mandan en las dos -dice Fuentes.

Fuentes relata que para el terremoto de febrero de 2010, los gendarmes fueron a su módulo a ver cómo estaban los reclusos. “Pero luego se fueron y cerraron con llave, no obstante que ocurrían réplicas constantes a esa hora y existía un peligro evidente”. Un detalle a Fuentes no se le olvida: “Las puertas del Módulo 1, el de los oficiales de Ejército, quedaron abiertas”.

CIPER consultó a Gendarmería sobre este incidente. El Departamento de Comunicaciones informó: “No existe registro alguno que indique que no se le abrieron las puertas a los internos del Módulo 4 y sí a los del Módulo 1. Ese tipo de detalles tan subjetivos no se anotan, tan sólo que no hubo heridos en Punta Peuco y nadie se escapó”.

En el Módulo 1 estuvo preso entre 1995 y 2001 el general (r) Manuel Contreras, ex director de la DINA, a cuyo encarcelamiento se debe la creación de Punta Peuco. En esos años los presos militares ni siquiera tenían contacto visual con Gendarmería. La cárcel se había diseñado para que los militares fueran custodiados por militares y los gendarmes quedaban afuera del módulo. Al punto que con sus cámaras ni siquiera podían enfocar hacia el interior del recinto. Más que círculos de vigilancia parecían dos anillos de protección a los presos. A Contreras se le permitía celebrar su cumpleaños como si estuviera en su casa, con brindis hasta tarde y visitas fuera de horario.

A partir de 2003, Gendarmería quedó a cargo de la custodia total. Pero los militares que llegaron al Módulo 1 jamás dejaron de sentirse merecedores de un trato “vip”. Ahora sus ocupantes de más alto rango son el ex jefe del Departamento Exterior de la DINA, el general (r) Raúl Iturriaga Neumann (quien se declaró en rebeldía el año 2007 negándose a cumplir presidio en Punta Peuco tras ser condenado a 5 años y un día como autor del secuestro del militante del MIR Luis San Martín Vergara, desaparecido desde 1974); y el ex jefe operativo de la CNI, el mayor (r) Álvaro Corbalán Castilla (quien fue también comandante del Cuartel Borgoño de la CNI y de la División Antisubversiva y tuvo relación directa con Augusto Pinochet). Ambos se consideran “presos políticos”.

En septiembre de 2010, para el Bicentenario de la Independencia, los presos de Punta Peuco organizaron una huelga de hambre. Buscaban que el Presidente Sebastián Piñera los incluyera en la propuesta del “Indulto Bicentenario” presentado por la Iglesia Católica, luego de que en julio el Presidente dijera en una conferencia de prensa en La Moneda que quedarían excluidos de estos beneficios los condenados por delitos especialmente graves, “como lo son los delitos de lesa humanidad”.

Participaron Iturriaga, el coronel Juan Morales Salgado; los brigadieres Fernando Polanco, José Zara y Christoph Willike; el teniente coronel Emilio Neira, el mayor Carlos Herrera Jiménez y los tenientes Jorge Vargas Bories y Sergio Rivera (este último ex oficial de la Marina).

Se autodenominaron “Agrupación de Militares Presos” y enviaron un comunicado al diario La Nación explicando que con la huelga buscaban la libertad de todos los suboficiales y civiles presos (que fueron agentes en los grupos de inteligencia de la dictadura); y la pena única y máxima de 10 años para los casos donde la condena fuera igual o mayor a esa cantidad, incluido el presidio perpetuo. “Del mismo modo como se hizo en los gobiernos de los ex presidentes Aylwin y Lagos para liberar a 282 presos políticos por actividades subversivas” agrega el comunicado.

La huelga duró menos de una hora.

-Y ese día, este tonto del Basclay Zapata gritaba: ¡la huelga, la huelga! -recuerda José Florentino Fuentes Castro.

Al día siguiente, Jorge Balmaceda, el abogado de Raúl Iturriaga, informó al diario La Nación que los nueve militares habían declinado la huelga luego que el comandante de la Guarnición de Ejército de la Zona Metropolitana, general Marcos López, les pidiera “a los ex uniformados no empañar las actividades programadas por las Fuerzas Armadas para conmemorar el Bicentenario”.

Una versión muy distinta entrega José Fuentes Castro. El afirma que los militares sencillamente no se atrevieron a seguir adelante.

No es extraño que Fuentes sea acusado por sus compañeros de ser un interno “conflictivo”.

El 6 de diciembre de 2009 -según aparece en un documento de Gendarmería- José Fuentes fue castigado a cuatro días de internación en celda solitaria por amenazar a otro carabinero, el coronel (r) Iván Quiroz, ex alto mando de la CNI y brazo derecho de Álvaro Corbalán. Fuentes le dijo a Quiroz “que lo mataría por cuanto no tenía nada que perder señalando como motivación de su amenaza que la esposa de Quiroz Ruiz habría lanzado el auto particular de esta sobre su esposa”, se relata en el documento.

La disputa con Quiroz Ruiz fue temeraria. Este coronel de Carabineros tiene fama de duro, cruel y despiadado. Está preso por los 12 asesinatos de la Operación Albania y lo espera una nueva condena por el secuestro, tortura y muerte de los últimos cinco desaparecidos en Chile, en septiembre de 1987. Por eso mismo Quiroz se resistió hasta el final en llegar a Punta Peuco. En 2008 permaneció más de cuatro meses prófugo hasta que fue aprehendido en San Pedro de la Paz, cerca de Concepción. Allí se había atrincherado en un círculo de protección que hasta hoy le sigue siendo fiel.

Nada de aquello le importó a José Fuentes. Igual arremetió. Y lo mismo hizo el 12 de mayo de 2010,cuando lo volvieron a sancionar por haber escupido en la cena del carabinero Blas Barraza, condenado por el homicidio del sacerdote Gerardo Poblete (el 21 de octubre de 1973), “quien golpeó con el puño a Fuentes en la zona dorsal produciendo la reacción de Fuentes quien lo amenazó con un cuchillo”.

Fuentes dice que fue un plan urdido en su contra entre Gendarmería y otros internos para que terminara sus reclamos en contra del alcaide de entonces, Eduardo Muñoz, quien aparece en los documentos incautados a Álvaro Corbalán como uno de los gendarmes de plena confianza.

-Yo no tengo enemigos, pero no desconozco que algunos de ellos me tengan a mí como su enemigo. Algunos de ellos me prejuzgan, llegando incluso a hablar de mí sin haber intercambiado nunca palabra alguna conmigo. Muchas veces me sorprendo yo mismo de que se me trate como un individuo propenso a la violencia y no como un defensor de mis derechos frente a la opresión exagerada de ellos mismos –dijo José Fuentes a CIPER.

Este ex suboficial de Carabineros afirma que todos estos años de encierro le han permitido retomar con más fuerza los “ideales que tenía en mi juventud”. Ideales que según él, heredó de su padre, Florentino Fuentes, un comerciante de la localidad de El Sauce afín al Partido Comunista, quien ya había fallecido en los días de 1985 cuando Fuentes mató a Santiago Nattino.

LA EXPLICACION DEL JUEZ

“Hay más suboficiales que oficiales presos. Pareciera que nadie comandó el combate a la subversión que, por cierto, lo hubo en Chile”, dijo Herrera Jiménez a la revista Cambio 21.

El ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Joaquín Billard, quien investigó el asesinato del sacerdote salesiano Gerardo Poblete, entre otros muchos crímenes cometidos durante los 17 años de dictadura, tiene una explicación polémica sobre esas brutalidades y sobre el tipo de hombres que está encerrado en Punta Peuco:

-Después del Golpe de Estado, se dejó a la ciudadanía en manos de gente baja. Cuando llegaba a una casa una patrulla, no era una patrulla de generales: era de conscriptos. ¿Y qué es un conscripto? Un gallo de la población La Bandera al que le pasan un fusil y lo sueltan. ¿Es distinguido, es pariente del Duke de York? No. Es un roto de mierda. Se dejó a la ciudadanía en manos de esa gente. Y esta no es una conclusión que sacó sólo yo. La sacan todos los que han investigado estos casos. Le digo más, si volviera a haber un Golpe de Estado, ¿a quién cree que mandarían? A esos mismos. ¿Y qué harían? Lo mismo. Por eso, hay que cuidar la democracia –sostiene el juez Billard.

Lo que dice el juez es una de las interpretaciones más usadas para explicar la amplia gama de formas de matar y torturar a las que acudió la dictadura. En los círculos sociales altos chilenos, que admiraban a Pinochet por haber extirpado “el cáncer comunista”, se sigue nombrando a la violencia de esos años como “excesos” de unos pocos que desobedecían las órdenes del mando.

Esa discriminatoria explicación, distorsiona la realidad. Por una parte, presume el buen comportamiento de los oficiales (evidentemente no hay pruebas de que la violencia o las conductas sicopáticas estén asociadas a determinado nivel de ingreso o de formación). Pero además, al atribuir las brutalidades a los jóvenes pobres que hacían el servicio militar -que por entonces era obligatorio- o que se desempeñaban al igual que Fuentes Castro como suboficiales, se deja libre de toda responsabilidad a la estructura militar a la que estaban sometidos. Ignora las órdenes que emanaban de “generales” y del poder que tenían éstos de mandar a matar “al roto” desobediente si no se portaba como el “roto de mierda” que necesitaban para sus fines.

Un oficial de Ejército que llegó a ser uno de los más feroces agentes operativos de la CNI y de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE), pone las cosas en una perspectiva distinta. Se trata de Carlos Herrera Jiménez, autor del homicidio del sindicalista Tucapel Jiménez, entre otros delitos graves que lo tienen recluido en Punta Peuco, condenado a cadena perpetua. Herrera Jiménez es uno de los pocos oficiales que se ha arrepentido públicamente de sus delitos y ha desarrollado una reflexión al respecto en la que crítica justamente el hecho de que los oficiales no han asumido que detrás de cada uno de los horrores hubo una orden y un superior.

Las cifras del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, lo avalan. A septiembre del 2011, había sólo 40 generales procesados o condenados de todas las ramas castrenses, versus 82 coroneles, 42 mayores y 338 suboficiales.

-Hay más suboficiales que oficiales presos. Pareciera que nadie comandó el combate a la subversión que, por cierto, lo hubo en Chile. La gran mayoría de los oficiales, al momento de deponer judicialmente, o eran analistas o se desempeñaron como funcionarios administrativos o bien repartían el rancho -dijo Herrera Jiménez a la revista Cambio 21.

El oficial DINE hizo esas declaraciones para criticar el homenaje que organizó el alcalde de Providencia Cristián Labbé al brigadier (r) Miguel Krassnoff, quien fue alto mando de la DINA y está condenado a más de 100 años de cárcel por crímenes que él jamás ha reconocido. En el homenaje organizado por Labbé en el Club Providencia -y que fue cuestionado por Contraloría-, se lanzó la cuarta edición del libro “Miguel Krassnoff: Prisionero por servir a Chile”, de Gisela Silva Encina.

-No resulta creíble que el Poder Judicial se haya equivocado en más de 20 oportunidades al dictar sentencia condenatoria en contra del brigadier -afirmó Herrera.

Y aunque criticó a Labbé por el homenaje, puntualizó¬: “Más equivocado ha estado Krassnoff al insistir majaderamente en su inocencia”.

Para Herrera Jiménez, junto con la deuda no asumida por la oficialidad chilena hay también otra responsabilidad ausente: “Ciertamente fuimos el brazo armado de la derecha económica. Qué duda cabe… Quizás por ello ahora nos desprecian. Atávicamente este sector político se ha servido de los militares. La historia es pródiga en señalar los hechos que así lo señalan”, dijo.

En una línea más íntima, Herrera ya había hablado de esa utilización en una entrevista concedida a Mónica González en 2001.

-¿Ha hablado de todo esto con su esposa? ¿Necesita su perdón? 
No, lo hago porque así sé que todo aquello que viví es verdad. Si bien es cierto estuve en todas las cosas de las que hemos hablado, ¡también vivo con mi familia!, con hijos que son críticos. Mire… ¡no me es… fácil! Aún no he superado el hecho de que apenas llegué a Chile desde Argentina, me dieron esa terrible patente de asesino. Frente a mis hijos es una situación bastante difícil. Porque igual uno tiene que inculcarles a los hijos valores, la necesidad de cumplir con las normas mínimas de convivencia social…Y perfectamente podrían haberme dicho: “¡Y con qué moral me lo estás diciendo!”. Esa tranca a lo mejor la tengo todavía… Julia me reprocha muchas veces el que no sea todo lo severo que debiera con ellos. A lo mejor, yo mismo me retaco, porque pienso que mis hijos van a decir: “¡Con qué moral me habla este viejo!”. Sí…, es cierto, debo tener muchas trancas… Y cuando pienso que todo eso lo hice a la edad que tiene mi hijo mayor ahora… Lo miro, ¡y es un niño! Debo tener trancas, muchas trancas. Mire, no estoy legitimando lo que viví, tampoco lo que hice. Lo legitimé en esa época, pero nunca lo gocé. “¡SI, ME SIENTO USADO!”

En Punta Peuco, enemistado con los otros militares, Herrera Jiménez dedicó tiempo a hacer grabaciones de lecturas para un instituto de ciegos, como relató una nota en The Clinic. Entre los libros que grabó, está La Divina Comedia. Resulta impactante oírlo declamar los versos de Dante, en particular la inscripción que están en la puerta del Infierno y que recibe a las almas pecadoras:

“Vosotros que entráis aquí, abandonad toda esperanza”.

Para las familias de muchos de los hombres que hoy cumplen condena en Punta Peuco, no hay frase más exacta. (Continuará)

* Esta investigación fue financiada por elInstituto de Prensa y Sociedad (IPYS – PERÚ).


EL ÚLTIMO CUARTEL DE LOS QUE UN DÍA FUERON DUEÑOS DE LA MUERTE (1)

Punta Peuco I: La fallida operación de inteligencia de Álvaro Corbalán

El tiempo marca las horas y los días sin tregua para los 49 hombres que cumplen condena en Punta Peuco por crímenes que cometieron en dictadura. En los muros del penal nada indica que allí están los represores que fueron dueños de la vida y la muerte de miles. Pareciera que la historia borró sus pasos y sus rostros. No hay un cordón de seguridad al estilo de los que se ven en otros penales. Pero no hay que equivocarse. En Punta Peuco incluso se diseñan operaciones de inteligencia. Como la que orquestó Álvaro Corbalán y que presentamos en esta primera entrega de una serie de reportajes de CIPER sobre Punta Peuco.

Vea las fichas de todo los condenados en Punta Peuco en la pestaña “Documentos asociados”.

En mayo del año pasado, personal de Gendarmería detectó una operación de inteligencia en la cárcel de Punta Peuco. Estaba diseñada por el oficial de Ejército Álvaro Corbalán Castilla, ex jefe operativo de la Central Nacional de Informaciones (CNI) y ex integrante del Comando Conjunto, condenado a cadena perpetua por crímenes cometidos en la dictadura de Augusto Pinochet.

El hecho fue relatado a CIPER por funcionarios de la institución que pidieron reserva de su identidad. La operación tenía como pieza central un documento que fue incautado en la celda de Corbalán, en el Módulo 1 del penal, y cuyo destinatario era el Presidente Sebastián Piñera.

En el memorando de 10 páginas, al que CIPER tuvo acceso, Corbalán le expresaba al Mandatario la intención de colaborar con su gobierno desde la cárcel para evitar que regresara nuevamente la Concertación al poder. “El voluntario apoyo que progresivamente se propone, será entregado a partir de esta fecha (mayo 2011) y tiene como único objetivo hacer llegar un aporte en beneficio que a este gobierno le vaya lo mejor posible y que no volvamos a caer en las manos de la Concertación”, escribió.

Corbalán sugirió en su escrito vías para neutralizar políticamente a Michelle Bachelet y esbozó estrategias para detener “la acción subversiva” en La Araucanía y de los grupos anárquicos. Aunque no explicitó esas vías en su escrito, no es un misterio cuál es su estilo en materia de inteligencia. Quedó estampado como una marca de fábrica en la Operación Albania (junio de 1987) donde 12 miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez fueron detenidos por la CNI en distintos lugares, luego fueron asesinados y trasladados a un sitio donde se hizo creer que habían muerto combatiendo contra los CNI.

Disfrazar como una batalla lo que fue una masacre: esa era su rúbrica.

Junto con el general (r) Manuel Contreras y otros miembros de la DINA, como los oficiales de Ejército, Miguel Krassnoff y Pedro Espinoza, Corbalán es uno de los militares con más condenas por violaciones a los derechos humanos. Tiene cadena perpetua por el homicidio calificado del carpintero Juan Alegría Mundaca (asesinado el 11 de julio de 1983 y cuya muerte fue presentada como el suicidio del homicida del líder sindical Tucapel Jiménez), además de las condenas por el homicidio calificado de la joven militante del MIR Paulina Aguirre (asesinada el 29 de marzo de 1985, la misma noche en que mataron a los hermanos Vergara Toledo en Villa Francia); por la muerte del periodista y dirigente del MIR José Carrasco Tapia (asesinado el 8 de septiembre de 1986) y por los 12 homicidios de la Operación Albania.

Según la base de datos del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, a la fecha Corbalán suma además una condena en primera instancia como autor de cuatro homicidios calificados, tres acusaciones por homicidios y secuestros calificados y cuatro procesamientos, entre ellos, uno por torturas en contra del diputado Sergio Aguiló (diciembre de 1981).

Un aspecto muy delicado del documento que le incautaron a Corbalán, son los detalles que el ex agente menciona sobre las vidas privadas y profesionales de los funcionarios de Gendarmería que lo custodian en Punta Peuco. Corbalán da pruebas de conocer la vida íntima de oficiales de alto rango en Gendarmería e incluso del director nacional, Luis Masferrer, datos que son presentados tal como se hacía en los dossier de quienes eran objeto de seguimiento por las brigadas de la CNI.

Corbalán se apoya en estos antecedentes para sugerir que se destine en puestos estratégicos a funcionarios de lealtad confirmada con el nuevo gobierno. Uno de ellos es Eduardo Muñoz Bravo, alcaide de Punta Peuco en 2009 y actual asesor del subdirector operativo de Gendarmería. Corbalán lo retrata como “el mejor elemento de la institución”, propone que sea reclutado por la Agencia Nacional de Inteligencia del Ministerio del Interior (ANI) y que además trabaje cerca del director nacional Masferrer, informándole de lo que pasa al interior del servicio.

Los funcionarios que denunciaron la existencia de esta operación de Corbalán a CIPER, sostienen que mientras Muñoz Bravo estuvo a cargo de Punta Peuco tuvo muy buenas relaciones con el ex agente de la CNI. Por eso, no les resultan extraños estos elogios y tampoco los que le prodiga a Emilio Alfaro -primo de Muñoz Bravo y actual asesor de Masferrer- a quien Corbalán califica como “alguien indispensable y de total confiabilidad”.

Dentro de los funcionarios mal catalogados por el prisionero de Punta Peuco, está el coronel Heriberto Muñoz Díaz, ex jefe del Departamento de Seguridad de Gendarmería. Según las fuentes consultadas por CIPER, mientras el coronel Muñoz estuvo en ese cargo, ordenó que los militares presos fueran esposados a sus controles médicos en el Hospital Militar, tal como lo fija el procedimiento de Gendarmería para el traslado de todos los presos comunes. La medida fue rechazada por los ex militares y en 2011, durante la visita que hicieron ministros de la Corte de Apelaciones a Punta Peuco, alegaron que se trataba de un trato “innecesario y humillante”.

Corbalán le escribió a Piñera que el coronel Heriberto Muñoz no reunía las condiciones necesarias para el puesto de jefe del Departamento de Seguridad. Meses después de la incautación del documento, el funcionario fue desvinculado de Gendarmería.

Los miembros de la institución que hablaron con CIPER creen que la sugerencia de Corbalán fue uno de los motivos de su salida. CIPER solicitó en reiteradas oportunidades una entrevista con Luis Masferrer, pero la Dirección de Comunicaciones de la institución indicó que el director no se referiría al tema.

VOCES DEL PASADO

No está claro qué efectos tuvo al interior de Gendarmería el documento de Álvaro Corbalán. Pero algo debió pasar. Sobretodo por la cantidad de información altamente privada sobre el propio director (Masferrer) y altos mandos de la institución. Pero también debieron haber leído la parte del documento en que Corbalán señala que un senador de la alianza oficialista debía servir de correo para comunicaciones futuras. Consultado por este medio, dicho parlamentario negó tener conocimiento del documento como asimismo cualquier interés del gobierno de recibir esta asesoría: “Decir que el Presidente Piñera esté interesado en algún informe de inteligencia del señor Corbalán, es falso”.

Lo que sí es un hecho es que éste no fue ni el primero ni el último intento de los presos de Punta Peuco por volcar a su favor las decisiones del gobierno de Piñera. Para ellos, es durante esta administración que se les presentan las mayores opciones de obtener beneficios, los que, según insisten, les fueron negados en los gobiernos de la Concertación.

A esta última estrategia de Corbalán hay que sumarle otras iniciativas fallidas, como fue el intento de obtener el indulto presidencial durante el Bicentenario, ofensiva en la que contaron con el respaldo de la Iglesia Católica y que incluyó un comunicado donde ex oficiales de Ejército anunciaron una huelga de hambre en Punta Peuco, la que finalmente nunca se concretó.

Tras ese fracaso, los presos y uniformados pinochetistas y nacionalistas, agrupados en la Corporación 11 de Septiembre – fundada por el propio Álvaro Corbalán en 1999- instauraron el “Día del Preso Político Militar”. La idea fue azuzada desde la cárcel por Corbalán, quien- según señalan funcionarios de Gendarmería y otras personas que visitan con cierta regularidad Punta Peuco- recibe constantemente la visita del presidente y vicepresidente de la Corporación 11 Septiembre: los oficiales en retiro Juan González Fernández (ex integrante de la Brigada de Inteligencia del Ejército, BIE) y Gastón Frez (ex ministro de ODEPLAN de Pinochet), respectivamente.

Las reuniones “estratégicas” Corbalán las realiza allí y en el Hospital Militar, establecimiento al que llega frecuentemente y que se ha convertido para el ex jefe operativo de la CNI en un espacio de cierta libertad que le ofrece las regalías que no tiene en la cárcel: recibe visitas todos los días y a cualquier hora (en Punta Peuco sólo miércoles y fines de semana) y tiene libre disposición del teléfono.

CIPER fue testigo de ello el pasado 14 de diciembre, cuando el ex agente de la CNI celebró su cumpleaños 61 en el pensionado del hospital. Lo visitaron algunos amigos y su esposa, una modelo argentina con la que se casó en Punta Peuco en 2009 y con quien tiene hijos. Corbalán se pasó el día riendo, festejando y tocando guitarra mientras dos gendarmes armados custodiaban desde el hall del pasillo.

Desde la cárcel y el hospital, Corbalán coordinó en 2011 el documental “Pinochet” que fue estrenado en Miami el 10 de marzo pasado en el Festival Internacional del Gran Cine Hispanoamericano (FIGCH), organizado por la Federación de Editores Hispanos integrada en su mayoría por cubanos anticastristas. La película, respaldada por la Corporación 11 de Septiembre y la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional (Unofar), ganó el premio “Hispania de Oro” al mejor documental 2012 y es una oda a una de las dictaduras más condenadas de Latinoamérica.

Esta mirada complaciente e interesada sobre el pasado no es una característica sólo de Punta Peuco y del mundo del pinochetismo. Basta recordar que a fines del año pasado, el Ministerio de Educación se involucró en una polémica que parecía extemporánea: se decidió oficialmente usar en los textos escolares la expresión “gobierno militar” en vez de la palabra “dictadura”, para referirse al periodo de Pinochet. La decisión, que terminó siendo reconsiderada, da cuenta de una de las almas de la coalición que gobierna y que tiene en el alcalde de Providencia Cristián Labbé, a su más desembozado defensor. Poco antes de ese episodio, Labbé organizó en su comuna un homenaje a Miguel Krassnoff, otro ex agente de la DINA, recluido en el Penal Cordillera, y que debe cumplir más de 100 años de encierro por delitos de lesa humanidad.

A esa alma lo que dice Álvaro Corbalán le produce nostalgia.

CÁRCEL PARA UNOS POCOS

Según la última actualización de la Base de Datos del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, en septiembre de 2011 había 249 agentes de la dictadura condenados en última instancia por violaciones a los Derechos Humanos. De ellos, 177 gozan de libertad vigilada o remisión condicional de la pena, tres de libertad condicional y sólo 64 cumplen presidio efectivo. De los 64 uniformados condenados, 49 están en el penal especial de Punta Peuco, nueve en el Penal Cordillera y los seis restantes cumplen condena en cárceles comunes fuera de Santiago (donde han sido trasladados a petición de ellos para estar cerca de sus familias).

De los 49 represores que actualmente cumplen condena en Punta Peuco, 25 son miembros del Ejército, 20 pertenecen a Carabineros, uno a la Marina y tres forman en las filas de los agentes civiles de los organismos de seguridad (Vea las fichas de todo los condenados en Punta Peuco en la pestaña “Documentos asociados”). Si bien durante el actual gobierno ninguno de ellos ha conseguido el indulto ni tampoco la amnistía, sí lograron mejorar su situación obteniendo beneficios intrapenitenciarios en los últimos dos años.

CIPER accedió a través de la Ley de Transparencia a las solicitudes de salida dominical realizada por los internos de Punta Peuco durante 2010 y 2011. En 2010 los ex militares solicitaron en 36 oportunidades la salida dominical y dos veces la salida de fin de semana, mientras que el 2011 las solicitudes dominicales se elevaron a 100, las de fin de semana a cinco y se agregaron dos peticiones de salidas controladas al medio libre.

Los informes del Consejo Técnico entregados por Gendarmería a CIPER (ver Consejo Técnico 2010 y2011) dan cuenta que entre febrero y diciembre de 2010 se otorgó la salida dominical a cuatro internos mientras que de enero a octubre de 2011, nueve uniformados condenados fueron beneficiados con la salida dominical y tres con la de fin de semana.

En la mayoría de las peticiones los presos esgrimen solo argumentos legales, pero hay algunos que reflexionan sobre el pasado y en un tono que está lejos de los homenajes del alcalde Labbé. Así se lee, por ejemplo, en la solicitud hecha el 1 de marzo del 2011 por Alejandro Sáez Mardones, uno de los carabineros presos por el Caso Degollados.

“Cuando en el año `85 ocurrieron los hechos que he lamentado desde el momento mismo de su ocurrencia, el país vivía una etapa de conflictos políticos y sociales que no me permitió visualizar la diferencia entre opositores políticos y enemigos del régimen militar del cual yo serví como miembro de Carabineros de Chile. A su vez, el grado de cabo que tenía en la institución no me permitía desmarcarme de las órdenes que se me daban. Evidentemente es cierto que un cabo de Carabineros no tenía ninguna posibilidad de representar una orden a un superior jerárquico, y lo más posible es que si así lo hubiese hecho, me habría costado la vida. No obstante, señor Alcaide, no hay que olvidar que también el paso del tiempo ha permitido que pague mi condena en su totalidad. No he visto crecer a mis hijos, ni hoy a mis nietos”.

Pese a la influencia que aún poseen algunos de estos presos, es indudable que el encierro ha mellado el ánimo de los hombres que creyeron que serían recordados como héroes. Los que más se resisten a aceptar su situación son los que se vanaglorian de haber sido leales a Pinochet pese a que éste jamás reconoció las órdenes que le dio a los aparatos represivos que él controlaba.

Álvaro Corbalán es uno de ellos. Lloró la muerte del general en Punta Peuco en diciembre de 2006 y escribió un libro sobre las anécdotas que vivió con él. Pese a su prontuario, Corbalán sigue pensando que fue un gran soldado. Tal vez incluso un héroe. En el libro que escribió sobre sus encuentros con Pinochet, el ex jefe operativo de la CNI habla de sí mismo en estos términos:

“Corbalán fue el Agente Secreto con mayor cantidad de cursos y especializaciones, hizo toda su carrera militar en el área de inteligencia, cumplió delicadas misiones de Seguridad Nacional en el extranjero y el día que se conozcan los detalles de ella, será admirado y respetado por todos los chilenos, sin distinciones políticas”.

El ex subdirector de la PDI, Luis Henríquez -que en los inicios de los ’90 investigaba las primeras causas de derechos humanos- recuerda que durante los interrogatorios, Corbalán en vez de dar su nombre entregaba su número de matrícula militar: “Así trataba de decirnos que él era un prisionero de guerra”. Ahora, cuando los jueces van a la cárcel a interrogarlo, da su nombre y les lanza una que otra frase altanera mientras los recibe vestido de impecable terno, colleras y una piocha del Ejército en la solapa de su chaqueta.

Al ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago Mario Carroza le ha dicho que a él le debe sus ascensos en el Poder Judicial. Y a otro de los integrantes de esa misma corte, el ministro Joaquín Billard, le dijo en Punta Peuco que la próxima vez que viniera a tomarle declaración iba a haber una alfombra roja en la entrada “pero no para recibirlo a usted, sino porque yo me voy a retirar”.

Desde que está preso, Corbalán adquirió la costumbre de enviar costosas tarjetas navideñas al exterior, las que manda a confeccionar especialmente y en las que vierte algunas de sus frases para la historia. Destinatario principal de éstas fue el propio Pinochet, además de militares y amigos del espectáculo, del Poder Judicial, políticos y sacerdotes. En la que envió en diciembre del 2011, el ex agente de 61 años se muestra debilitado:

“No he podido estar peor, pero es el único tiempo con que cuento y sabiendo sufrir, se sufre menos. Me han lastimado, pero nunca pudieron usarme para herir a mis subalternos y con decepción, he comprobado en los hechos, que una gran mayoría de mis superiores decidieron no optar por la valentía. Nos ordenaron combatir a gente que no conocíamos, y nos adjudicaron responsabilidades individuales que no se asumieron por las cúpulas que dieron la orden. Con ningún otro ser humano he tenido más problemas que conmigo mismo. Vivo en la insurrección permanente de mis cinco sentidos y soy dueño de tan poco… cada día menos. Cuesta conocer la palabra tragedia, pero Punta Peuco facilita las cosas, este Punta Peuco que uno no sabe si es origen o fin”.

Tras el fracaso de su intento de conseguir el indulto Bicentenario, Corbalán debió tener claro que Punta Peuco es el fin. Al menos el suyo. Es probable, entonces, que su operación de 2011 solo pretendiera garantizar una custodia de Gendarmería de confianza que le permitiera alivianar sus días. Aunque también pudo querer dejar sobre la mesa presidencial la oferta de una “experticia” que no pasa de moda; entreabrir la puerta de ese sótano que es Punta Peuco y mostrar los métodos y las convicciones que están encerrados ahí, por si la historia los convoca de nuevo. Una rendija que se abre cuando la Alianza gobernante no está del todo convencida sobre cómo llamar a la dictadura ni cuestiona decididamente el homenaje que hizo el alcalde Labbé a Krassnoff.

Pero el sótano de Punta Peuco no se puede entreabrir sin que de inmediato se asomen los habitantes de esa cárcel. En sus rostros envejecidos se ocultan las atrocidades que cometieron. CIPER investigó durante varios meses la vida de los hombres encerrados en Punta Peuco y de sus familias. Ellos no son los que se beneficiaron con la violencia de esos años, sino los pocos que pagaron: los más brutos y violentos. Los que actuaron por miedo, por obediencia o por sus sicopatías, pero sin saber el plan global donde las atrocidades que cometían eran sólo un engranaje más. Tal vez el mejor ejemplo de eso es Osvaldo Guatón Romo.

Próximo reportaje: Los diarios del Guatón Romo

* Esta investigación fue financiada por el Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS – PERÚ).

EL ÚLTIMO CUARTEL DE LOS QUE UN DÍA FUERON DUEÑOS DE LA MUERTE (2)


Punta Peuco II: Los cachureos del Guatón Romo

Por : Verónica Torres 
 
Osvaldo Romo Mena, the most famous torturer during Augusto Pinochet’’ Punta Peuco es uno de los sótanos de la sociedad chilena y Álvaro Corbalán, con su intento de asesorar al Presidente Piñera, entreabrió su puerta. CIPER investigó la vida de los hombres encerrados ahí: sus disputas, sus reflexiones y sus miedos. Los 49 que habitan esa cárcel no son los que más se beneficiaron con la violencia que generaron. Pero son los que pagaron. Los que actuaron por miedo, por obediencia o por sicopatía, pero sin conocer el plan global donde sus atrocidades eran útiles. Osvaldo Romo, muerto en 2007, es el mejor ejemplo de lo que sigue agitándose en esos sótanos de la Patria.
Vea la primera parte de esta serie. Punta Peuco I: La fallida operación de inteligencia de Álvaro Corbalán.
Todo lo que queda del ex agente de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) Osvaldo Romo, está en una caja de cartón que lleva años arrumbada en la oficina del juez Alejandro Solís. Los actuarios la llaman “los cachureos del Guatón Romo”. Adentro hay cientos de hojas sueltas escritas a mano, plagadas de faltas de ortografía y una veintena de cuadernos de tapas de colores –cuadernos de niños– llenos con la misma letra abigarrada. Romo los escribió en los siete años que estuvo preso en Punta Peuco. Todos los escritos tratan de lo mismo: recuerdos dispersos sobre el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) y sus militantes a los que persiguió y ayudó a masacrar. Reflexiones a veces delirantes y otras veces salvajes, mezcladas con ataques de culpa. Entre líneas se respira el pánico que tuvo a morir en la cárcel.
Sobre Agustín Reyes, militante del MIR de 23 años, detenido el 27 de mayo de 1974 y a quien Romo llevó al centro de tortura Londres 38, el ex agente escribió: “no puedo olvidarlo”. Dice que era un hombre con “garra como mirista”, que tenía “la postura de un buen soldado aguerrido y valiente”. A Ramón Martínez, miembro del Comité Central del MIR, y a quien Romo detuvo y trasladó herido de bala al centro de tortura Villa Grimaldi, le pide que le guarde “un puesto en tu ejército de la otra vida, tú designa cuál”.
Al morir en 2007, Romo cumplía condena por el secuestro calificado de siete miembros del MIR hoy desaparecidos (Jorge Espinosa, Ricardo Troncoso, Diana Arón, Manuel Cortes Joo, Hernán González, María Elena González y Elsa Leuthner). Según los datos del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, desde 1992 –cuando Romo fue arrestado en Brasil y deportado a Chile- el ex agente arrastraba procesos como autor de 34 secuestros calificados, coautor de 22 secuestros calificados y autor de 14 casos de tortura.
Una insuficiencia cardíaca acabó con Romo. Su cuerpo ocupó el nicho 32 del Cementerio General y sus textos fueron a parar a la caja de los cachureos. Nadie fue a despedirlo al cementerio y la fotografía de su ataúd en un carro, arrastrado por un único enterrador, sin cortejo, sin familia ni camaradas, sin los homenajes de los que se sirvieron de su trabajo, es el retrato de la más completa soledad y de la forma cómoda en que una parte de la sociedad chilena espera que desaparezca esta pavorosa parte de nuestra historia.
La caja con los escritos de Romo la heredó Basclay ZapataEl Troglo, otro feroz agente de la DINA que cumplía condena en Punta Peuco y con quien el Guatón Romo trabajó en tres centros de tortura: Londres 38, Villa Grimaldi y José Domingo Cañas. Zapata tiene un prontuario tan vasto como el de Romo: tres condenas como cómplice de cuatro secuestros calificados, siete condenas como autor de 12 secuestros calificados y una condena como cómplice de un homicidio calificado. Entre sus procesos pendientes figura uno como coautor de 46 secuestros calificados y otros 12 casos de tortura en Villa Grimaldi.
El juez Alejandro Solís le incautó la caja a El Troglo mientras investigaba “Villa Grimaldi”, pensando que podía haber algo que lo ayudara a esclarecer las desapariciones ocurridas en aquél temido recinto. Pero no. Lo que quedó ahí era la conversación de Romo con sus fantasmas.
Dentro de esa caja hay una agenda del año 2003 que tiene en la portada la cara del ratón Mickey. Romo la usaba como diario de vida. Cada día copiaba el santoral y las temperaturas máximas y mínimas. Cuando le traían mantequilla y té no olvidaba anotar ese acontecimiento. También los días en que debía ir a declarar por alguno de sus crímenes. Y están sus notas de los fines de semana, en los que esperaba una visita y no llegaba nadie. El resto son páginas en blanco. Solo las temperaturas y los santos permiten notar que ha transcurrido un día. Las jornadas en blanco probablemente las pasaba escribiendo los cuadernos donde habla con sus fantasmas.
19 de enero: No vino nadie. La Sra. Paty me dijo que venía. No-no-no.
21 de marzo: comienzo del otoño. San Eugenia y Clementina.
2 de mayo: Fui al 8 juzgado. Careo con la Sra. Periodista del (MIR) Gladys Armijo (Gladis Díaz) que realizó acusaciones fuertes en contra de mí. San Atanasio.
29 de junio: no vino nadie. Colo-Colo 3 / U. de Concepción 2. River Plate Campeón de Argentina. 5°C – 18 °C. San Pedro- San Pablo.
16 de julio: hoy falleció Celia Cruz de Cuba a los 78 años. 3°C- 17°C. Nuestra Señora Del Carmen.
“Don Osvaldo se sentía traicionado por los militares. Decía que estaba preso por ellos, que él no debería estar preso. A uno que siempre le tuvo mucha rabia era al coronel Marcelo Moren Brito. Él sabía que no iba a durar mucho en Punta Peuco y no quería morir ahí”, dice Víctor Varas, un ex militar y enfermero de Gendarmería.
18 de septiembre: buena comida- almuerzo bueno. Carne y Ensalada. Tedeum- Nunca más, el Cardenal. Repitió las palabras de Cheyre. 9°C-17°C. Fiestas Patrias.
19 de septiembre: Día del Ejército. 8°C-19°C
30 de septiembre: Salí 9° juzgado Sra. Raquel Lermanda sobre dos miristas. Uno vivo me vino acusar de que yo lo torturé- el jefe gordo. Creo que fue el equipo de los gordos, no yo. 10°-24°c. San Gerónimo.
11 diciembre: desocupan tres piezas llega gente. Me comunicaron que esta concedido el permiso del teléfono de Brasil. 11°-29°C. San Dámaso.
13 de diciembre: fue detenido Sadam Hussein 12°C-29°C Sta. Lucia- Aurora.
24 de diciembre: 43 años casado. 12°C- 31°C. Sta. Adela.
Ese año, 2003, se cumplieron 30 años del Golpe de Estado, el momento en que Osvaldo Romo se comenzó a transformar en el feroz criminal que terminó siendo. En su agenda, el 11 de septiembre sólo anotó: “No salí. Doctor Cosme: peso 86,400. Glicemia 138. 4C 22C. Orlando – Rolando”. Al final agregó tres lugares de Santiago, que tal vez tengan algo que ver con lo que hizo ese día: “En Lo Hermida. La Pincoya. Estadio Víctor Jara”. Nada más.
Las palabras de la filósofa Hannah Arendt, escritas a propósito del criminal nazi Otto Adolf Eichmann, se respiran en cada línea de la cotidianeidad de Romo: “Lo más grave en el caso de Eichmann es que hubo muchos hombres como él, y que estos hombres no fueron pervertidos ni sádicos, sino que fueron, y siguen siendo, terrible y terroríficamente normales”.
Aunque esperamos que en los criminales la maldad deje un rastro fácilmente reconocible, lo cierto es que la capacidad de hacer mucho daño a otros puede ser algo que personas comunes y corrientes hagan solo en sus ocho horas de trabajo y pensando en que sólo se trata de sus obligaciones laborales. El mal, sugiere Arendt, tienen una gran capacidad de encarnarse en las vidas banales.

“NO PUEDO OLVIDAR A ESTOS VALIENTES”

La mayoría de las páginas escritas por Romo en la cárcel hablan sobre el MIR, el movimiento fundado en 1965 y al cual Pinochet ordenó eliminar. Sus miembros -estudiantes y trabajadores de 20 a 30 años- comulgaban con el “derrocamiento del sistema capitalista” según reza la declaración de principios. Querían reemplazar el sistema por un gobierno de obreros y campesinos, cuya tarea fuera reconstruir el socialismo “y extinguir gradualmente el Estado hasta llegar a la sociedad sin clases”. Para lograrlo el MIR declara en sus principios que es necesario “un enfrentamiento revolucionario de las clases antagónicas”. De ahí que la DINA se preocupará durante los primeros años del golpe, de hacer desaparecer a sus miembros a los cuales Romo conocía bien.
Antes de ser agente de la DINA, Romo militó en la Unión Socialista Popular (USOPO), encabezada por Raúl Ampuero y se convirtió en dirigente revolucionario de la mítica Población Lo Hermida, donde llegó a emplazar al propio Salvador Allende. Desde allí estableció estrechos lazos de confianza con los dirigentes del MIR que hacían trabajo político en las poblaciones. Entonces nadie se habría imaginado que el “Comandante Raúl”, como le decían a Romo, sería capaz de saltar a los 36 años de un bando a otro después del Golpe y transformarse en el verdugo de sus amigos. Muchos de los jóvenes hoy desaparecidos fueron delatados, detenidos y torturados por él. La traición fue, sin duda, un capítulo de la dictadura que Romo escribió en primera persona. Todavía no queda claro por qué lo hizo.
En una declaración del 2001 que dio en tribunales a propósito de su rol en la desaparición de la periodista y militante del MIR, Diana Arón, Romo se refirió a ella como una mujer “encantadora” a quien había conocido en 1969 en “una toma de terrenos de La Bandera”. Años más tarde, a esta misma mujer que en ese momento estaba embarazada, Romo la detuvo para llevarla al centro de torturas Villa Grimaldi. Pero antes, según dicen los testigos en el proceso, le propinó unos disparos mientras ella escapaba de los agentes de la DINA; tal vez pensando en ese maldito día en que conoció en La Bandera al camarada que la hizo desaparecer.
La traición de Romo -si es que la traición puede entenderse- es una de las menos digeribles. Tiene un sabor distinto a la de Marcia Merino, ex militante del MIR, que luego de ser brutalmente torturada por la DINA terminó colaborando con ellos. Romo, en cambio, no fue forzado a entrar al infierno. Él vio la puerta abierta y quiso cruzarla. En el libro “Confesiones de un Torturador” de la periodista Nancy Guzmán, se relata que a días del Golpe, Romo fue detenido y llevado a la Escuela Militar donde iba a ser fusilado.
Julio Rada, un funcionario de investigaciones, lo reconoció pues lo había interrogado años antes por el robo de un auto. Rada se dio cuenta de que podía usarlo. Lo llevó a un cuartel de la policía. “Si quieres salvarte debes colaborar”, le dijo. Lo puso en una celda donde había detectives sospechosos de ser de izquierda y Romo delató a los policías.
Poco después, seguramente recomendado por Rada, el interventor militar de Madeco, Jaime Deichler, integrante de la red DINA en Buenos Aires, lo contrató para que hiciera lo mismo en esa empresa, la que financió parte de la planilla de colaboradores de la DINA. Su reguero de sangre se hizo conocido. Y en 1974, el oficial Miguel Krasnoff reclutó a Romo para que integrara la agrupación “Halcón I” de la DINA, cuyo objeto era aniquilar al MIR. Fue un año y medio sangriento; toda la carga criminal de la que se lo acusa la acumuló entre 1974 y 1975, año en que finalmente los servicios de seguridad del régimen militar decidieron enviarlo a Brasil con una beca de por vida.
“Una insuficiencia cardíaca acabó con Romo. Su cuerpo ocupó el nicho 32 del Cementerio General y sus textos fueron a parar a la caja de los cachureos. Nadie fue a despedirlo al cementerio y la fotografía de su ataúd en un carro, arrastrado por un único enterrador, sin cortejo, sin familia ni camaradas, sin los homenajes de los que se sirvieron de su trabajo, es el retrato de la más completa soledad”.
El detective Luís Henríquez, que lo capturó en Brasil en 1992, recuerda que la DINA se vio obligada a enviar al ex agente al extranjero. “Romo cometió errores y dejo varias huellas” explica. Luego de las detenciones, Romo volvió varias veces a las casas de los familiares de los militantes del MIR secuestrados a pedirles comida y dinero para los presos. En esas visitas, Romo obviaba un dato esencial: ya estaban desaparecidos.
-Romo era un delincuente -subraya Henríquez.
Como algunos familiares lo conocían de sus tiempos de militante de izquierda, escribieron su nombre cuando estamparon las denuncias por las desapariciones en tribunales. “Sólo un juez se atrevió en 1975 a dictar una orden de detención en contra de Osvaldo Romo, la que nunca se cumplió. Eso fue lo que alertó a la DINA y lo que finalmente motivó que lo enviaran a Brasil, uno de los países que en ese entonces pertenecía a la Triple A, la Liga Anticomunista”, dice Henríquez.
En un peritaje psiquiátrico de 2003, Romo habló sobre su misión en la DINA. La diligencia médica está anexada en el expediente por el homicidio de Lumi Videla, una importante dirigenta del MIR asesinada por la DINA en 1974, durante una sesión de tortura mientras estaba detenida en el Cuartel Ollagüe, cuyo cuerpo fue arrojado luego a la embajada de Italia. Romo le dijo al psiquiatra Roberto Araya, que aceptó colaborar con la dictadura con la condición de que “no cayeran inocentes” y de “minimizar las bajas”. Según transcribió el siquiatra, “su labor era confeccionar un ‘mapa’ y delatar a cada miembro del MIR y aclarar el organigrama de este grupo. Se excusa diciendo que él no mató a nadie y que el MIR había buscado ese destino previamente”.
La descripción de su ingreso a la DINA como una hazaña heroica, contrasta con el relato que hizo en 1995 frente a las cámaras de la cadena Univisión de la forma -con lujo de detalles- en que les aplicaba corriente a los detenidos para hacerlos hablar. En un país donde algunos no saben cómo llamar al periodo dónde Romo era uno de los miles de agentes operativos, sus frases pueden aclarar el punto: “Se les amarra y se les ponen perros metálicos en la vagina, en los pezones, en la boca y en los oídos, y se les da vuelta la máquina. Se les moja un poquito para que sea más fuerte el primer golpe y hablen rápido…”
El Romo de las declaraciones es descrito en la ficha médica como un obeso mórbido, enfermo de diabetes. Un hombre común de 64 años que “camina aparatosamente, arrastrando los pies”. El siquiatra no observa rasgos de demencia: “Habla de sí mismo con deleite, a sabiendas de haberse transformado en un personaje histórico (¿mitológico?). Su actitud también demuestra una convicción de privilegio ante la ley y una seguridad excesiva en su impunidad”.
En 1992, la jueza Dobra Lusic, que investigaba la desaparición del militante del MIR Alfonso Chanfreau Oyarce, detenido el 30 de julio de 1974, logró ubicar a Romo en Brasil y consiguió que fuera deportado. Era uno de los primeros procesos por violaciones a los derechos humanos que se investigaba en democracia. Y Romo uno de los primeros agentes en ser detenido. Su familia se quedó allá. Romo creía que en Chile tendría el apoyo del Ejército. Pero él no era militar. Y pronto entró a cumplir condena a la cárcel pública de Colina como un reo especial, pero reo al fin. Sólo su abogado Enrique Ibarra -coronel (r) del Ejército e integrante del equipo jurídico de esa institución- lo visitaba. Entonces fue cuando se hizo amigo de Víctor Varas, un ex militar y enfermero de Gendarmería.
Varas se refiere a Romo como “Don Osvaldo”.
-Don Osvaldo se sentía traicionado por los militares. Decía que estaba preso por ellos, que él no debería estar preso. A uno que siempre le tuvo mucha rabia era al coronel Marcelo Moren Brito, su jefe en la DINA. Él se portó muy mal con Don Osvaldo, nunca le tendió una mano. Y él me decía: “Ubique al coronel Moren Brito”. Lo llamé muchas veces por teléfono y al final, nunca hizo nada. Don Osvaldo quería que lo fuera a ver y que lo ayudara a salir de la cárcel a causa de su enfermedad, porque él sabía que no iba a durar mucho y él no quería morir ahí. Él quería irse con su familia a Brasil -contó Víctor Varas a CIPER
Hasta que llegó el minuto en que Romo decidió entregar en tribunales los nombres de los miembros de la DINA. Tal como lo hizo en los ’70, volvió a delatar. Los jueces y policías consultados por CIPER concuerdan que Osvaldo Romo se convirtió en una pieza clave para resolver muchos casos de desaparecidos y ejecutados. El 21 de enero de 1999 declaró en el proceso por la desaparición de Luis Dagoberto San Martin e identificó a Ciro Torré, un ex agente operativo de la DINA: “Estuvo en la Venda Sexy, era oficial y llevaba detenidos a Villa Grimaldi”.
También aportó a la investigación por la Operación Colombo, como se llamó a la detención, tortura y desaparición de 119 personas, mayoritariamente del MIR, que la DINA (usando medios de comunicación extranjeros) hizo parecer asesinados por sus propios camaradas. Romo declaró ante el juez Juan Guzmán que uno de los 119, Teobaldo Tello Garrido, fue detenido y muerto en Villa Grimaldi porMarcelo Moren, el jefe que lo olvidó. (Moren hoy está recluido en el Penal Cordillera cumpliendo 21 condenas por secuestros calificados y homicidios que suman 103 años de presidio).
Romo también acusó a Manuel Contreras, el jefe del aparato represivo que obedecía e informaba a Augusto Pinochet, de las desapariciones de: Luis Gajardo Zamorano, Sergio Tormen, Manuel Ramírez Rosales, Jorge Elías Andrónico Antequera, Jacqueline Binfa, Carlos Cubillos Gálvez y Luis Fernando Fuentes, entre otros.
“La mayoría de estas detenciones fueron programadas por un organismo que se denominó Dirección Nacional de Inteligencia con la sigla DINA, que estaba a cargo del entonces coronel Manuel Contreras Sepúlveda y como subjefe está Pedro Espinoza Bravo, quien fue reemplazado en octubre de 1975 por Raúl Iturriaga Neunmann. La DINA tenía centros de funcionamientos denominados José Domingo Cañas u Ollagüe a cargo de Marcelo Moren Brito y Maximiliano Ferrer Lima; Londres 38 o Yucatán a cargo de Eduardo Nekelmann y Gerardo Urich; y Villa Grimaldi oTerranova, a cargo de Cesar Manríquez Moyano, Benyerot y Patricia Almuna. La DINA operaba con dos grandes grupos, el grupo Caupolicán a cargo de Marcelo Moren Brito y el grupo Tucapel, de cuyo jefe no recuerdo el nombre”.
Así como antes había hecho un mapa del MIR, Romo entregó a la justicia un mapa de la DINA.
A partir de entonces algunos ex agentes se acercaron a Osvaldo Romo, quien había sido trasladado a Punta Peuco el 2000. En la caja de los cachureos hay una lista con las visitas que Romo recibió el 24 de febrero de 2007: Ricardo Lawrence Mires y Eduardo Neckelmann Schultz, ambos ex miembros de la DINA. Lawrence pertenecía la Brigada Lautaro y Neckelmann, según lo declarado por Romo, estuvo a cargo de Londres 38. A Lawrence de poco le valió esa reunión. En 2008 fue condenado como coautor del secuestro calificado de Ariel Santibáñez, militante del MIR. A la fecha está procesado como autor de dos homicidios calificados, coautor de 46 secuestros calificados correspondientes a la Operación Colombo, además del proceso donde el sobreviviente Félix Lebrecht lo sindica como autor de su detención ilegal.
Los últimos años de encierro, Romo estuvo casi todo el tiempo solo. A veces lo iban a ver una monja y también Patricia Obando, la esposa de Víctor Varas. Enemistado con los otros presos y transformado en el peor monstruo de la dictadura, el antiguo poblador de una precaria casita de Lo Hermida, describía aquellos militantes del MIR que masacró:
“Yo hoy quiero preguntar, el porqué Los Mataron. Estos jóvenes que eran profesionales, que eran Idealistas yo podría hasta decir que ellos podían ser fanáticos con los pobres del campo y de la ciudad, en todos los centros de trabajo del país. Ellos están todos hoy muertos, esto porque ellos tenían vínculos con personal uniformado de todo Chile, esto fue un trabajo sucio, de los elementos que pensaron con la cabeza torpe que solo tenía musculo, ellos no tenían Postura ni Conducta, ellos no saben que es el arte y que es la ciencia, y al final que ética profesional, yo no puedo olvidar a estos valientes, a ninguno de ellos que tenían gran talento y tenían virtud en la sangre” (Las mayúsculas corresponden al texto de Romo)
Son páginas delirantes, en las que parecen fundirse el miedo, la soledad, la culpa y los fantasmas.