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LOS INVERECUNDOS DE CHILE

LA SOCIEDAD DE ESCRITORES DE CHILE RINDE HOMENAJE A UN EX AGENTE DE LA DINA

LA SOCIEDAD DE ESCRITORES DE CHILE RINDE HOMENAJE A UN EX AGENTE DE LA DINA

Por Martín Faunes Amigo

Hace un par de días, tras saber de la tertulia compartida por los directores de la Sociedad de Escritores de Chile con Cristián Labbé, alcalde de Providencia, realizada en la Casa del Escritor de Calle Simpson 7, donde a este alcalde le entregaron la orden al mérito "Oreste Plath", tomando en cuenta bizarras acciones de este ex agente de la DINA, como cuando reemplazó de una plaza de Providencia el busto del poeta Juan Guzmán Cruchaga (Premio Nacional 1962 y padre del ministro Juan Guzmán Tapia), por otro de la ex actriz y princesa de Mónaco Grace Kelly, o el rigor con que pretendió socavar la llamada “revolución pingüina” en los liceos de su comuna, me pareció pertinente dar a conocer lo que se dice de este ex coronel en páginas del web como www.memoriaviva.com, donde se citan párrafos del Informe Rettig y de la Comisión Valech, así como artículos de diversos diarios chilenos.

La pertinencia de esta nota me parece aún más sólida, conociendo que la citada tertulia se da en el contexto que el municipio de Providencia financiará varias obras en la Casa del Escritor, algo que resulta también bizarro para un alcalde que privilegia a una mala actriz ante un poeta de trayectoria.

Como socio de la SECH y participante habitual de muchas de las actividades que allí se realizan, sobre todo en aquellas ligadas a los derechos humanos (no participé en la tertulia para Labbé y no me enteré de ella), me interesa decir que la intención de mi nota es mostrar de la manera más objetiva que me ha sido posible lo que hay detrás de este alcalde-benefactor, para de este modo aportar a la polémica que la tertulia mencionada ha ido produciendo, sobre la cual, en forma directa e indirecta, he conocido opiniones de varios amigos míos que la justifican o denostan.

Agrego que de cualquier manera, sería importante conocer de manera más profunda la motivación y el contexto que llevó a los directivos de la SECH a invitar a este controvertido personaje y a, de alguna manera, llevarlo a un sitial parecido al de esos importantes escritores que han estado visitando la Casa del Escritor, hablo de personas de la talla de Alfonso Calderón o José Miguel Varas, y también de Stella Díaz Varín (homenaje póstumo a realizarse pronto).

 

Fraternalmente,

Martín Faunes Amigo,

Director Colectivo literario e histórico “Las historias que podemos contar”,

www.lashistoriasquepodemoscontar.cl

(*) Los subtítulos, así como los comentarios en cursiva, me pertenecen.

(**) Conozca al final de esta nota el poema de Guzmán Cruchaga, Premio Nacional 1962, “Doy por ganado”)

(***) En una de las fotos adjuntas aparecen Cristián Labbé alcalde de Providencia, junto a Poli Délano, destacado escritor, Victoria Peralte, Doctora en Educación y Marina Latorre, distinguida escritora, momentos después que recibieran la distinción Oreste Plath.

 

Cristián Labbé, ex boina negra del ejército, inmediatamente tras del golpe se puso a disposición de los aparatos represivos de la dictadura en Tejas Verdes y fue allí uno de los instructores de los nuevos agentes que estaban siendo reclutados para la DINA.

Posteriormente fue visto en los Centros de tortura conocidos como “La venda sexy”, Londres 38 (nótese que en Londres 38 estuvo detenido por ejemplo, Máximo Gedda Ortiz, poeta y periodista de Punto Final y Televisión Nacional de Chile, que permanece hasta hoy desaparecido), y Villa Grimaldi (desde Villa Grimaldi desaparecieron poetas, músicos y conocidos personajes vinculados a la cultura y el arte como Horacio Caravantes, y la recordada profesora Marta Ugarte), donde inspeccionaba con orgullo a sus ex alumnos y reforzaba a otros en algunas materias.

 http://mail.google.com/mail/?ui=2&ik=d2aee8a71a&view=att&th=122e5acecedfbe31&attid=0.1&disp=inline&realattid=f_fxynmavu1&zw

Cristián Labbé, pasó posteriormente a hacerse cargo de la seguridad de su superior, el ahora reo ex general Manuel Contreras. Durante 2003, en calidad de inculpado por los crímenes cometidos en contra de los prisioneros políticos en el campo de concentración de Tejas Verdes y en la localidad de Liquiñe, precordillera de Valdivia, el ministro Alejandro Solís interrogó a este ex boina negra, y por cosas no menores: Labbé fue instructor de la DINA cuando esta organización criminal, declarada así en varias resoluciones de los tribunales chilenos, se comenzó a formar con militares de elite y presos políticos que habían sido arrestados por carabineros de San Antonio y Melipilla.

Luego, desde 1974 hasta 1976, se concentraron aquí prisioneros venidos de otros puntos del país, especialmente de recintos de la DINA de Santiago. Desde este lugar desaparecieron decenas de detenidos. En ese entonces el jefe de zona en esa provincia era el coronel Manuel Contreras, quien se convirtió en el director de la DINA. El nombre de Labbé como instructor DINA en Tejas Verdes fue entregado a algunos jueces que instruyen causas de derechos humanos por algunos ex agentes, como fue el caso de Samuel Fuenzalida. Labbé fue instructor de los agentes que iban siendo seleccionados ya desde fines de 1973, en Tejas Verdes, allí se comenzaron a impartir las primeras instrucciones para violar los derechos humanos y la comisión de los múltiples delitos por parte de jefes y subordinados.

Por otra parte, Labbé fue también por aquel tiempo integrante de los boinas negras de la escuela de paracaidistas, destacamento que en los días posteriores al golpe, al mando del entonces teniente coronel Alejandro Medina Lois, participó en la represión contra los campesinos del Complejo Maderero Panguipulli en la precordillera de la X Región. Entre esos operativos, estas fuerzas, en conjunto con destacamentos de regimientos de Valdivia y civiles de la zona, detuvieron en octubre de 1973 a 15 campesinos de los fundos Trafún, Paimún y Carranco quienes fueron asesinados sobre el puente del río Toltén y sus cuerpos arrojados a las aguas. Hasta hoy estos campesinos se encuentran desaparecidos.

 

La pertenencia de Labbé a la DINA quedó al descubierto cuando en su edición del 15 de junio de 1999, el diario La Nación publicó documentos originales de la DINA de carácter “secreto”.

En uno de ellos, el oficio Nº 4380 del 2 de diciembre de 1974 firmado por Manuel Contreras, se pide pasaporte a la cancillería para “personal de DINA” que deberá salir del país en comisión de servicio, entre quienes se incluye a Labbé.

Reaccionando entonces a esta publicación, Labbé acusó a La Nación de “revanchista”, pero reconoció haber sido agente DINA. “Efectivamente, pertenecí a la DINA y fui el primer responsable de la seguridad del Presidente Augusto Pinochet”, dijo el actual alcalde y amenazó al intendente de la Región Metropolitana, Marcelo Trivelli, con una querella por injurias y calumnias porque la autoridad regional lo acusó de haber sido agente de la DINA y de haber sido parte de una dictadura que cometió crímenes de lesa humanidad; claro que en la práctica el escrito aún no arriba a los tribunales.

 

Cómo era el Tejas Verdes de Contreras y Labbé

Testimonios entregados por ex presos políticos señalan que en este recinto de detención se utilizó shocks eléctricos, vejaciones y violaciones como práctica diaria en los interrogatorios. Estas declaraciones también señalan que en muchas ocasiones se utilizó médicos y enfermeras para cuidar a los presos que quedaban en mal estado físico después de los interrogatorios, los cuales, tras recuperarse, eran trasladados a nuevas sesiones de torturas.

Hay testimonios entregados a la Comisión Valech que relatan que a este lugar, desde la cárcel, eran trasladados en camiones frigoríficos pertenecientes a una empresa pesquera. Iban siempre amarrados, con los ojos vendados o encapuchados y se los llevaba a una sala en la que permanecían desnudos, atados a una silla, o a un somier metálico.

Se les propinaban golpes, se les aplicaba electricidad, sufrían colgamientos, quemaduras, extracción de uñas, estiramiento del cuerpo con cuerdas, simulacros de fusilamiento, vejaciones y situaciones de violencia sexual. Como efecto inmediato sufrieron fracturas y pérdida de conciencia.

Consta en las denuncias que otra forma de humillación y castigo fue la reclusión en una pieza de madera de aproximadamente 5 metros cuadrados, sin ventanas, con fisuras en sus paredes, muy helada, donde permanecían hacinados con restricciones de alimentos, agua, abrigo, sueño y sin baños.

Adicionalmente se torturaba a los detenidos arrojándolos en unos contenedores, donde permanecían días incomunicados; otros eran llevados a los nichos, un pequeño espacio que inmovilizaba a la persona. Así consta en las declaraciones hechas ante la Comisión Valech.

 

Testimonios de ex prisioneros políticos del campo de concentración Tejas Verdes

"...estuve detenida en el campo de prisioneros de Tejas Verdes, venía con los ojos vendados desde Londres 38. No sabía qué lugar era, pero sentí que estaba cerca del mar y de eucaliptos... Me encerraron en una especie de mediagua, y al día siguiente comenzaron los interrogatorios... Nos trasladaban al casino de la escuela de suboficiales de Tejas Verdes en camiones frigoríficos, amarrados, vendados, con capuchas... me golpearon y aplicaron todas las formas de tormento: Golpes, corriente eléctrica, quemaduras con cera, cigarrillos; en un brazo aun tengo las marcas. Les dije que estaba embarazada, pero a ellos no les importó, al contrario. Me golpeaban con una fusta en el bajo vientre para que perdiera mi guagua. Al tercer o cuarto día, comenzaron a violarme... varias veces me violaron y aplicaron corriente en la parrilla eléctrica.”.

”Me hacían estar de pie toda la noche. Me tiraban agua. No podía dormir. No nos daban comida. Fueron meses espantosos, horribles... Cuando volví a la caseta, llegó Rebeca Espinoza [hoy detenida-desparecida]. Yo estaba en tan malas condiciones que pusieron una enfermera -también prisionera-, y le permitían que me atendiera. Me venían convulsiones musculares, producto de las sesiones de tortura... A los veinte días de ser torturada diariamente -me sacaban al sol para que las heridas cicatrizaran-, Rebeca Espinoza desapareció... la llevaron a la tortura y no volvió nunca más. Sé que desapareció porque los torturadores burlándose, cuando me venían convulsiones, me pasaron su chaleco para que me tapara...”

”En Tejas Verdes escuché las torturas de otras personas, gritos de hombres... Quien comandaba el campo de prisioneros era el general Manuel Contreras... recuerdo algunas caras de los soldados y torturadores... Fueron tres meses terribles. Las torturas, las primeras semanas, eran todos los días. Esto se fue después espaciando, pero no dejaron de ser... En el casino había pequeñas celdas... allí dejaban a los prisioneros”. De vuelta del campo de tortura, me llevaban en una frazada. La tomaban cuatro militares por las puntas. Íbamos en calidad de ovillos, en el medio de las frazadas... uno no era capaz de caminar”...

“Tengo la impresión que había unas 15 mujeres, pero por ahí pasaron muchas más... en el campo hubo unos 1.500 prisioneros. Recuerdo algunas caras y cómo estaban vestidos. Nos daban té en unas pailas y un pan. Cuando uno venía de la tortura no había comida ni agua... Los mismos milicos y torturadores nos decían que ’no tomáramos agua porque nos podía dar un paro cardíaco’... Recuerdo que se hablaba de que desde allí desaparecieron unos Tupamaros”.

“Normalmente nos interrogaban cuatro o cinco torturadores. Nos violaban, hacían simulacros de fusilamiento, aplicaban corriente. Después uno de ellos nos decía ’habla lo que te preguntan, no seai... yo te voy a ayudar’. Había una tortura física y otra psicológica. Yo no sé cuál es la que hace más daño. Pienso la peor es la tortura psicológica, porque todo lo físico se recupera. El daño psicológico es irreparable. Por eso nuestra sociedad está enferma y dañada...”

“Recuerdo que había también torturadores de civil. Uno de ellos me tomó y me puso en la parrilla. Tenía un acento extranjero, uruguayo o brasileño, puede ser. Sé que había extranjeros ahí, que estaban ’formando’ al resto de los torturadores, les explicaban cosas. A uno le parecía increíble. Aplicaban corriente y si te convulsionabas o te desmayabas, ellos decían: ’esto es lo que hay que hacer’, eran ’los instructores’... (¿Sería uno de esos instructores el coronel Labbé?)”

”Al final me hicieron firmar un papel que decía que no teníamos daños ni quejas. Yo tenía más de cinco meses de embarazo. Estaba en muy malas condiciones, mi bebé también, producto de la tortura física y psicológica. Me trasladaron a la correccional, donde perdí a mi guagua... Cuando llegué a Tejas Verdes tenía dos meses de embarazo".

[Presa politica, menor de edad, detenida en septiembre de 1973]: “...Me condujeron a una sala, sentí mucho olor a sangre [...] escuchaba individuos que hablaban bajo, uno de ellos me desató las manos y me ordenó que me desnudara, les dije que por favor no lo hicieran, pero luego en forma violenta me desvistieron dejándome sólo la capucha puesta, me pusieron en una especie de camilla amarrada de manos y pies con las piernas abiertas, sentí una luz muy potente que me quemaba la piel”

“Escuché que estos individuos se reían, luego un hombre comenzó a darme pequeños golpes con su pene sobre mi cuerpo, me preguntó de qué porte me gustaba, otro hombre escribía cosas sobre mi cuerpo con un lápiz de pasta. Luego vino el interrogatorio [...] en seguida ordenó que me pusieran corriente en los senos, vagina y rodillas [...]. Luego de las descargas pararon y cuando retomaron el interrogatorio, me dijeron que me habían conectado a la máquina de la verdad [...] por cada respuesta que daba sonaba un pito de esta máquina, por cuanto me decían que yo estaba mintiendo [...] el pito de ese aparato se transformó en un infierno [...] vinieron nuevamente los golpes y las descargas eléctricas.”

“Cuando casi estaba inconsciente me levantaron la capucha hasta la nariz, me pusieron un vaso en la boca haciéndome ingerir un líquido, no supe qué pasó conmigo hasta el día siguiente que me devolvieron al campo de prisioneros. En el campo fui recibida por un suboficial [...] que al verme comentó que si se diera vuelta la tortilla no querría que esto le pasara a su hija. Llamó a las enfermeras militares [...] yo sentía dolor en la vagina y en todo mi cuerpo [...] estaba muy deteriorada sin poder defecar...”

[Prisionera política, embarazada, detenida en 1974] “...Al momento de la detención me vendan los ojos [...] y me trasladada a [un recinto de la DINA]. Uno de los hombres pidió trato especial para mí porque estaba destinada a otro lugar. Ese trato fue golpes en los oídos, y aplicación de electricidad. Me llevaron a Tejas Verdes siempre encapuchada e incomunicada en una barraca [...] Para los interrogatorios éramos trasladados en un camión frigorífico, amarrados, encapuchados. Nos desnudaban y nos introducían en unas celdas a la espera. Las sesiones de tortura duraban alrededor de doce horas. Este procedimiento era a diario”

“Yo tenía tres meses de embarazo. Recibí golpes bajo el vientre, golpes con sacos mojados sobre las piernas, baldazos de agua estando amarrada a un poste, amarrada por horas con cuerdas que pasaban bajo mis piernas. Me hicieron simulacro de fusilamiento. Me arrancaron las uñas de los dedos chicos de los pies y quemaduras en el cuerpo. Escuchaba torturas de otros presos y me hacían escuchar un casete con la grabación de quejidos de niños y me decían que eran mis hijos. Me hacían comer excrementos. Producto de las torturas se me produjo un aborto espontáneo. Nunca recibí atención médica...”


(**) DOY POR GANADO

(Juan Guzmán Cruchaga)

Doy por ganado lo perdido
Y ya por recibido lo esperado
Y por vivido todo lo soñado
Y por soñado todo lo vivido
La más viva congoja eché al olvido
Del sueño más feliz no he despertado
Y agradezco la pena que me han dado
Que en flor de suavidad se ha convertido
La tristeza quemante del pasado
Tiene un color del sueño parecido
Al de la fuga del amor logrado.
Es porque el ansia y la inquietud se han ido
Al recordar que el cielo prometido
Comienza por la herida del costado.

P.D. No hay duda que el busto de Juan Guzmán Cruchaga merecía por pateadura estar en un lugar destacado de Providencia y mucho más, por cierto, que el de aquella princesa que era por lo demás pésima actriz.

 

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