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LOS INVERECUNDOS DE CHILE

Encubridores de inverecundos

INVERECUNDO Y CONTUMAZ ENCUBRIDOR VA DE CANDIDATO A PRESIDENCIA MUNDIAL DE LA INTERPOL

EL PASADO QUE INCOMODA AL DIRECTOR
DE LA POLICIA DE INVESTIGACIONES DE CHILE

Por Mónica González y Cristóbal Peña, www.ciperchile.cl, 23 Mayo, 2008.

Arturo Herrera desarrolló casi la mitad de su carrera policial en dictadura. Primero trabajó en Policía Internacional y fue escolta y ayudante del general Ernesto Baeza, quien dirigió Investigaciones hasta 1980 y prestó estrecha colaboración a las actividades de la DINA en el exterior.

Después se transformó en uno de los hombres de mayor confianza del general Fernando Paredes, sucesor de Baeza y promotor de una férrea política represiva en la institución. Fue Paredes quien le enseñó a jugar golf y le confió el cuartel Papudo, creado con el propósito de cautelar y atender los descansos del antiguo director en ese balneario. Dos décadas después, el pasado sigue presente en el mando del actual jefe de la policía civil.

A juzgar por su currículo laboral, la carrera que realmente importa de Arturo Herrera Verdugo parece haber arrancado recién a comienzos de los '90. Desde entonces sus actividades aparecen perfectamente detalladas en el portal institucional, año por año, misión por misión.

De los años previos al retorno de la democracia, el director de la Policía de Investigaciones consigna únicamente que ingresó a la institución en marzo de 1971, con 19 años, y que a partir de entonces, sin señalar fechas ni funciones específicas, "ha servido en diferentes zonas del país y en importantes reparticiones policiales, tales como: Extranjería, Inteligencia, Homicidios, Dirección General, entre otras".

Con casi 37 años de servicio, cinco y medio de los cuales ha dirigido a la Policía civil, la trayectoria de Herrera Verdugo tiene bastantes más claroscuros y matices de los oficiales y de los que sugirió hace una semana el Presidente venezolano. 

Basándose en lo que calificó como simple información disponible en Internet, Hugo Chávez acusó al jefe de la policía chilena de estar involucrado en la operación "Retiro de Televisores", ordenada por Pinochet en 1979 después del descubrimiento un año antes de los cuerpos de desaparecidos enterrados en los hornos de Lonquén. La operación estaba destinada a exhumar los restos de ejecutados políticos en todo el país para lanzarlos al mar y así borrar toda huella de sus asesinatos.

Chávez aludió a la supuesta intervención que habría tenido Herrera para beneficiar en 2005 al entonces jefe de la II división de Ejército y juez militar de Santiago, general Miguel Trincado Araneda, quien en un informe de la Brigada de Asuntos Especiales y Derechos Humanos de Investigaciones fue señalado como el responsable de la exhumación ilegal de 26 de los cadáveres de los desaparecidos de Calama, enterrados secretamente en 1973. El hecho trascendió a la opinión pública y provocó el retiro obligado del general Trincado.

Lo que está claro es que, a partir del golpe de Estado, recién egresado de la Escuela de Investigaciones, el actual jefe de la policía civil desarrolló una carrera silenciosa y de bajo perfil, ligada directamente a los dos generales de Ejército que encabezaron la institución bajo el régimen militar.

En un principio fue escolta y ayudante del general (r) Ernesto Baeza, y a contar de 1981, cuando éste debió entregar el mando por el asesinato del estudiante de periodismo José Eduardo Jara a manos de un comando de detectives (Comando de Vengadores de Mártires, COVEMA), se convirtió en ayudante y hombre de confianza del general (r) Fernando Paredes. Ambas administraciones estuvieron marcadas por acusaciones de torturas, asesinatos y obstrucción a la justicia en casos de derechos humanos.

Pese a haber desarrollado casi la mitad de su carrera en dictadura, ninguna de esas funciones se consigna en la trayectoria del hombre que hoy ostenta la jefatura interina de Interpol y que aspira a ser confirmado definitivamente en el cargo en la elección que se llevará a cabo en octubre de este año en San Petersburgo, Rusia.

La amenaza de Iturriaga

Ahora fue Hugo Chávez quien reactivó la curiosidad por el pasado de Herrera. Pero hace un año, cuando el ex jefe del Departamento Exterior de la DINA, general (r) Raúl Eduardo Iturriaga Neumann, se dio a la fuga para evitar ingresar a la cárcel y cumplir una condena a 5 años por el secuestro del estudiante Luis San Martín, aún desaparecido, detectives antiguos –activos y en retiro- recordaron con preocupación la relación del prófugo con el actual director de Investigaciones.

Una relación que el propio Iturriaga Neumann se encargó de recordar 52 días después de darse a la fuga. Al ser detenido en Viña del Mar por un grupo de detectives, el retirado militar comentó a sus captores: "Yo conozco bien a su jefe".  Iturriaga Neumann se refería a una relación surgida tres décadas atrás cuando poco después del golpe de Estado, y siendo ya un alto oficial de la DINA, comenzó a viajar al extranjero en misiones de terrorismo internacional. Muchas veces lo hizo con Michael Townley, como quedó acreditado en el juicio por el asesinato del general Prats. Y en múltiples oportunidades lo hizo con pasaporte falso, identidades que también quedaron registradas en su prontuario.

También quedó consignado el modus operandi que utilizaba Iturriaga, que ya dirigía el Departamento Exterior de la DINA, tanto para sus viajes como para el de los agentes que enviaba al exterior con distintas misiones.

"Gigio (sobrenombre de Iturriaga) llamaba por teléfono a la dirección general de Investigaciones y partía con su gente al aeropuerto. Allá ya todo estaba arreglado. A medida que los viajes se hicieron más frecuentes, los policías del aeropuerto ya nos conocían", dijo Michael Townley en una de sus declaraciones.

Fue entonces que el joven Arturo Herrera, destinado a Policía Internacional desde 1973, comenzó a familiarizarse con Iturriaga y los desplazamientos de los agentes de la DINA así como con las detenciones practicadas en el mismo terminal internacional y de las cuales no quedaba registro.

Puesto de confianza

A juzgar por cómo continuó su carrera el joven Arturo Herrera, su desempeño en el Departamento de Extranjería a principios de la dictadura debe haber sido óptimo. Porque en 1976 fue promovido a un puesto de absoluta confianza: al gabinete del director de Investigaciones de la época, general de Ejército Ernesto Baeza Michaelsen.

Fue un año después de que la DINA echara a andar la Operación Cóndor, la coordinación con los servicios represivos de las dictaduras del Cono Sur para la eliminación de opositores. También, el momento en que Manuel Contreras incrementó el despliegue de sus agentes por distintos países, ya sea para el seguimiento de opositores o para su eliminación, como ocurrió con el asesinato de Orlando Letelier en Washington, en septiembre de 1976.

De allí que surgiera como una necesidad prioritaria para el Departamento Exterior de la DINA una estrecha coordinación con Investigaciones para que sus agentes no fueran interceptados ni retenidos al salir o entrar del aeropuerto con identidades falsas. También, para que no quedara huella de sus pasos.

En 1976, en la fase operativa más importante de la DINA, Manuel Contreras escogió a uno de sus oficiales de elite para la función de enlace con la dirección de Investigaciones: Raúl Eduardo Iturriaga Neumann. El mismo oficial procesado como autor del asesinato del general Carlos Prats en Buenos Aires y por la desaparición de 119 chilenos detenidos en Chile y hechos aparecer como asesinados por sus propios compañeros en el extranjero, entre otros.

Iturriaga, oficial formado en la Escuela de las Américas, era la mejor carta: estaba casado con Mireya, la hija regalona del general Baeza, director de Investigaciones. Una de sus funciones mas delicadas la cumplió entre enero y abril de 1978, cuando Estados Unidos pidió la extradición de Michael Townley por su implicancia en el crimen de Orlando Letelier, y Manuel Contreras se resistía a entregarlo. Iturriaga era amigo de Townley y obtuvo la ayuda de Investigaciones para esconderlo y ayudarlo hasta que finalmente, en abril de 1978, ya no pudo evitar su expulsión.

En muchas oportunidades su interlocutor en el gabinete de Baeza fue Arturo Herrera.


Ayudante del general Paredes

El actual jefe de la policía chilena no asistió a la caída del general Baeza. En 1978, dos años antes de que éste fuera arrastrado por la muerte del estudiante José Eduardo Jara, Herrera fue destinado a la comisaría de Las Condes. Fue una destinación feliz. Allá conoció a quienes se convertirían en dos de sus principales amigos y hombres de confianza: Luis Alarcón y Rafael Castillo.

El primero es hoy subdirector Administrativo de Investigaciones y tercero en la línea de mando; el segundo fue hasta el año pasado jefe de la Brigada de Asuntos Especiales y Derechos Humanos. Lo ocurrido con el general Trincado terminó con la amistad entre ambos policías, que llegarían a tener una relación de compadrazgo y destinos encontrados: a Castillo le corresponderá investigar un caso en que Herrera se vería involucrado de manera indirecta a principios de los '80, cuando estando en la Brigada de Homicidios fue llamado nuevamente al centro del poder de la policía civil como ayudante del general de Ejército Fernando Paredes, sucesor de Baeza en la dirección de Investigaciones.

Durante el desarrollo de la última etapa en la investigación judicial del crimen del líder sindical Tucapel Jiménez, asesinado por un comando CNI-DINE en febrero de 1982, quedó en evidencia –con pruebas documentales- la estrecha colaboración y coordinación entre la Policía de Investigaciones, la CNI, la DINE y el equipo antisubversivo del régimen militar encabezado por el fiscal Fernando Torres Silva en lo que se llamó la "Comunidad de Inteligencia". Una acción enfocada tanto a la obstaculización de la acción de la justicia en los procesos sobre asesinatos y tortura de opositores como para acciones represivas.

En una maniobra claramente ilícita –sancionada en el artículo 246 del Código Penal-, el entonces director de Investigaciones informaba a sus pares, antes que al juez que llevaba la causa, de los resultados de las diligencias que obtenían los detectives asignados a la investigación como también de las pruebas que aportaba la parte querellante.

La acción buscaba impedir a como diera lugar que la investigación avanzara en la identificación de los verdaderos autores del crimen de Jiménez así como del asesinato del carpintero Juan Alegría, ideado y perpetrado por agentes de la DINE para intentar sepultar sus huellas a través de una supuesta carta póstuma en donde Alegría se declaraba culpable del crimen de Jiménez.

En una de esas minutas "confidenciales" que la investigación judicial de los '90 pudo recuperar, enviada desde la ayudantía del despacho del director Paredes, donde actuaba Arturo Herrera, se adjuntan dos retratos hablados de los asesinos y fotografías de la huella dactilar revelada en la parte interna de la aletilla de una puerta del automóvil de Jiménez y reloj marca Jaeger Le–Coultre, sustraído a la víctima e identificado con el Nº 882747.

La minuta, así como otras similares incluidas en el expediente por el crimen de Tucapel Jiménez (foja 333 del Tomo VI), va dirigida a todos los jefes de la que llamaron "Comunidad de Inteligencia", integrada entonces por el general Humberto Gordon, director de la CNI; el general Arturo Alvarez Scoglia, director de Inteligencia del Ejército; el vice-Almirante Ronald Mac-Intyre, jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional; el general Vicente Rodríguez, director de Inteligencia de la Fuerza Aérea; el general Mario Mac-Kay, subdirector de Carabineros, y el comandante Raúl Monsalve, director del Servicio de Inteligencia Naval.

Los mismos antecedentes fueron entregados mucho después al juez que instruía la causa, Sergio Valenzuela Patiño, en un parte oficial fechado el 12 de abril de 1984. La investigación judicial reveló también la llamada "Operación Prueba", para el conocimiento de todos los elementos del proceso, lo que incluyó seguimientos al ministro en visita extraordinaria, intervención de sus teléfonos y acceso permanente al expediente.

El ilícito en que incurrió Paredes como quienes lo ayudaron en el envío de esos antecedentes a quienes aparecían como sospechosos del crimen no fue sancionado en virtud de la prescripción.  La misma estrecha colaboración operativa y de obstaculización a la justicia entre Investigaciones y la CNI quedó demostrada en el juicio por el asesinato de 12 personas en la llamada "Operación Albania".

La buena vida en Papudo

La función de ayudante del director era motivo de envidia al interior de la institución. Aparte de comodidades y estatus con que contaban los asistentes de Paredes, éstos no habituaban cumplir turnos ni tareas operativas. Para los tiempos que se vivían, intensos en materia de lucha antisubversiva, no era poca cosa. Pero si Herrera ya podía sentirse afortunado, a mediados de los '80, después de su paso por la Jefatura de Inteligencia Policial, recibió una designación que significó un premio aún mayor, además de una muestra de confianza excepcional. Paredes le confió la jefatura del nuevo cuartel policial de Papudo.

Según coinciden diversas fuentes, el cuartel de Papudo fue abierto por Paredes por una razón muy personal. Aparte de que su hermano Julio era alcalde designado del balneario, el propio director de la policía civil tenía una casa de descanso en ese lugar. De hecho, el cuartel fue levantado frente a la casa de Fernando Paredes, quien al tiempo de la apertura del cuartel gestionó la construcción de cabañas para el descanso del personal.

En Papudo había poco y nada que hacer en materia estrictamente policial. De acuerdo con las mismas fuentes, la tarea de Herrera y la decena de hombres asignados al cuartel –sin contar cocineros y jardineros- consistía en cuidar y mantener la casa del jefe policial, además de atenderlo en sus habituales visitas de fin de semana.

En esos días era común que Paredes coincidiera en Papudo con el jefe de la Brigada Investigadora de Asaltos, Sergio 'Chueco' Oviedo, que tenía familiares en la zona y una panadería de nombre "Su Majestad", y con el comandante del cuartel Borgoño de la CNI, Álvaro Corbalán, visitante frecuente del club de yates del lugar.

Fue en Papudo que Arturo Herrera cultivó amistad con Fernando Paredes, la que se mantiene hasta hoy. Las visitas familiares entre ambos aún son frecuentes. Es probable que Herrera no olvide que quien le enseñó a jugar golf fue el propio Paredes, un deporte que le abrió las puertas de Cachagua y que le ha permitido practicarlo con empresarios y celebridades como el padre del 'Chino' Ríos.

La vuelta de mano no se hizo esperar. Herrera fue el primer jefe de Investigaciones designado en democracia que facilitó el retorno del ex general a los actos oficiales de la institución. Atendiendo a sus oscuros antecedentes –que se arrastran desde que estuvo al mando de la Escuela de Caballería de Quillota en 1973, donde ocurrieron ejecuciones políticas-, tanto Horacio Toro como Nelson Mery prefirieron apartarlo del protocolo institucional.

Hubo un segundo gesto de Herrera hacia Paredes. En febrero del año pasado el actual jefe policial reabrió el cuartel de Papudo, que había sido cerrado en la administración de Toro.

En la decisión pudo haber influido un hecho personal: tras su designación, Herrera compró un departamento en Papudo que aún conserva.

El manto de la Masonería

Tras el fin del gobierno militar, Arturo Herrera ascendió en una carrera académica sin sobresaltos. A fines de los '80, como vivía en La Florida e ingresó al Instituto Superior para optar al grado de subprefecto, fue destinado en media jornada a la comisaría de esa comuna. Después seguiría en cargos académicos hasta que, en 1997, fue designado director de la Escuela de Investigaciones y tres años después quedó al frente de la Academia Superior de Estudios Policiales, ASEPOL. Ambas designaciones fueron interpretadas como una jugada que Nelson Mery, ex director de la policía, ejecutó para preparar el ascenso de su sucesor a la dirección, lo que obligó al retiro de los siete mandos que lo antecedían. Ambos compartían filiación en la Masonería.

Arturo Herrera pertenece a la Logia "Lealtad Nª 156″. Fue allí donde hizo amistad con el abogado Andrés de la Maza, esposo de la ministra Gloria Ana Chevesich, fallecido en 2004. Una relación que le provocó más de un llamado de atención desde La Moneda en tiempos de Ricardo Lagos, cuando se supo de reuniones que ambos sostenían en el momento más álgido del proceso por las irregularidades en el ministerio de Obras Públicas.

Cuando Herrera llegaba a la reunión del grupo en la casa de la Masonería de calle Marcoleta, dejaba sus presillas y reconocía el liderazgo de Andrés de la Maza. El ex esposo de la jueza Chevesich ostentaba el grado de maestro y era secretario de la Logia.

La masonería ha seguido gravitando en el alto mando de Investigaciones. Los dos subdirectores de la institución, René Castellón y Luis Alarcón Adrián (segundo y tercero en el mando) son también masones. Pero no solo comparten ese lazo férreo y secreto. También una historia en común.

Castellón perteneció a la Brigada Especial, la fuerza de elite que Fernando Paredes creó en 1982 para combatir la "amenaza subversiva" y cuidar de la seguridad personal del director y su familia. En esos mismos años duros Alarcón formó parte de la Brigada Investigadora de Asaltos, BIA, la otra fuerza creada para ayudar al combate a la subversión, en estrecho contacto con la CNI. Desde entonces Alarcón es cercano al 'Chueco' Oviedo, ex jefe de la BIA a quien le DEA acusó de tráfico de cocaína, lo que no fue impedimento para que llegara al tercer mando de la institución en democracia.

Puede que su antigua amistad con Herrera, iniciada en la Comisaría de Las Condes en 1978, justifique el meteórico ascenso de Alarcón. Apenas Herrera llegó la dirección de Investigaciones, lo nombró jefe de gabinete. De allí pasó a la jefatura nacional de Inteligencia y luego a inspector general. Hoy es subdirector administrativo y controla un área tan sensible como las finanzas de Investigaciones. Y todo eso en cinco años.

Las complicidades por el pasado no terminan ahí en el alto mando policial. La cuarta antigüedad, Óscar Gutiérrez, jefe de la Región Policial Metropolitana, integró también la Brigada Especial de Paredes. Lo mismo ocurre con el actual jefe de Inteligencia, prefecto inspector Héctor Puga, quien ha permanecido gran parte de su carrera en esta área, pasando sin contratiempos desde la dictadura a la democracia.

Y en el estratégico cargo de Jefe Nacional de Comunicaciones figura el prefecto Carlos González, quien fuera uno de los escoltas favoritos del general Fernando Paredes.

La influencia de este grupo en el mando es el que ha posibilitado que uno de los detectives vinculado al asesinato del estudiante de Periodismo Eduardo Jara a manos del Covema, José Marchant, sea hoy instructor del curso especial que creó Arturo Herrera para alumnos que teniendo una carrera profesional han optado por insertarse como oficiales de la policía.
Todo eso es pasado. Para Herrera, que a los 57 años se acerca al fin de su mando, lo único que importa es la elección de presidente de la INTERPOL. Cinco meses lo separan de la meta.

Arturo Herrera y los derechos humanos

Desde sus primeros pasos en la dirección de la Escuela de Investigaciones, Herrera decidió dictar clases de Ética y también de Derechos Humanos, cursos que sigue impartiendo hasta hoy. Su decisión respecto del segundo curso causó extrañeza entre quienes lo conocen bien. Y es que el caballo de batalla de Herrera ha sido siempre la modernización, en una línea de acción que implicó, desde que asumió la dirección de Investigaciones el 2 de octubre de 2003, reducir a su mínima expresión la dotación y los recursos destinados a terminar las investigaciones judiciales de los crímenes cometidos en dictadura.

Si bien la tarea había sido acotada por su antecesor Nelson Mery a un pequeño equipo de excelencia, su decisión significó desarmar al equipo policial con la mayor experiencia, conocimiento y rigurosidad alcanzado por un país del Cono Sur en la materia una vez terminadas las dictaduras. Y lo hizo en la fase más delicada del proceso, el momento en que los ministros con dedicación exclusiva a juicios de derechos humanos asumían el fin de sus investigaciones para determinar con exactitud cómo ocurrió el secuestro de la víctima, su ejecución y el paradero de restos de desaparecidos así como de los responsables de cada una de esas etapas y de su exhumación ilegal.

Era la etapa final, la de la preparación del cierre de los juicios para dictar los procesamientos. Y en el medio, al menos cuatro juicios en pleno desarrollo y con consecuencias relevantes para los institutos armados y para el país.

Esa fue la situación que debieron asumir el ministro Víctor Montiglio, quien lleva el juicio por el secuestro y desaparición de la dirección del Partido Comunista desde la casa de calle Conferencia; el ministro Claudio Pavez, que investigaba la muerte del ex coronel de la DINA, Gerardo Huber, implicado en el hasta ahora no aclarado enriquecimiento ilícito de oficiales de Ejército por la venta de armas al exterior, entre los que se cuenta el tráfico de armas a Croacia; el ministro Alejandro Madrid, con el juicio por el secuestro y muerte del ex químico de la DINA, Eugenio Berríos, y los cinco procesos laterales por asesinato de chilenos con utilización de armas químicas, lo que incluye la investigación de la muerte del ex presidente Eduardo Frei Montalva; y el proceso que sigue en Valparaíso la jueza Eliana Quezada por el asesinato del sacerdote Michael Woodward, que por primera vez llevó a prisión a altos oficiales en retiro de la Armada.

La preocupación de Herrera por el desarrollo del juicio en Valparaíso, que constató judicialmente que en el buque escuela Esmeralda efectivamente se torturó, lo que durante 34 años había negado la Armada, podría adjudicarse a la incorporación de su hijo a la Escuela Naval. No así su actitud respecto a la investigación de la verdadera causal de muerte de Frei Montalva.

Este último puede que sea el caso más controversial de todos para la seguridad nacional del país. Y ello, porque además de tener como meta dilucidar si efectivamente se utilizaron armas químicas para provocar su muerte, la investigación del ministro Madrid está develando que durante la dictadura Chile fabricó armas químicas, las vendió al extranjero y urge saber su paradero actual. Fue el propio Pinochet quien firmó un tratado internacional por el cual se comprometió a no fabricar esas armas prohibidas por la ONU.

Aún así, el equipo que trabajaba en el caso se vio reducido a su mínima expresión. Y fue el propio senador Eduardo Frei quien debió apelar a su cooperación en entrevista personal para que las pesquisas no se debilitaran. Cuando el ministro Alejandro Madrid pidió a Uruguay la extradición de los tres militares de ese país vinculados al secuestro y muerte de Berríos, Herrera no ocultó entre su grupo más cercano su rechazo a la decisión del juez y su escepticismo. Y cuando finalmente la Corte Suprema uruguaya aprobó las extradiciones, ocurrió un hecho insólito: Arturo Herrera coordinó directamente con el Ejército el traslado y llegada de los inculpados, pasando por alto al ministro Madrid, quien se enteró por la prensa que los tres uruguayos ya estaban en Chile.

Un segundo hecho cuestionable ocurrió poco después de que el estudio jurídico en el que trabaja el abogado Carlos Castro Vargas asumiera la defensa de los militares uruguayos en la Causa 7.981 del 6º Juzgado del Crimen. Nadie hasta hoy ha representado la incongruencia de que el abogado Castro, contratado por Herrera como asesor jurídico personal e institucional, además de hacer clases en la Escuela Policial, defienda a los tres militares uruguayos procesados por el secuestro y muerte de Eugenio Berríos y cuya complicidad con los mandos de Pinochet en la Operación Cóndor y otras materias de seguridad nacional está comprobada.

De La Florida a Los Dominicos

Poco después asumir la dirección de Investigaciones, Arturo Herrera abandonó su casa de los últimos años en La Florida para trasladarse al barrio alto de Santiago. Lo natural habría sido que habitara la casa institucional en calle Juan de Austria, en Las Condes, la misma que ocupó Nelson Mery durante su gestión. Pero no fue así. El nuevo director prefirió arrendar a costa de la institución una amplia propiedad en Camino del Alba, en Los Dominicos, la que tiene el estatus de cuartel. A lo anterior se sumó la adquisición de dos vehículos institucionales por $ 150 millones. La compra de fines de 2005 fue objetada por Contraloría al no contar con la toma de razón.

No ha sido el único problema que ha tenido el director general de Investigaciones con los autos institucionales.

El menor de sus hijos, el cadete naval Arturo Herrera Riveros, quien practica motocross, chocó una camioneta nueva del cuartel de Lo Barnechea, la cual le fue facilitada para que trasladara su moto de competencia. El director de la policía pagó de su cuenta personal los daños del vehículo fiscal. Herrera Riveros es uno de los cuatro hijos que tiene el director de la policía civil. Su hija menor siguió sus pasos y hoy es subcomisaria en la XI Región.
 

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COMUNICADO

El Comité Memoria y Justicia de Ginebra critica la postulación de un policía chileno, ex-funcionario del régimen de Pinochet, a la Presidencia de INTERPOL

Ante la candidatura al puesto de Presidente de Interpol del señor Arturo Herrera Verdugo, actual Director de la Policía de Investigaciones de Chile, quien ocupa actualmente el cargo de Vicepresidente del Comité Ejecutivo de Interpol, el Comité Memoria y Justicia de Ginebra declara:

Nuestra asociación se hace eco del repudio que esta candidatura ha provocado en muchos medios Chile y en el extranjero. Compartimos la opinión de muchos medios, de que dicho funcionario no da las garantías necesarias, desde el punto de vista de su compromiso con los Derechos Humanos.

El funcionario Herrera Verdugo ha tenido participación directa en el encubrimiento de una situación de violación de derechos humanos (caso del general Trincado), para sustraerlo a la acción de los Tribunales. Asimismo, ha tenido un rol activo en el desmantelamiento del Dpto. Quinto de Investigaciones (Derechos Humanos), alejando a funcionarios meritorios cuyo compromiso en la investigación de casos de asesinatos y desapariciones durante la dictadura ha permitido a la Justicia avanzar.

Nos parece grave que el Gobierno de Chile promueva la candidatura de un funcionario (Herrera Verdugo) cuya conducta aparece poco afín con lo que se espera de un Estado que ha sido admitido recientemente en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Esperamos que el Gobierno de Chile haya tomado en cuenta los problemas que le puede acarrear un nombramiento en tales condiciones.

Por otra parte, la historia de Interpol nos muestra que este organismo ha sido, en algunos períodos recientes, dirigido por personeros de ideología contraria a los derechos humanos. Entre sus Presidentes encontramos a los jerarcas nazis: Heydrich (1938-1940), Nebe (1940-1942), y Kaltenbrunner (1942-1943). No está en nuestro ánimo comparar al Sr. Herrera con dichos criminales, pero cualquiera puede comprender que se trata de un contexto delicado, en el cual no sería conveniente, ni para Chile ni para la Interpol, que un Directivo suscitara dudas respecto de su probidad en el campo de los Derechos Humanos.

Nuestra Asociación ha dirigido una carta a los representantes de todas las Misiones diplomáticas acreditadas ante Naciones Unidas en Ginebra, informándolos de nuestra posición frente a esta postulación.

Al mismo tiempo, pedimos al Gobierno de Chile que se anule la candidatura de este funcionario policial, como manera de mostrar que Chile no transige con la imagen internacional de sus representantes, sobre este punto. Esperamos que el Gobierno redoble su vigilancia, para evitar las bochornosas situaciones que se producen cada cierto tiempo, en que representantes de Chile son cuestionados por sus implicaciones en casos de violación de los derechos humanos.
 
Ginebra (Suiza) 30 de septiembre de 2008

 

INVERECUNDO CODINA MIENTE CUANDO DICE LA VERDAD

Fuente:

http://maximokinast.blogia.com/2008/090503-codina-miente-cuando-dice-la-verdad.php

Por Máximo Kinast

DNI 2274418-6

En relación al desmentido o corrección sobre lo declarado por el Director de Amnistía Internacional a lo dicho por el Almirante Codina, pienso, opino que CODINA MIENTE USANDO LA VERDAD.

Codina es un inverecundo y un cahuinero. Esta emborrachando la perdiz y diciendo puras cabezas de pescado. A ver si nos entendemos:

 

a) Estoy convencido de que es verdad -como dice Codina- que el 11 de Septiembre de 1973, la Armada disponía de unos 30 mil efectivos, entre oficiales y clases, a los que hay que descontar los marinos democrátas asesinados en agosto de 1973. 

b) Estoy convencido de que de esos 30 mil efectivos, sólo unos mil cometieron físicamente violaciones a los Derechos Humanos, tal como dice Codina. O sea, que quede bien claro, en la Armada hubo unos mil criminales ejecutores de crímenes contra la Humanidad.

c) Los dos hechos citados como a) y como b) son verdades y al mismo tiempo son una muestra del cinismo con que se miente en Chile diciendo la verdad. Porque esas dos afirmaciones ocultan y falsean un hecho más importante: No se trató de mil marinos locos que salieron a torturar y a asesinar gente, por su cuenta y riesgo.

No, señores, no fue así. El hecho verídico, claro y puro, que se oculta con dos verdades, es que la Armada de Chile adoptó (hizo suya) una Política de Terrorismo de Estado y autorizó y ordenó los hechos delictivos que cometieron unos mil miembros de la Institución. Y no sólo autorizó y ordenó, sino que además premió, alabó y protegió hasta el día de hoy a los hechores.

POR LO TANTO,

ES LA ARMADA DE CHILE, COMO INSTITUCIÓN, LA RESPONSABLE DE AUTORÍA, DE FELONÍA, DE COMPLICIDAD Y DE ENCUBRIMIENTO DE DELITOS CONTRA LA HUMANIDAD.

Echarle la culpa y achacarle la responsabilidad a unos mil pelafustanes, es un acto de cobardía, muy propio de la política personal de Daniel López (alias Ramón Ugarte, Alias El Innombrable, alias El Loco Vitalicio, alias Augusto Pinochet), que para sacarle el poto a la jeringa, o sea, para eludir la Justicia se declaraba enfermo y culpaba a sus subordinados. Eso se llama cobardía.

Señor Almirante Codina, usted es un cobarde y un mentiroso.

PARA UNA MEJOR COMPRENSIÓN DEL TEXTO, COPIO LA NOTA DIFUNDIDA POR AMNISTÍA INTERNACIONAL:

 

Noticias de Derechos Humanos en los medios

En relación a la nota publicada por La Nación que se cita, es importante aclarar que

El Director Ejecutivo de Amnistía Internacional Sergio Laurenti ha requerido a La Nación que rectifique la entrevista donde se lo cita al respecto de dichos del Almte. Codina. Dijo claramente –en dos ocasiones durante la entrevista- que: “cuando se consideraba la cantidad de efectivos de la Armada que podrían haber estado involucrados en violaciones de Derechos Humanos, el Almte. Codina indicó que en un contexto de 30.000 efectivos estimaba que el total de efectivos en las dotaciones donde podrían haberse registrado hechos no superaba los 1.000 efectivos, incluyendo al personal auxiliar y no que todos habrían cometidos violaciones de DDHH”.

El director de La Nación, Sr. Marcelo Castillo, en conversación telefónica, indicó que publicará dicha aclaración.

Codina “admitió” que mil marinos violaron DDHH

Por Claudio Leiva / La Nación

Según informó el secretario ejecutivo de Amnistía Internacional-Chile quien contó detalles de la inédita reunión del comandante en jefe de la Armada con organizaciones de derechos humanos.

Mil efectivos de la Armada, de los 30.000 que estaban activos en septiembre de 1973, participaron en la represión tras el golpe militar, según reconoció el comandante en jefe naval, almirante Rodolfo Codina, en la reunión que sostuvo el miércoles con organizaciones de derechos humanos (DDHH).

Detalles de la entrevista los entregó el secretario ejecutivo de Amnistía Internacional-Chile, Sergio Laurenti. "Fue una instancia de diálogo que no se había dado antes y en ella se tocaron temas que habían sido soslayados, como el reconocimiento institucional a las violaciones de los DDHH, dijo.

El encuentro se realizó en la "neutral" Municipalidad de Valparaíso y también asistieron el vicealmirante Cristián Millar, la Comisión de Derechos Humanos, ex marinos constitucionalistas, familiares de detenidos desaparecidos de la V Región y amigos del sacerdote Miguel Woodward, muerto por torturas en el buque-escuela "Esmeralda".

Los representantes de las organizaciones de DDHH exigieron que la Armada entregue los antecedentes de "los crímenes cometidos por la institución en las dependencias a su cargo, a partir de 1973, en particular en la V Región, donde hay más de 80 detenidos desaparecidos.

Laurenti dijo que le plantearon al almirante Codina un trabajo de búsqueda de la verdad entre el personal en retiro que debe tener información acerca de las violaciones de los derechos humanos.

El máximo jefe naval les respondió que "eso es un problema para la Armada, porque no podía imponer acciones sobre un grupo que ya no tiene responsabilidades institucionales, aunque haría el intento".

Según el secretario ejecutivo de Amnistía, el almirante Codina también admitió que cuatro miembros del actual alto mando naval estaban activos para el golpe y no sólo él, como se ha informado.

También estaban en funciones en esa época los hoy vicealmirantes Mariano Sarraeta, Cristián Gantes y Sergio Robinson.

¿EXIGENCIAS O RECOMENDACIONES?

Laurenti se mostró "muy conforme" con este encuentro y anunció que podrían efectuarse otras reuniones. Sin embargo, otros asistentes, como el Grupo de Amigos de Miguel Woodward, se manifestaron menos satisfechos.

Según la agrupación que recuerda al sacerdote chileno-británico, el vicealmirante Millar puso reparos al uso del término "exigencia", a lo cual el grupo respondió que "no somos nosotros los que exigimos, sino que la verdad y la justicia misma son las que exigen ciertas medidas y conductas de la Armada para hacer verdad y justicia".

En vez de "exigencias", Amnistía prefirió hacer "recomendaciones", entre ellas, que la Armada diga públicamente cuáles han sido sus contribuciones a la justicia ordinaria en los casos de violaciones de los DDHH que se investigan. También "recomendó" un fondo para actos concretos de reparación a los familiares de las víctimas.

Finalmente, aunque el almirante Codina dijo que estimaba "legítimas todas las demandas" que se le plantearon, el vicealmirante Millar comentó que "uno siente que estamos súper lejos aún".

INVERECUNDOS MARINOS CHILENOS REPUDIADOS POR ATORRANTES

REPUDIO A LA ESMERALDA EN 'EL PAIS'

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NO PASARÁN

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Fuente: El País, 21 de agosto de 2008

Prudencio García

Investigador y consultor internacional del Instituto Ciencia y Sociedad

“Hoy me apodero de Rusia; ¿qué ropa me pongo?”, preguntó la futura Catalina la Grande a su doncella de cámara, horas antes de asestar el audaz golpe palaciego que le permitió aca­pa­rar, para sí misma, todo el poder imperial. Seguro que el teniente coronel Antonio Tejero lo tuvo más claro a la hora de elegir su indumentaria para su propio golpe de 1981. En cualquier caso, es evidente que quien va a salvar una patria o adjudicarse un imperio no puede vestirse de cualquier forma. Son ocasiones históricas de gran trascendencia, cuya excepcionalidad exige una cierta prestancia for­mal.

Sin embargo, este detalle fue groseramente ignorado por los oficiales y guardiamarinas del buque escuela Esmeralda de la Armada de Chile, en otra ocasión histórica: el golpe pino­chetista del 11 de septiembre de 1973. Su forma de salvar a la patria en aquella destacada ocasión consistió en enfundarse las ásperas prendas de faena y dedicarse a golpear, vejar y torturar desde aquel mismo día, a bordo del buque, atracado en el área militar del puerto de Valparaíso, a muy numerosos detenidos, hombres y mujeres, acusados de algún tipo de militancia favorable al gobierno socialista que aquella misma mañana aca­baba de ser sangrientamente derrocado.

Entre las víctimas llevadas al buque en aquellas primeras horas se hallaba el alcalde de la misma ciudad de Valparaíso, Sergio Vusko­vitz, y el letrado del ministerio de Interior Luis Vega. El trato recibido por las mujeres fue particularmente infame. La entonces universitaria María Eliana Comené resultó contagiada de gonorrea tras las repetidas violaciones que allí sufrió. Días después era también arrestado y conducido al buque el sacer­dote anglochileno Miguel Woodward, que –como ya comentamos en su día en estas páginas- resultaría muerto como consecuen­cia de las torturas que allí recibió. Instituciones tan dispares como Amnistía Interna­cional y el Senado norteamericano, además de las dos comisiones investigadoras oficiales (Rettig y Valech), de­nun­ciaron en su día los crimi­nales excesos cometidos a bordo del buque en cuestión.

Los recluidos en la nave el mismo día del golpe atestiguan que, al llegar a ella, fueron obli­gados a pasar entre una doble fila de guardia­ma­rinas en ropa de faena, que les golpeaban brutal­mente y les sometían a toda clase de atropellos físicos y psíquicos.

Atención al detalle: ‘en ropa de faena’. Qué zafiedad. Qué ignorancia del decoro estamental y de las exigencias formales de un hono­rable golpe de Estado que se precie. Craso error histórico y social. Se empieza vistiendo de forma demasiado infor­mal y se acaba torturando curas, violando mujeres, asesinando demócra­tas, y causando horror incluso a ese mismo mundo occidental al que supuesta­mente se pre­tende sal­var. La Historia nunca perdona este tipo de deslices.

Prescindiendo ya de toda jocosa ironía sobre las indumentarias adecuadas para las grandes acciones patrióticas, y refiriéndonos únicamente al núcleo de la cuestión, entremos en el área, mucho más seria, de los comportamientos instituciona­les. Los oficiales y alumnos guardiama­rinas que hoy viajan a bordo del Esmeralda en su gira de instrucción anual número 53 no son, obviamente, las mis­mas personas que incurrieron en tales aberraciones tantos años atrás. Pero la ins­titución sí es la misma. La misma que durante tres décadas ha negado lo sucedido y ha en­torpecido toda investigación. La misma institución -la Armada de Chile- cuya presión corporativa, a lo largo de tanto tiem­po, ha im­pe­dido el juicio y castigo de los que sí cometieron aquellos crímenes. Se trata del mismo esta­mento que se ha escanda­lizado hace apenas cuatro meses, al ver finalmente procesados por la insoborna­ble jueza Eliana Quezada a los cuatro altos jefes (hoy almiran­tes retirados) que ejercieron el mando en aquellos puestos opera­tivos desde los que se ordenaron las acciones perpetra­das en la zona marítima de Valparaíso, en aquellas jornadas luctuosas de septiembre de 1973.

No resulta extraño, por tanto, que las visitas del buque a puertos como Río de Janeiro, Buenos Aires, Tokio, Sidney, Wellington y tantos otros hayan ido acompañadas, en distintos años, de diversos tipos de protestas, sin olvidar la suspensión de las visitas a Estocolmo, El Ferrol, Las Palmas y otros puertos europeos en 2003. Tales protestas se siguen produciendo en nuestros días. Y este mismo verano de 2008, al visitar Cádiz (en cuyos astilleros la nave fue fabricada), su llegada fue deliberada­mente precedida por la proyección, por Amnistía Interna­cional, del documental El lado oscuro de la Dama Blanca, del cineasta chileno Patricio Henrí­quez, reportaje que recordó a la pobla­ción gaditana el historial, no precisamente inmacu­lado, del hermoso na­vío visitan­te.

El pasado 22 de julio, el Esmeralda llegaba al puerto griego de El Pi­reo. En el muelle le aguar­daba una manifestación, encabezada por conocidos miembros del Parla­men­to heleno, que protes­taban por la visita. A bordo del buque, la embajadora de Chile en Ate­nas, en su alocu­ción oficial de saludo a los oficiales y alumnos, subrayaba el siniestro significado de la dictadura pinochetista. Ella tenía sobrada autoridad y conocimiento para proclamarlo, pues tal embajadora no era otra que Sofía Prats, hija del general Carlos Prats, el jefe del Ejército de Chile que precedió a Pinochet, y que fue asesinado por orden del dictador.

A su vez, en la visita del buque al puerto de Split (Croacia), también fue reci­bido con mani­fes­taciones hos­tiles, cuyas pan­cartas decían:Pinochet y Esme­ralda no pa­sa­­rán”.

AGRADECIMIENTOS: Gracias Prudencio García por tan excelente artículo. Gracias diario 'El País' por publicarlo. Gracias a todas las personas de buena voluntad que ayuden a cerrar los puertos a la nave maldita, hasta que los cobardes marinos chilenos confiesen toda la verdad ante la Justicia y pidan perdón por las víctimas de su infamia. Hasta entonces no habrá olvido ni perdón. Máximo Kinast

EL INVERECUNDO EJÉRCITO DE CHILE TODAVÍA NO CONFIESA QUIENES FUERON LOS ASESINOS DE VÍCTOR JARA

Fuente: www.larepublica.com.pe/content/view/222624/

El rastro de los asesinos

Por Raúl Mendoza

 

 
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Ícono. Desde su muerte, en 1973, Víctor Jara se convirtió en figura eterna de la canción social latinoamericana.
 

El 11 de setiembre de 1973, el día del golpe militar en Chile, Víctor Jara llegó con su guitarra a la Universidad Técnica del Estado para cantar en la inauguración de una exposición donde también iba a estar el presidente Salvador Allende.

Ahí se encontró con amigos, estudiantes, profesores y se enteró del ataque a La Moneda. Eran otros tiempos. Y los presentes, contestatarios, socialistas, antifascistas, decidieron quedarse en la universidad para resistir la represión que se venía. Pero la resistencia no tenía futuro. A la mañana siguiente los militares rodearon el recinto y detuvieron a los que encontraron adentro, incluido el cantautor chileno. Tres días después fue asesinado.

Los detalles de su muerte han quedado como símbolo de lo que fue la dictadura chilena que encabezó Augusto Pinochet. A Víctor Jara lo llevaron al Estadio Nacional de Chile y ahí lo torturaron, le destrozaron las manos a culatazos y, cuando estaba muy malherido, lo asesinaron de 44 balazos. Era el 15 de setiembre. Su cuerpo fue encontrado tres días después cerca de un cementerio. La ‘versión oficial’ fue que se había enfrentado a tiros contra un grupo de soldados y murió en la refriega.

 
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El estadio de Chile donde él y cientos de chilenos murieron.
 
Habría que esperar hasta el 2001, con Pinochet fuera del poder y acusado de miles de crímenes, para que la justicia iniciara una investigación por el crimen de Víctor Jara, autor de ese himno a la ausencia que es "Te recuerdo Amanda" y decenas de temas populares con alto contenido político y social. Recién en el 2004 se pudo identificar al jefe militar del Estadio de Chile, porque el Ejército se negó a proporcionar el nombre: era el coronel (r) Mario Manríquez Bravo.

El abogado de la familia Jara, Nelson Caucoto, cuenta que incluso tuvo que hacer un llamado público para identificar al oficial a través de testimonios de detenidos que estuvieron en el estadio.

El oficial Manríquez Bravo era comandante y a fines de 1973 fue ascendido a coronel. Según declaró en el proceso, ese año se retiró de las fuerzas armadas. Entre los muchos que lo reconocieron está el actual senador chileno Nelson Ávila, que también fue recluido en el estadio. "(A Manríquez) Lo había tratado con anterioridad.

Era una persona muy atenta, con una personalidad afable (…). En el estadio lo reconocí inmediatamente. Incluso me acerqué, pero hizo como que no me conoció. Era la persona de más alto rango en el recinto" contó Ávila a un diario de Santiago.

No se trata del único militar involucrado en la muerte de Víctor Jara. Las investigaciones iniciadas contra él en el 2004 continuaron hasta el presente año a fin de identificar a otros oficiales. En el proceso se probó la jefatura de Manríquez en el estadio y se citó nombres de otros oficiales.

Pero hace unos días el juez Juan Fuentes Belmar cerró la investigación sin acusar a nadie más. A Joan y Amanda Jara, viuda e hija de la víctima, la conclusión les ha sabido a muy poco. "Estoy muy preocupada, porque se cierra un caso que, se supone, es emblemático. Qué pasa ahora con todos los otros casos del Estadio de Chile", dijo la viuda a la radio Cooperativa.

Para el abogado Nelson Caucoto nada está perdido. "Es seguro que vamos a reabrir la causa y avanzaremos en la identificación de otros implicados. El coronel Manríquez trata de aminorar su responsabilidad indicando que no conocía a Víctor Jara. Pero una persona encargada de un recinto de prisioneros tiene el papel de garante de la seguridad, la integridad y la vida de todos en el lugar", dijo a DOMINGO.

Si se prueba la participación directa de Manríquez en el crimen durante el juicio que vendrá, le aguardarían no menos de 15 años de reclusión de acuerdo con otros fallos.


"EL PRÍNCIPE" Y OTROS MÁS

 
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Rostros del terror. Arriba, Edwin Dimter, ex oficial del Ejército. Se sospecha que es “El Príncipe”, autor del asesinato de Jara, pero no está probado. Abajo, imagen de TV del coronel (r) Mario Manríquez, único acusado por el crimen.
 
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¿Quiénes son las otras personas involucradas en el crimen del célebre cantor? En la prensa y en la propia investigación surgieron otras pistas. Muchos detenidos recuerdan a un joven teniente que era el más sanguinario de cuantos se encargaron de mantener bajo control a los prisioneros en el estadio.

Le decían "El Príncipe" y, según publicó el diario La Nación, "era alto, rubio, de ojos azules, pelo engominado hacia atrás: un perfecto pije que se paseaba en los pasillos superiores del estadio como pavo real (…) permanentemente amenazando e insultando a los prisioneros".

"¿Me escucha la cloaca marxista? ¿Me oyen los comemierda? ¡Ahora se acabaron los discursos, chuchas de su madre! Ahora van a tener que trabajar. A los que se nieguen a trabajar, los fusilaremos. ¿Me escuchan los vendepatria?... ¡Tengo voz de Príncipe!", se le escuchaba decir. Y ¿quién era –y es– El Príncipe? Era un oficial de 23 años entonces. Muchos de los testigos que han declarado ante la justicia lo identifican como el teniente (r) Edwin Dimter Bianchi.

En mayo del 2006 organizaciones de derechos humanos lo ubicaron trabajando para la Superintendencia de Administradoras de Fondos de Pensiones (SAFP) en Santiago. Citado a declarar, Dimter aceptó que estuvo destacado en el Estadio de Chile, pero no aceptó ser "El Príncipe". Y no se pudo probar lo contrario.

Ningún oficial acepta ser "El Príncipe" porque según muchos testimonios este oficial sí tuvo injerencia directa en las torturas y muerte de Víctor Jara. Hay testigos que afirman que estaba en las golpizas que le propinaban. Y en las de muchos otros. Se cuenta que una vez tropezó con la pierna de un prisionero tendido en el suelo y, de la rabia, ordenó que lo mataran a culatazos. Un nazi completo.

Otros oficiales que estuvieron en el Estadio de Chile ya identificados son el teniente coronel Roberto Souper y el teniente Raúl Jofré Gonzales. Junto a Dimter habían participado en un alzamiento contra el gobierno de Allende y estuvieron presos varios meses hasta que fueran liberados el día del golpe.

Al día siguiente los destacaron al estadio. "Dimter y Jofré fueron los más ‘perros’ en el Estadio. Tenían sangre en el ojo. Venían con mucha odiosidad por haber estado presos. (…) El ensañamiento para con los presos se explica por el estado psicológico con que venían," contó un oficial del Ejército, citado en un artículo de la página web PiensaChile.com.

 
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Represión. Tras el golpe en Chile las detenciones de universitarios y activistas de izquierda como Víctor Jara eran comunes. Aquí un grupo de mujeres llegando al Estadio de Chile.
 
¿Pueden ser estos oficiales los asesinos de Jara? Eso debía establecerse en la investigación que se ha cerrado, pero no se los incluyó. "Hay nombres y sobre eso se está trabajando, pero nos falta un mayor cúmulo de información y por eso apelaremos para la reapertura de la investigación", dice Nelson Caucoto, el abogado de la familia Jara.

También señala que como el Ejército se ha negado a informar sobre los otros oficiales del estadio insistirá en su llamamiento público a los cinco mil detenidos que hubo en el lugar, a los oficiales retirados y a los conscriptos que sirvieron ahí para lograr la identificación de los responsables directos o indirectos.

No parece estar solo en este empeño: los parlamentarios oficialistas Antonio Leal, Ximena Vidal y Tucapel Jiménez han pedido la reapertura del proceso indagatorio y afirman que el Ejército conoce el nombre actual del oficial apodado "El Príncipe", por lo que deberían proporcionarlo.

"No se puede actuar con complicidad respecto de un grupo de oficiales que torturaron, quebraron las manos y asesinaron de 44 balazos al más grande de los cantautores nacionales", dijo Leal. Todo indica que se reabrirá la investigación. Mañana lunes Joan Jara encabezará una manifestación frente a los tribunales de Santiago para hacer el pedido. Treinta y cinco años después la sombra de Jara sigue pidiendo justicia, como en sus canciones.

EL CANTOR POPULAR

 
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Foto del recuerdo. Siguen peleando para que procesen a los asesinos del cantautor.
 
Víctor Jara fue asesinado pocos días antes de cumplir 41 años. Vivió relativamente poco, pero dejó una obra ya considerada parte de la historia musical-cultural chilena y latinoamericana. Estudió en un seminario católico y allí aprendió canto impulsado por su fascinación por la música, pues nunca tuvo formación académica.

Antes de hacerse cantautor se interesó en el teatro e hizo una carrera destacadísima en este rubro. Se vinculó al mundo del folklore como director artístico e intérprete. En 1966 apareció su primer long play como solista: "Víctor Jara". También se hizo director artístico del grupo Quillapayun y grabó con ellos "Canciones folklóricas de América"

 
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FAMILIA. Joan y Amanda Jara, viuda e hija de Víctor Jara, en un acto cultural reciente.
 
En 1969 ganó el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena con el tema "Plegaria a un labrador". A partir de ahí llegarían nuevos discos y se convertiría en un ícono de la canción de protesta, de alto contenido social en Latinoamérica. Su tema más recordado es "Te recuerdo Amanda", pero también la "Zamba del Ché", o "El derecho de vivir en paz".

Cuando Salvador Allende llegó al gobierno en Chile, apoyó el proyecto socialista de Jara en el ámbito cultural. Fue detenido el 12 de setiembre de 1973 y asesinado en el Estadio de Chile. Su esposa pidió una investigación en 1974, pero el caso fue sobreseído. Treinta años después –en el 2003, sin dictadura– el estadio se rebautizó con su nombre.

Una placa con un poema suyo se colocó en una de las puertas. Dicen que por ahí salió su cuerpo sin vida el día que lo mataron.

LA INVERECUNDA ARMADA DE CHILE: FUNADA

Este es un email de ’Funachile’ Mensaje:

FUNA A LA ARMADA DE CHILE

UNA VEZ MAS NUESTRA ORGANIZACIÓN REALIZÓ

UNA ACCIÓN DE DENUNCIA,

ESTA VEZ SE TRATO DE UNA FUNA A LA ARMADA DE CHILE,

A PESAR DE LA REPRESIÓN DE QUE FUIMOS OBJETO

SE LOGRÓ EL OBJETIVO DE DESENMASCARAR

A ESTOS "VALIENTES MARINOS"

QUE SE ESCONDEN TRAS SUS ROPAJES DEMOCRATICOS

 

SEPAN QUE NADA NOS DETIENE

UNA Y MIL VECES LES GRITAREMOS EN LA CARA

¡¡ SI NO HAY JUSTICIA, HAY FUNA !!

 

MAS INFO EN

http://www.funachile.cl

 

 

Los crímenes cometidos por la ARMADA DE CHILE a lo largo de nuestra historia, muchos de ellos en defensa de los intereses de las clases dominantes y denunciamos su participación institucional en la violación sistemática de los derechos humanos durante la dictadura militar, habilitando en sus dependencias centros de tortura y externinio como: la Academia de Guerra Naval y el Cuartel Silva Palma, los buques Maipo y Lebu de la Compañía Sud Americana de Vapores y el Buque Escuela Esmeralda.

 

Hechos en los que participaron, entre otros, los actualmente procesados por el asesinato del sacerdote Miguel Woodward


Fotografía Jorge Zuñiga http://trincheradelaimagen.blogspot.com/

 

Vicealmirante (R) Adolfo Walbaum Wieber Ex Jefe de la I Zona Naval y primer intendente de Valparaíso nombrado por la Junta Militar, actualmente procesado por el asesinado y desaparición del sacerdote Andrés W

Vicealmirante (R) Guillermo Adoney Hansen Ex Jefe de Estado Mayor de la I Zona Naval

Vicealmirante (R) Juan Mackay Barriga, hoy vicepresidente del Consejo de Almirantes y Generales en retiro de Valparaíso.

Capitán de Navío (R) Sergio Barra Von Kretschmann Ex Jefe de Inteligencia Naval y posteriormente Segundo Jefe de la DINA.

Capitán de Navio (R) Ricardo Riesgo Cornejo, quien trabajó bajo las ordenes directas del Capitán Barra

Dr. Carlos Costa Canessa, acusado de emitir un certificado de defunción para el sacerdote Woodward, sin haber visto su cuerpo.

 

LA ARMADA AMPARÓ CRIMINALES

Porque, a partir del 11 de septiembre de 1973 efectivos de las fuerzas navales, ponen en marcha un plan preparado en los meses anteriores al Golpe de Estado, y habilitan en sus dependencias varios centros en los que miles de hombres y mujeres padecieron la tortura y el exterminio.


LA ARMADA AMPARA CRIMINALES

Durante más de tres décadas la Armada ha pretendido negar, tanto las responsabilidades institucionales en las violaciones a los derechos humanos como la intervención en ellas de sus altos mandos, versión que ha sido corroborada por su actual Comandante en Jefe Almirante Rodolfo Codina, sin embargo, hoy la investigación ha comprobado lo contrario.


EXIGIMOS que la armada deje de ocultar información y asuma ante la comunidad nacional e internacional sus responsabilidades institucionales en las violaciones sistemáticas a los derechos humanos durante la dictadura militar.

 


Fotografía Jorge Zuñiga

http://trincheradelaimagen.blogspot.com/

¡¡ASESINOS DE LA ARMADA DE CHILE!!

¡¡ ESTAN FUNADOS !!

MÁS FOTOGRAFÍAS

WWW.FUNACHILE.CL

CARTA ABIERTA AL INVERECUNDO ALMIRANTE CODINA

CARTA ABIERTA AL INVERECUNDO ALMIRANTE CODINA

NOTA DE MAXIMO KINAST: Hay marinos (ex marinos) que conservan la dignidad y el valor, a pesar de que la formación impartida a los miembros de las Armada de Chile incluye el arte de mentir, la infame ley de la 'omerta' y otras materias más propias de la Mafia que de una institución destinada a la defensa del país. Esta carta de los marinos torturados y expulsados de la Armada en Agosto de 1973, por los 'delitos' de defender la legalidad, la constitución y el honor de la Armada, deja bien claro que el Almirante Rodolfo Codina es un inverecundo mentiroso, un encubridor contumaz y fue un traidor a la Patria y a su institución.

ESTE ES EL TEXTO DE LA CARTA ABIERTA:

Coordinadora del Personal Exonerado de la Armada
Avenida Ing. Eduardo Domínguez 1021, Maipú, Santiago;

Fono –Fax : (02) 4914825;
Celular 09-5790545


CARTA ABIERTA A LA OPINION PUBLICA DE CHILE

En relación con las declaraciones del Sr. Almirante, Rodolfo Codina Díaz, Comandante en Jefe de la Amada, publicadas en el diario La Nación, el día sábado 26 del presente, los ex - funcionarios de la Armada de Chile, exonerados el año 1973, por oponerse a la conspiración de los oficiales de la Institución, que finalmente culminó en el golpe de estado, nos permitimos precisar lo siguiente:

Señor Almirante Codina, su apreciación, respecto a que la Armada ha cumplido con los requerimientos de la Jueza Eliana Quezada, en relación con los oficiales procesados por el homicidio y desaparecimiento (la Institución todavía mantiene secuestrado su cadáver) del sacerdote Miguel Woodward, no es consistente con la realidad, por tanto no se puede exigir a la ciudadanía lo que Ud. indica en esa declaración: “.

El comandante en jefe de la Armada, almirante Rodolfo Codina, afirmó el viernes que tras el proceso que se lleva contra seis oficiales en retiro de la institución por el secuestro y posterior desaparición del sacerdote inglés Miguel Woodward en 1973, deberían acabar las protestas contra el buque escuela Esmeralda”

Señor Almirante, las miles de víctimas de las torturas que pasaron por los diferentes centros de detención e interrogatorios (léase centros de torturas) institucionales, no aceptarán jamás un lavado de imagen semejante, cuando los crímenes de lesa humanidad cometidos en el Cuartel Silva Palma, la Academia de Guerra Naval, el Buque Escuela Esmeralda, las naves mercantes Lebu y Maipú, la isla Quiriquina, el Fuerte Borgoño, el cuartel Rodríguez, el gimnasio de la Base Naval de Talcahuano y la Isla Dawson, por no mencionar los centros de detención y trabajos forzados de Isla Riesco y Colliguay, de los cuales fuimos involuntarios huéspedes, tienen la misma connotación y gravedad que el crimen cometido contra el sacerdote Woodward y Jaime Aldoney, claman por la debida
justicia.

Por tanto, mientras la Institución no entregue el listado de todo su personal involucrado en crímenes de lesa humanidad, tendrán la misma credibilidad que las palabras del General Cheyre cuando decía que el Ejército no tenía antecedentes de violaciones a los derechos humanos, sin embargo, uno de sus más connotados generales fue quién llevó al paredón a ciudadanos inocentes y además indefensos, para ser ejecutados a mansalva por la tenebrosa caravana de la muerte. Hechos reconocidos treinta años después y sólo cuando se vio enfrentado a las acusaciones de un Juez de la República.

Por otra parte, Señor Almirante Codina, en aras de la democracia, la reconciliación nacional y la paz social, en definitiva, por el bien de nuestra patria, sincerémonos de una vez por todas. La Marinería Constitucionalista reconoce hidalgamente que sobrepasamos los reglamentos militares para poder cumplir con nuestro deber, organizándonos en defensa de la Constitución y el Gobierno legítimo de la República, vigente hasta la fecha del infausto golpe de estado del año 1973.

Sin embargo, Ud., jamás ha reconocido que fue uno de los oficiales de la Escuadra que conspiró abiertamente para romper con el estado de derecho, (le recomendamos leer su carta, firmada por puño y letra, en el libro Bitácora de un Almirante) dirigida al Vicealmirante Merino, a quien Ud., y los suyos denominaron arbitrariamente Comandante en Jefe de la Armada, demostrando con ello, un bajísimo respeto por las Instituciones del Estado de Chile, a las cuales todos los militares nos debemos subordinar.

Es doloroso constatar que quienes conspiraron contra el estado de derecho y finalmente dieron el golpe de estado, terminaron su carrera militar con el pecho lleno de medallas y una suculenta jubilación otorgada por el estado de Chile, (incluidos los recientemente declarados reos por la muerte de Jaime Aldoney y el sacerdote Woordward), sin embargo, los militares democráticos que se mantuvieron fieles a su juramento militar, en consecuencia, estuvieron por el lado de la constitución y de las leyes, denunciando y tratando de frenar la conspiración golpista que se gestaba en los cuarteles, se les truncó su carrera militar y se le han conculcado sus derechos previsionales.

Es un principio de justicia preguntar, ¿Dónde están nuestras medallas y el merecido reconocimientos de parte del estado de Chile?. Llevamos 35 años tratando de que las Instituciones también funcionen en beneficio de quienes “tuvieron el coraje para alzar la voz
disidente en esos momento en que se imponía la fuerza y la sinrazón”. (Carta del
Ex – Presidente Lagos a nuestros representados).

En relación con vuestra aseveración: “Lo que hemos hecho es colaborar, al contrario de perturbar la Justicia", le debemos recordar que sus expresiones públicas no se condicen con las reales actitudes de vuestra institución. En causa rol 8.217 del año 2002, por secuestro calificado, asociación ilícita y apremios ilegítimos contra quienes resulten responsables, interpuesta por nosotros ante la Ministra de Fuero, Sra. Corti, con fecha 24 de abril de 2003, ésta magistrado se declaró incompetente (¿?) porque los delitos habían ocurrido en recintos militares, ordenando remitir los antecedentes al Juzgado Naval de la
Iª Zona Naval.

Con fecha 9 de octubre, ese Juzgado aceptó la competencia y con fecha 27 de octubre del mismo año, es decir, en menos de 20 días, el Sr. Juez Naval, Contralmirante Francisco Martínez Villarroel, se formó la convicción y resolvió que “el hecho denunciado es un simple delito que prescribe en el plazo de cinco años”.

Sería interesante recordar, quién, en esa fecha, era el Comandante en Jefe de la Armada y Jefe del Sr. Juez naval. También sería interesante confrontar la convicción de ese Juez Naval, con la legalidad vigente, en la cual se considera la tortura (dicho en términos elegantes, apremios ilegítimos), como un crimen de lesa humanidad y por tanto, imprescriptible.

También sería pertinente aclarar el impasse expuesto hace algunos días por el diario La Nación, en el cual el Almirante Millar dice que un Almirante, “a título  personal” fue a hablar con la Ministra Corti para que dilatara los procesos en contra de oficiales de la Armada. ¿De que estamos hablando Sr. Codina?,

Como último, recordamos una vieja costumbre marinera para castigar a los subordinados que habían cometido graves infracciones a la disciplina. Se les colgaba un albatros muerto al cuello y debían llevarlo hasta que éste se cayera despedazado por la putrefacción. Hasta que el alto mando de la Armada no decida enfrentar en forma franca y transparente las violaciones a los derechos humanos en las reparticiones institucionales que hemos señalado, el tema de las violaciones a los derechos humanos en nuestro país, seguirá siendo un albatros pestilente, colgado al cuello de nuestra querida Institución.

Por la Coordinadora del Personal Exonerado de la Armada de Chile, en agosto de
1973

José Díaz D. Víctor Martínez
Ex – Mro. 1º El. Ic., U - 2180 Ex – Op 3º El., U - 1607
Cl. O´higgins Asmar (T)

Víctor Reiman C. Sergio Fuentes P.
Ex – Op. 3º., U - 4734 Ex – Mro. 1º Ar. Tl., U - 4734
Asmar (T) D.D. Blanco Encalada

Sergio Villar V. Oscar Carvajal G.
Ex - Op. 2º E. Rf., U - 1030 Ex -Mro 1º Mc. El, U - 3286
Asmar (T) D.D. Cochrane

Juan Roldán B Guillermo Castillo E.
Ex – Cabo 2º Ar. Ap , V - 154 Mro. 1º Af. El., U - 4223
D.D. Blanco Encalada Cl. Prat

Víctor López Z. Luís E. Rojo G.
Ex – Mro. 1º Mc. El., U - 4393 Ex – Mro. 1º Mc. El., U - 3755
Cl. Prat D.D. Blanco Encalada

Luís Jorquera Bernardo Flores V.
Ex – Cabo 2º Mc. El., T - 4465 Ex – Mro 1º Tp.Os., U - 4267
Base Aeronaval El Belloto D.D. Blanco Encalada

Julio Gajardo N. Tomás Alonso M.
Ex – Cabo 2º Mc. El . Av., T - 4535 Ex – Mro 1º Af. Mq., U - 2061
Base Aeronaval El Belloto Esc. De Ingeniería Naval

Mariano Ramírez R. Ricardo Tobar T.
Ex – Cabo 1º El., T - 1810 Ex – Cabo 2º Cf. Ms., T - 4477
Esc. De Ingeniería Naval Esc. De Armamentos

Jaime Salazar José Velásquez M.
Ex – Mro. 1º Mc. Art., U – 4631 Ex – Mro. 1º Me. Cf., U - 4652
D.D. Blanco Encalada D.D. Blanco Encalada

Guillermo Vergara D. Juan Segovia A.
Ex – Op. 1º Ab., T - 3502 Ex – Mro 1º Art., V - 1473
Esc. de Ingeniería Naval D.D. Blanco Encalada

Luís Jiménez C. Carlos Alvarado G.
Ex – Mro 1º Me. Av., U - 2134 Ex – Cabo 1º Mc.; T - 2427
Base Aeronaval El Belloto Esc. de Ingeniería Naval

Pedro Blaset C. Bernardo Carvajal S.
Ex – Cabo 2º El. Ic., U - 1077 Ex – Mro 1º El., U – 1090
Cl Alm. Latorre Cl Prat

Luís Aguirre R. Jaime Espinoza
Ex – Mro 1º Mc. El., U - 4109 Ex –Mro. 2º Mr.; V - 1485
C. Silva Palma R.E. Quinta Normal

Claudio Espinoza T. Jaime Balladares C.
Ex - Mro 1º El.; U - 2207 Ex – Mro 1º Art.; U - 2089
D.D. Blanco Encalada Cl. O´higgins

Nelson Córdoba P Pedro Lagos C.
Ex – Mro. 1º Mq., U - 3431 Ex – Cabo 1º Rt., T - 2999
Esc. de Ingeniería Naval D.D Blanco Encalada

Roberto Fuentes F. Santiago Rojas C.
Ex – Mro. 1º El. Ic.; U - 2226 Ex – Cabo 2º Cf., U – 584
D.D. Blanco Encalada Cl. O´higgins

Rodolfo Claro C. Carlos García H.
Ex – Mro 1º art. V – 885 Ex – Mro 1º Mc. El. , U – 4308
Cl. Latorre Cl. Prat

LA ARMADA SIGUE INVERECUNDA Y CARADURA

NOTA DE MAXIMO KINAST: Los muy sinvergüenzas marinos chilenos han bautizado un barco con el nombre del inverecundo golpista y genocida -autoproclamado Almirante- Merino. El mismo que se saltó el escalafón, deshonró a la Armada, asesinó a marinos demócratas y se juntó con el Innombrable para robarse los bienes de Chile en beneficio de su propio bolsillo y de las transnacionales, obedeciéndo la política que le dictaba Nixon y Kissinger desde la Casa Blanca. Infórmese, lea este excelente artículo:

 

LOS MARTES DE MERINO

Por Álvaro Cuadra*

En estos días de verano, muchos chilenos contemplan despreocupados el horizonte infinito de nuestro océano. La televisión nos entrega imágenes alegres de playas y caletas donde se realizan fiestas y regatas. De algún modo, nos invade la sensación de vivir en un país que va encontrando los caminos para construir un mañana democrático y más justo.

Los medios se encargan de construir cotidianamente esta nueva realidad: una atmósfera soleada y optimista. Todo se ha naturalizado a tal punto que una regata en Chiloé ha sido supervisada por un buque de la Armada de Chile, el Buque Madre de Submarinos Almirante José Toribio Merino Castro: “Construido en los astilleros Karlskrona, Suecia e incorporado al servicio a contar del 7 de febrero de 1997, según Resolución C.J.A. Nº4520/12 de 12 de marzo de 1997. Zarpó a Chile el 24 de marzo del mismo año, recalando a Valparaíso el 4 de mayo”.

Ese nombre resulta penosamente familiar para un gran número de compatriotas. A los más jóvenes habría que recordarles que fue este personaje uno de los instigadores del golpe de 1973, el mismo que se autodesignó Comandante en Jefe y que prestó las instalaciones y buques de la Armada de Chile para que se cometieran atroces violaciones a los Derechos Humanos.

Los buques de la Armada de Chile tradicionalmente ostentan el nombre de héroes de la patria, por lo que resulta paradojal e inadmisible que se haya autorizado a bautizar una embarcación con el nombre de un golpista. No es necesario recordarles a los señores oficiales de dicha rama de las FFAA que, más allá de sus ínfulas aristocráticas, son empleados fiscales y que los buques son de propiedad de todos los chilenos.

Es de lamentar que en Chile, tras cuatro gobiernos democráticos, todavía persistan obstinadas estas trampas de la memoria que pretenden naturalizar hechos y personajes deleznables en nombres de avenidas y barcos. Haber bautizado a un buque de la Armada con el nombre del extinto miembro de la Junta Militar de 1973 es una grave ofensa a todos los chilenos y a su gobierno. Si no fuera una triste realidad bien pudiera parecer un chiste de los “martes de Merino”.

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*Investigador y consultor en comunicaciones/IDEES

Difundido por Política Cono Sur 

LAS MENTIRAS DE LA ARMADA

Difundido por Políticica Cono Sur 

Francisco Marín

Valparaíso, 14 de enero (apro).- La pretendida inocencia de la Armada de Chile sobre las brutales violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura militar (1973-1990), se está revelando como una gran mentira.

Diversos procesos judiciales, entre los que destacan los llevados por la jueza, María Eliana Quezada, están dejando absolutamente claro que la Marina torturó, dio muerte e hizo desaparecer a prisioneros con posterioridad al golpe militar de 1973.

Los juicios conducidos por la jueza Quezada son: El que se origina en la querella presentada en octubre de 2005 por seis expresos políticos que fueron torturados en el Buque Escuela Esmeralda. Y, el que indaga el secuestro, torturas y asesinatos de Michael Woodward, sacerdote católico chileno /  británico que desarrolló un prolífico trabajo social en los barrios pobres de Valparaíso y quien se caracterizó por su notable carisma y por su militancia allendista. Murió el 22 de septiembre de 1973, en el Hospital Naval de esta ciudad-puerto, como consecuencia de las torturas recibidas en La Esmeralda.

Al margen de estas causas, personal activo y en retiro de la Armada está siendo juzgado por su participación en la temida Brigada Lautaro, grupo de exterminio de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina) que integró a agentes de las cuatro ramas de las Fuerzas Armadas y de Orden, y que operó en los años 1975 y 1976. Entre otros crímenes, este grupo tiene a su haber el asesinato de dos directivas completas del Partido Comunista en el transcurso de 1976.

Así mismo, existen claras evidencias de la participación de la Brigada Lautaro en el secuestro y desaparición de un grupo de 119 militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), ocurrido a mediados de 1975, caso conocido como Operación Colombo.

Como consecuencia de las indagaciones judiciales respecto de los actos de la Brigada Lautaro, que es seguida por el juez Víctor Montiglio, fueron procesados en el transcurso de 2007 ocho agentes de la Armada. Pero, dados los antecedentes contenidos en el sumario, es de esperar que los enjuiciamientos a miembros de esta rama castrense aumenten considerablemente.

Por otra parte, en noviembre pasado, cuatro oficiales de la Armada fueron condenados por el secuestro y desaparición del estudiante de periodismo, Jaime Aldoney, ocurrido el 12 de septiembre de 1973.

También existen procesos por torturas y muertes que involucran a la Academia de Guerra de esta institución y a su cuartel Silva Palma.

Este conjunto de causas judiciales, todas de muy reciente avance, han destruido el mito construido por la propia Armada, en el sentido que ellos no tuvieron participación en el genocidio desencadenado tras el derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular encabezado por Salvador Allende.

Según el vocero de la Agrupación de Ex Presos Políticos de Valparaíso, Enrique Núñez, el ocultamiento de los crímenes cometidos respondió a una cuidadosa planificación. En entrevista con Apro, el dirigente expresó que, como parte de esta política de ?lavarse las manos?, la Marina anunció en repetidas ocasiones en el transcurso de 1975, el retiro de sus hombres de la principal agencia represiva del régimen: la DINA. Los procesos antes reseñados han demostrado que tal inocencia es absolutamente falsa.

De hecho, desde el mismo 11 de septiembre de 1973, el buque la Esmeralda se convirtió en un centro de detención y torturas. Esta situación, denunciada en aquel tiempo por familiares y víctimas, fue ratificada en la década de 1970 a través de sendos informes de la Organización de Estados Americanos, del Senado de Estados Unidos y de Amnistía Internacional.

En Chile, esta situación sería reconocida institucionalmente mucho más tarde, a través de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, que fue creada una vez retornada la democracia (1990). El abultado informe de la citada Comisión (dado a conocer el 9 de febrero de 1991), no incluyó la identidad de los criminales, ni derivó --sino hasta tiempo muy reciente-- en la apertura de juicios.

A pesar de todos estos antecedentes, la Armada negó hasta hace muy poco su participación en la violación de derechos humanos cometidos por la dictadura. En diciembre de 1999, el entonces comandante en jefe de la Armada, Jorge Arancibia*, dijo que su organización "jamás torturó".

Ante las recientes evidencias judiciales, esta actitud comenzó a cambiar. En septiembre de 2006, el comandante en jefe de la Armada, almirante Rodolfo Codina, entregó a la jueza Quezada la bitácora de
La Esmeralda del año 1973. En ella se confirma el ingreso del sacerdote Woodward y de otros detenidos a este barco. Este es el único gesto que podría considerarse como un reconocimiento de lo sucedido.

Justicia a bordo


El pasado 9 de diciembre, cuando La Esmeralda volvía a Valparaíso de su viaje anual de instrucción militar, unos 50 manifestantes protestaron, como cada año, por los crímenes allí cometidos. Tres
días después la jueza Quezada, se presentó en La Esmeralda. Era la primera vez que un juez se subía a un barco de la Armada con el fin de investigar violaciones a los derechos humanos. En la diligencia participaron policías, sobrevivientes de las torturas allí realizadas y cinco exfuncionarios de la Armada. También iba Patricia Woodward y Fred Bennets, hermana y cuñado del sacerdote muerto por torturas.

El objetivo de la diligencia era realizar una inspección ocular en la nave, corroborar declaraciones y realizar nuevos interrogatorios.  "Fue impresionante ver como la juez convirtió la Cámara de los Oficiales en un verdadero tribunal, puesto que aparte de las víctimas, sentó en hilera a cinco oficiales retirados a quienes tomó declaraciones", comentó a Apro Patricia Woodward, quien estuvo presente en este histórico momento.

Ella relató que la comitiva de la juez recorrió la enfermería, los camarotes y parte de la cubierta. Lo que más le llamó la atención fue que los detenidos pudieron reconocer bien la distribución interna del buque. La expresa María Eliana Comené recordó que en La Esmeralda ?había violencia las 24 horas del día: sacaban a los compañeros, los golpeaban, los torturaban, volvían morados y vomitando sangre?.

Esta investigación está avanzando rápidamente y se espera que en los próximos días se inicien los primeros procesamientos.

Revelaciones
 
En la Armada existe preocupación. Sus mandos temen que la jueza Quezada logre descifrar por completo el organigrama, los agentes y el modus operando represivo de la Armada en el periodo previo y posterior al golpe militar.

Apro tuvo acceso a documentos y relatos de la Agrupación de Ex Presos Políticos de Valparaíso, los cuales revelan la manera en que operaron las agencias represivas de la Armada en la década de los 70. Las investigaciones de esta Agrupación fueron realizadas durante 20 años.
Incluyen entrevistas a afectados por la represión y a agentes de la propia Armada que, arrepentidos de sus crímenes, decidieron acercarse a sus víctimas para calmar sus conciencias o para alcanzar su perdón.

La información entregada por la mencionada agrupación ha sido cotejada por el reportero con la información histórica y judicial disponible.

Así, se puede establecer que a partir de 1972, con la promulgación de la Ley de Control de Armas, se formó un grupo de inteligencia dependiente del Estado Mayor de la 1ª Zona Naval, bajo el mando el
almirante José Toribio Merino. Éste tuvo como función sistematizar la información de organizaciones y personas de la Unidad Popular y el MIR. Es lo que se conoció internamente como el Plan Cochayuyo, que tenía por objeto, además, el control territorial y la neutralización de estos grupos. Esto aparece mencionado por el propio Merino en sus memorias.

La promulgación de la mencionada Ley, permitió durante el gobierno de la Unidad Popular la coordinación de oficiales de distintas ramas de las Fuerzas Armadas y Carabineros, quienes hicieron innumerables allanamientos a empresas estatizadas o bajo control obrero, así como a diversas poblaciones. Según Enrique Núñez, esto se hizo ?con el pretexto de buscar armas, pero en realidad lo que estaban haciendo es un mapeo de las organizaciones políticas más activas de la región?.

Este dirigente señaló también que desde fines de 1972 personal de la
Armada fue destinado a infiltrar organizaciones de izquierda. ?Es
muy
conocida la historia de un señor que se dedicaba a vender pan
amasado
al exterior de la empresa rusa de casas prefabricadas KPD y que
después del golpe resultó que era un alto oficial de la Armada que
dirige la represión al interior de esta fábrica. Y así hay muchos
casos?, señala Núñez.

A partir del 11 de septiembre de 1973, se crea un grupo denominado
Servicio de Inteligencia de la Comandancia de Área Jurisdiccional de
Seguridad Interior (SICAJSI), en el que participan funcionarios de
la
Armada y del Cuerpo de Carabineros (policía uniformada). A fines de
1974 pasó a llamarse Servicio de Inteligencia Regional (Sire).

El SICAJSI dependía directamente de la 1ª Zona Naval --con sede en
Valparaíso-- y se hizo cargo tanto del material recopilado desde
antes
del 11 de septiembre de 1973 como de lo obtenido en los
interrogatorios y allanamientos realizados en la zona de Valparaíso
a
partir de esa fecha.

El jefe de SICAJSI fue el capitán de navío Sergio Barra Von
Kreitshman, quien era secundado por Hector Trobok, coronel de
Carabineros. Éstos reportaban al jefe de Estado Mayor de la Armada,
Guillermo Aldoney.

El servicio de inteligencia de la Armada Ancla 2, se incorporó al
SICAJSI, lo que se habría hecho efectivo en octubre de 1973. Operó
desde las dependencias de la Academia de Guerra Naval (con sede en
cerro Playa Ancha, Valparaíso), donde los detenidos eran enviados a
distintos centros de reclusión dependientes de la Armada,
Carabineros
y Ejército.

El SICAJSI estaba conformado por un grupo de Análisis que
confeccionaba un resumen con las conclusiones y opiniones acerca de
la
información obtenida de los grupos políticos, personas y ubicación
de
armas. De acuerdo con la valía de lo obtenido, se enviaba
información
al grupo de operaciones, éste definía la forma y ocasión en que se
verificarían detenciones, allanamientos y otras misiones.

Las personas identificadas y detenidas eran entregadas a un equipo
de
interrogadores formado por unos 30 hombres y mujeres. Los varones
eran
en su mayoría Infantes de Marina con especialidad de comandos
provenientes del Regimiento IM Miller. Las mujeres, por su parte,
provenían del personal femenino de la Armada y Carabineros.

Según Núñez, en la primera etapa del golpe ?la represión era masiva
y
los interrogatorios también?. Agrega: ?En la medida que torturaban,
hay gente que entregó información y otra que no?.

Núñez dice que después vino una etapa más selectiva, ?en que los
servicios de represión se han hecho de un grupo eficiente de
interrogadores y han logrado construir un cuadro y un organigrama de
cada organización. Después es cosa de empezar a llenar los
casilleros
no más?, afirma.

Núñez señala que los interrogadores de la Armada fueron formados por
personal de la Policía de Investigaciones (donde operaba una policía
política) y de Carabineros ?que eran quienes tenían experiencia en
realizar interrogatorios?. La realización de torturas a delincuentes
comunes, en los cuarteles de Carabineros e Investigaciones, era una
práctica muy habitual hasta hace poco tiempo.

Núñez dice que de acuerdo con información que han recopilado, la
Dina
siempre tuvo como segundo hombre a alguien de la Armada. A entender
de
Núñez, esta tesis estaría siendo probada en el proceso que investiga
las actividades de la Brigada Lautaro, de exterminio de las cúpulas
partidistas de la izquierda, en los que han sido procesados seis
agentes de la Armada junto con 20 miembros de la Dina, la mayoría de
ellos del ejército.

La Armada chilena fue fundamental en la planeación del golpe militar
contra el gobierno de Allende. Coordinó y cobijó el accionar
conspirativo de agrupaciones de la derecha económica y política, del
diario El Mercurio y del gobierno de Estados Unidos.

Clave en este trabajo fue la creación de la Cofradía Náutica del
Pacífico Austral --fundada en Valparaíso en 1968--, que bajo la
excusa
de confraternizar en torno a materias de navegación, congregaba a
altos mandos de las Fuerzas Armadas y destacados dirigentes de la
derecha política y económica, que serían los principales artífices
del
golpe. Entre éstos destacó el empresario y director de El Mercurio,
Hernán Cubillos, el dueño de este diario, Agustín Edwards, el
capitán
de navío Roberto Kelly, el almirante Patricio Carvajal y el general
de
ejército Sergio Arellano. (14 de enero de 2008)